La Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) aprobó un tratado internacional que prohíbe la patente de vegetales de cultivo sin modificaciones.
El Compromiso Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura preserva todas las variedades vegetales de cultivo y garantiza el libre acceso y el intercambio de los beneficios correspondientes entre los diversos países.
El tratado fue acordado por la Conferencia de la FAO, que se celebra en Roma desde el viernes y hasta el 13 de noviembre.
El convenio fue objeto de siete años de negociaciones internacionales, y fomentará entre los países la preservación sustentable de todas las variedades vegetales de cultivo.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, calificó el acuerdo, aprobado el sábado, de «acontecimiento histórico», pues se trata de «un instrumento internacional de gran importancia, el feliz resultado de las prolongadas negociaciones que comenzaron en noviembre de 1994 entre los estados» que integran la organización.
El presidente de la Comisión de Recursos Genéticos de la FAO, Fernando Gerbasi, de Venezuela, explicó a IPS que 90 por ciento de los recursos fitogenéticos serán de libre acceso, «sobre los cuales no se podrá pedir un derecho de propiedad intelectual».
Hasta ahora, «se permitía patentar recursos sobre los cuales no se había hecho ninguna modificación», agregó.
Por lo tanto, manifestó, el tratado llena un vacío, lo cual es fundamental para la seguridad alimentaria mundial, no solo para las actuales generaciones sino, sobre todo, para las futuras, pues permitirá el uso sustentaboe de los recursos fitogenéticos.
Quien obtenga la propiedad intelectual de un nuevo producto de cultivo deberá contribuir a un fondo que financiará programas de mejoramiento, de conservación, de desarrollo y de capacitación en los países en desarrollo, añadió Gerbasi.
El secretario de la Comisión de Recursos Genéticos de la FAO, José Esquinas-Alcázar, manifestó que, a pesar de la aprobación del tratado, «la tarea que queda es enorme, debido al aumento de la erosión de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura».
Entre los nuevos retos mencionó «la necesidad de garantizar que los recursos y las tecnologías locales utilizadas por (muchas) generaciones de agricultores sean complementados y potenciados por las nuevas tecnologías, en lugar de ser amenazados o sustituidos por ellas».
Esquinas-Alcázar subrayó que «tanto las tecnologías tradicionales como las modernas deben estar al servicio de la humanidad, en particular para mitigar el hambre y promover el desarrollo sustentable» en el Sur, «donde más de 800 millones de personas siguen estando subnutridas».
Lo principal del tratado es que «acelerará la investigación agrícola, especialmente la orientada a los productores pequeños que tendrán acceso a una gran cantidad de recursos agrícolas», señaló Josep Garí, asesor de la Comisión de Recursos Genéticos de la FAO.
El convenio establece que no se podrán obtener derechos de propiedad intelectual de los recursos agrícolas, excepto de aquellos que resulten de la investigación y que den origen a una verdadera modificación.
Quedarán fuera de esa posibilidad «aquellos recursos de la naturaleza, que estarán disponibles sin ninguna restricción» a quienes quieran utilizarlos, afirmó Garí.
De esta manera, se tratará de poner término a la llamada «biopiratería» de los recursos genéticos y vegetales de los países del Sur en desarrollo por parte de compañías multinacionales.
En los últimos 10 años, la empresa DuPont, multinacional estadounidense del sector químico, presentó cerca de 150 peticiones de patente de recursos genéticos ante la Oficina Europea de Patentes.
Este acuerdo internacional tendrá valor de ley en los países que lo ratifiquen, y entrará en vigor cuando sea aprobado por los parlamentos de al menos 40 estados.
El ambientalista italiano Antonio Onorati, presidente de una red de organizaciones no gubernamentales, señaló que el acuerdo deja muchas cuestiones abiertas en materia de propiedad privada de los recursos genéticos, que deberán aclararse más adelante.
La solución que se logre en el futuro dependerá del grado de fuerza con que puedan negociar los pequeños agricultores, afirmó.
De todos modos, agregó, es un paso adelante porque hasta ahora las normas existentes que protegían a los pequeños productores agrícolas de los países en desarrollo eran aun más negativas. (FIN/IPS/jp/mj/en dv/01