China se propone desviar el río Yangtsé, tercero del mundo por su longitud, desde el sur a lejanas zonas áridas del norte, según un plan concebido por el fallecido líder de la revolución Mao Zedong hace más de 40 años.
Críticos del proyecto lo consideran parte de la mentalidad del «Gran Salto Adelante», la política económica lanzada por Mao (1893- 1976) en 1958 —con malos resultados— que sostuvo, entre otras ideas, que una sociedad humana puede practicar en su beneficio severas intervenciones en la naturaleza.
Pero las autoridades a cargo aseguraron que el proyecto no pasó de moda, pues, dijeron, se trata de una «solución estratégica fundamental» para solucionar la falta de agua en el norte del país.
Al menos 5.000 expertos estudian el proyecto desde los años 50, aseguró este mes en Beijing el viceministro de Recursos Hídricos, Wang Jiyao.
El Yangtsé, o río Azul, tiene 6.380 kilómetros de longitud, sólo superada por el Nilo, en Africa septentrional, y del Amazonas, en América del Sur.
La implementación del proyecto, que supondría la mayor desviación de corrientes fluviales de la historia china, comenzará a comienzos del año próximo, y en 2010 deberán estarán listos los tramos esenciales.
El plan prevé que en un decenio los habitantes e industrias de Beijing y de la ciudad portuaria de Tianjin, sobre el septentrional mar de Bohai, accederán al agua de la cuenca del río Yangtsé, el más largo de China.
Las aguas del Yangtsé, que divide el país en norte y sur, será desviado por medio de tres vías, occidental, central y oriental. La oriental tomará agua cerca de la boca del Yangtsé y la canalizará hacia Tianjin.
La vía central enviará agua hacia Beijing mediante un canal y la extensión de la reserva de Danjiakou, en la provincia centroriental de Hubei.
La vía occidental correrá por un canal a través de las montañas para unir los cauces superiores del Yangtsé y el río Amarillo, otra de las grandes corrientes fluviales del país.
Según información oficial, las vías oriental y central recorrerán casi 2.400 kilómetros y costarán más de 26.000 millones de dólares estadounidenses. La sección oriental presenta un gran desafío de ingeniería y será construido a un costo de al menos 36.000 millones de dólares.
«Este proyecto es la mejor opción que tenemos para alcanzar un desarrollo económico mayor y mejoras ambientales en el norte de China», dijo el viceministro Wang Jiyao.
La falta de agua en la zona septentrional puede convertirse en una catástrofe ecológica, advirtieron expertos.
Más de la mitad de las ciudades chinas ya sufren escasez de agua, a causa del sobreuso de cursos subterráneos de la gran planicie durante los últimos cinco años, amenazando las reservas de toda la región.
El norte depende para la industria y la agricultura del río Amarillo, cuyo curso suele quedar seco antes de su desembocadura debido a la extracción de agua. Este año el caudal se agotó con una rapidez nunca vista en décadas.
El Ministerio de Recursos Hídricos afirmó que la insuficiencia de agua alcanzará niveles de riesgo en 30 años. En 2030, cuando el país tenga 1.600 millones de habitantes, su cuota de agua por persona será sólo 1.700 metros cúbicos, una cantidad límite.
Las autoridades esperan que la desviación del Yangtsé alivie las tensiones entre las provincias del norte, que compiten por las reducidas fuentes de agua.
En contraste con las irrigadas regiones del sur, el norte de China, considerado la «canasta del pan» de todo el país y donde vive un tercio de la población, sólo cuenta con 7,7 por ciento de los recursos hídricos nacionales.
Sin embargo, aunque el norte necesita agua con desesperación, un proyecto gigantesco como la desviación del Yangtsé afectará negativamente al ambiente y desplazará a miles de personas a lo largo de sus vías, pronosticaron expertos.
El especialista en recursos hídricos Yang Dongping sostuvo el año pasado que la destrucción ambiental de la obra equivaldría a los daños causados por la represa de Tres Gargantas, un polémico proyecto iniciado en 1992.
«El proyecto de transferencia de agua del sur al norte cruzará cuatro ríos grandes y 700 menores, violará las fronteras naturales de los ríos Yangtsé, Amarillo y Huai, y alterará el intercambio de materiales y energía entre esos cuatro ríos», escribió Yang en un informe.
A medida que fluya agua del Yangtsé al norte, más agua marina ingresará en el lecho del río, lo que provocará dificultades en el abastecimiento de la población, los cultivos y el ambiente natural del delta formado en su desembocadura, agregó el experto.
La reubicación de la población afectada es otro gran desafío. Al menos 370.000 personas deberán ser desplazadas, según el último plan revelado la semana pasada. La vía central causará el mayor impacto en la población.
El nuevo canal desterrará a 120.000 personas, mientras la expansión de la represa de Danjiangkou en el río Han, importante tributario del Yangtsé, desalojará a otras 250.000 personas de sus hogares.
Para evitar daños al ambiente y las vidas humanas, algunos expertos sugirieron que la falta de agua sea afrontada mediante la gestión sustentable de los recursos existentes.
La promoción del ahorro y el uso de agua reciclada, así como la lucha contra la contaminación, son soluciones alternativas a la crisis, según expertos.
Aunque analistas creen que el norte aún puede aumentar su ahorro de agua, la mayoría concuerda en que ésta será insuficiente para poner fin a la aguda escasez.
Zhang Yue, del Departamento de Asuntos Rurales del Ministerio de Recursos Hídricos, señaló que el norte de China sólo cuenta con un pequeño porcentaje de la disponibilidad mundial promedio de agua, y es «como un hombre pobre que intenta enriquecerse ahorrando más».
«Es imposible», concluyó. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/lp-mj/en dv/01