AFGANISTAN: Rusia pide gobierno de coalición

Rusia expresó satisfacción por la retirada de Kabul del movimiento Talibán y pidió la creación en Afganistán de un gobierno de coalición de amplia base, para evitar más inestabilidad y violencia.

Las fuerzas del Talibán se replegaron en la madrugada del martes ante el avance de la Alianza del Norte, que lucha contra ese movimiento desde hace años y en las últimas semanas ha coordinado sus acciones con Washington y sus aliados, que comenzaron a bombardear Afganistán el 7 de octubre.

La ofensiva encabezada por Estados Unidos se enmarca en una campaña internacional contra el terrorismo, y comenzó luego de que el Talibán se negara a entregar al saudita Osama bin Laden, a quien el gobierno estadounidense considera responsable de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.

La Alianza, que controlaba sólo 10 por ciento del territorio afgano antes del 7 de octubre, aprovechó los bombardeos para conquistar la septentrional ciudad de Mazar-e-Sharif, y luego avanzó hacia Kabul.

El Ministerio de Relaciones Exteriores ruso describió la retirada del Talibán, fundamentalista islámico, como el avance hacia un «acuerdo tras el conflicto en Afganistán», en un comunicado dado a conocer el martes.

Rusia apoya la propuesta de crear en Afganistán un gobierno de coalición con amplia base social, que incluya a «representantes de todos los grupos étnicos y religiosos del país, excepto del Talibán, manchado por su cooperación con el terrorismo internacional y el narcotráfico», indicó.

Analistas rusos admiten que los avances diplomáticos hacia ese tipo de gobierno pueden complicarse debido a la caída de Kabul en manos de la Alianza del Norte, en la cual predominan minorías étnicas afganas como la tajik y la uzbeka, en conflicto con la mayoritaria etnia patán o pashtun, que predomina en el Talibán.

Sin embargo, jefes militares rusos alegan que la caída de la capital afgana significa que la fase inicial de la campaña contra el terrorismo marcha bien.

Tras el ingreso sin resistencia de las fuerzas de la Alianza del Norte en Kabul, el ministro de Defensa ruso, Sergei Ivanov, dijo que «la operación antiterrorista en Afganistán seguía adelante en la forma previsible».

El general Anatoly Kvashnin, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, describió el avance de la Alianza como una «exitosa operación militar en todos los frentes, debida en su mayor parte al equipo militar de Rusia y de la ex Unión Soviética» que emplean los adversarios afganos del Talibán.

Tropas rusas desplegadas en la región meridional de la república ex soviética de Tajikistán, fronteriza con el territorio afgano controlado por la Alianza en los últimos años, han brindado apoyo a esa coalición, y Kvashnin enfatizó que ese respaldo continuará.

También advirtió que aún falta mucho para que la Alianza destruya a los «fanáticos y extremistas» del Talibán.

Ivanov negó veracidad a versiones periodísticas que señalaron la existencia de un «acuerdo secreto» entre Rusia y Estados Unidos para enviar tropas a Afganistán.

Medios de comunicación locales habían indicado que hasta 10.000 veteranos de la invasión soviética a Afganistán (1979-1989), en su mayoría especialistas en contrainsurgencia, podían haber sido desplegados en ese país como «voluntarios» pagados por Estados Unidos.

Dirigentes de la comunidad afgana en Rusia pidieron una rápida solución política de la situación en su país de origen.

«La guerra puede prolongarse si no se forma en una semana un gobierno de transición encabezado por el ex rey Zahir Shah», derrocado en 1973 y exiliado desde entonces, sostuvo el general Gulam Muhammad, ex gobernador de la oriental provincia afgana de Kunar.

El militar está refugiado en Rusia desde el derrocamiento en 1992 del pro soviético presidente afgano Mohammed Najibullah.

«Sólo la creación de un gobierno de coalición con amplia base puede garantizar que no comience una nueva guerra civil, y eso es aun más importante tras la caída de Kabul», aseguró el presidente de la Cámara de Auditorías rusa, Sergei Stepashin.

Tras la caída de Kabul, es preciso tener en cuenta errores cometidos por anteriores gobernantes afganos, y en especial por el derrocado presidente Burhanuddin Rabbani, sucesor de Najibullah, apuntó el legislador ruso Mikhail Margelov.

Rabbani y sus aliados lograron derrotar a Najibullah, pero no pudieron evitar que su país ingresara luego a una larga lucha entre facciones armadas, en cuyo marco el Talibán avanzó desde sus posiciones en la región meridional afgana y se tomó Kabul en 1996.

En aquel momento, el triunfo del Talibán fue considerado un avance hacia la estabilidad en Afganistán y en la región.

Especialistas rusos han enfatizado que el Talibán y sus aliados de la organización Al-Qaeda (La Base), dirigida por Bin Laden, aún no han sido derrotados y son temibles.

La Alianza «no debe descuidarse» tras la toma de Kabul, pues «la verdadera guerra contra el Talibán aún no ha sido ganada, y puede durar años», dijo el general Sergei Mayev, jefe del departamento de Blindados de las Fuerzas Armadas rusas, quien fue subcomandante del 40 Ejército ruso en Afganistán de 1986 a 1989.

El Talibán abandonó ciudades del país y entregó territorio para mantener su poder militar, y se replegó hacia la montañosa región meridional afgana con la intención de librar una guerra de guerrillas contra la Alianza del Norte y las tropas especiales estadounidenses, añadió.

Sería prematuro describir la toma de Kabul por parte de la Alianza como un éxito, opinó el legislador ruso Konstantin Kosachev.

Cualquier división entre los adversarios del Talibán debe ser evitada a toda costa, porque puede significar que Estados Unidos pierda el control de los acontecimientos en Afganistán, y que ese país vuelva a transformarse en un campo de batalla entre facciones, como ocurrió tras la retirada soviética, agregó. (FIN/IPS/tra-eng/sb/ral/mp/ip/01

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