Australia, Canadá, Japón y Rusia intentan «diluir» el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático en las negociaciones en la ciudad marroquí de Marrakesh, aseguraron organizaciones ecologistas.
«Australia, Canadá, Japón y Rusia intentan socavar el acuerdo firmado (en julio) en Bonn», que allanó las diferencias sobre cuestiones legales y técnicas de la implementación del protocolo, dijo a la prensa Bill Hare, director de clima de Greenpeace, en la reunión de dos semanas que finalizará el viernes.
La delegación australiana procura diluir los acuerdos vinculantes de Bonn cambiando la palabra «deberá» por «debería» en todo el texto, dijo Hare. Canadá y Rusia, por su parte, buscan alterar lo acordado en la misma ciudad alemana en materia de mecanismos de sustitución y compensación de cuotas de emisión.
«Australia es el líder del movimiento hacia atrás», sostuvo Jennifer Morgan, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Casi 4.000 delegados de 163 países y organizaciones no gubernamentales elaboran en Marrakesh los términos legales y las normas que los países deberán utilizar para contar, controlar, verificar e informar sobre la emisión de gases invernadero en sus territorios.
Según la opinión científica mayoritaria, los gases generados por el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) recalientan la atmósfera terrestre y modifican a largo plazo el clima del planeta, alterando gravemente las condiciones de vida en la Tierra.
Si estos cuatro países no ratificaran el Protocolo de Kyoto, pondrían en peligro su puesta en marcha, ya que Estados Unidos, el principal productor de gases invernadero, se alejó de las negociaciones en marzo.
El Protocolo de Kyoto, alcanzado en la ciudad japonesa del mismo nombre en 1997, estipula la reducción entre 2008 y 2012 de los gases invernadero generados por el Norte industrial a volúmenes cinco por ciento inferiores a los registrados en 1990.
El instrumento no entrará en vigor hasta que sea ratificado por 55 países parte responsables por lo menos de 55 por ciento de las emisiones totales de dióxido de carbono de 1990.
La fecha límite para la ratificación es septiembre de 2002, cuando se cumplan diez años de la Convención Marco sobre Cambio Climático, y en coincidencia con la Cumbre Mundial de la Tierra sobre Desarrollo Sustentable (Río + 10) que se realizará en Johannesburgo, Sudáfrica.
Estados Unidos rechazó el protocolo en marzo, calificándolo de carente de bases científicas e injusto, pues sólo obliga al Norte industrial. Pero la Unión Europea rescató el instrumento negociando concesiones sobre su implementación con otras naciones ricas y en desarrollo.
La ratificación depende ahora del apoyo de países como Rusia y Japón, que procuran obtener más concesiones. «Si se logra un acuerdo en Marrakesh, el ministro japonés del Ambiente, Yoriko Kawaguchi, informará a Washington que Tokio está listo para ratificar», dijo el lunes el diario japonés Asahi Shimbun.
Rusia, por su parte, aspira a duplicar los derechos de compensación que obtendrá si ratifica el tratado, señalaron observadores de Marrakesh.
«La lucha contra el recalentamiento mundial debería fundarse en la ciencia e impulsar la innovación tecnológica y las fuerzas del mercado», sostuvo Harltan Watson, jefe de la delegación estadounidense que acudió a Marrakesh como observadora.
El combate al cambio climático «no puede concebirse sin la participación de todos los países del mundo», agregó Watson.
Pero mientras Estados Unidos se niega a ratificar el protocolo, las industrias estadounidenses, presenten en Marrakesh con una numerosa delegación, «están presionando a los negociadores pues intentan hacer dinero con los mecanismos de implementación», subrayó Morgan.
Greenpeace y WWF acusan a las compañías estadounidenses de aprovechar la ambigüedad del acuerdo político de Bonn. El documento estipula que sólo los países que ratifiquen el Protocolo podrán beneficiarse de los mecanismos de compensación, incluyendo un sistema mundial de comercio de derechos de emisión.
Pero el texto guarda silencio acerca de la participación en esos mecanismos de las empresas de un país que no ratifique el tratado.
La red de organizaciones ambientalistas Acción Mundial por el Clima reclamó ratificar el «único instrumento legal internacional para la participación de la comunidad mundial en una reducción masiva de gases invernadero. Ningún desarrollo sostenible será posible si se usan en forma excesiva recursos que dañan el ambiente», afirmó la red. (FIN/IPS/tra-eng/na/mn/dc/en/01