La retirada del grupo Talibán de las principales ciudades de Afganistán aplacó el fervor por la «guerra santa» islámica que se había apoderado de muchos pakistaníes a raíz de la campaña antiterrorista de Estados Unidos.
Alí Khan, un antiguo oficial de la marina pakistaní y miembro de la etnia patán (pashtun), a la que pertenecen la gran mayoría de los Talibán, se proponía unirse a éstos en la guerra contra Estados Unidos y sus aliados.
Pero el repliegue de Talibán la semana pasada a algunas zonas del sur cambió la opinión de Khan acerca del coraje y la determinación de esa milicia fundamentalista islámica, que hasta principios de este mes gobernaba casi todo el territorio afgano.
El movimiento Talibán aseguró que su retirada de ciudades como la capital, Kabul, y la septentrional Masar i Sharif, fue «una medida estratégica». Pero Khan opina que las afirmaciones sobre el coraje de los Talibán eran «exageradas fuera de toda proporción».
«La retirada de Talibán es desmoralizante para sus partidarios en todo el mundo islámico», sostuvo Mauladad, un miembro del partido religioso de derecha Jamaat-i-Islami, que trabaja como conductor para una organización no gubernamental de Islamabad.
«Comienzo a preguntarme si los discursos sobre la resistencia de Talibán eran tan vacíos como los de (el presidente de Iraq) Saddam Hussein», agregó.
Estados Unidos comenzó el bombardeo de Afganistán el 7 de octubre, en respuesta a los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, que dejaron unos 5.500 muertos y desaparecidos.
El régimen Talibán se negó a entregar al saudí Osama bin Laden, al que Washington considera responsable de los ataques terroristas.
La rápida decadencia de Talibán en el escenario político afgano también apaciguó en el vecino Pakistán a los partidos religiosos de derecha y los grupos extremistas islámicos, que habían amenazado con derrocar al gobierno de Pervez Musharraf por brindar apoyo estratégico a Estados Unidos.
Luego de protagonizar una serie de violentas protestas callejeras en todo el país, los partidos religiosos recurren ahora a formas más pacíficas de protestas contra el régimen militar.
Del llamado a la «guerra santa», pasaron a declaraciones de condena a Islamabad en la prensa por lo que consideran la «debacle» de la política afgana que permitió a la opositora Alianza del Norte tomar la capital, Kabul.
«La retirada de Talibán fue una medida estratégica. Ahora está preparando una larga guerra de guerrillas», afirmó Munawwar Hassan, presidente interino de Jamaat-i-Islami.
«La política del gobierno paquistaní hacia Afganistán resultará en un gobierno pro-indio en ese país», advirtió.
India, el rival histórico de Pakistán, respalda a la Alianza del Norte. En cambio, los pakistaníes tienen vínculos históricos y étnicos con Talibán y recelan de la Alianza, compuesta en su mayoría por tribus no patanes.
Por su parte, el Consejo para la Defensa de Afganistán y Pakistán, una federación de 22 partidos religiosos y grupos «jihadistas» formada luego del 11 de septiembre, tiene dificultades para enfrentar al público.
Mientras algunos de sus líderes pidieron una detención inmediata de los bombardeos de Estados Unidos ahora que Talibán cayó, sus exhortaciones ya no tienen la fuerza de antes.
Los partidos religiosos que integran el Consejo intentan ahora encontrar un lugar en la política nacional en momentos en que sus patrocinadores tradicionales, los militares, toman medidas prácticas tendentes a la moderación para volverse más aceptables ante la comunidad internacional.
La mayoría de esos partidos habían idealizado al régimen de Talibán en el vecino Afganistán y reclamado un sistema islámico similar en Pakistán.
Pero tras el colapso de su fuente de inspiración la semana pasada, buscan opciones más «políticamente correctas» para asegurar su futuro político en un gobierno pos-Talibán.
Ahora, el Consejo planea enviar delegaciones de líderes religiosos a países de la región en busca de apoyo para un acuerdo pacífico y permanente que solucione la crisis afgana.
«Los principales líderes religiosos de Pakistán y otros países árabes visitarán estados vecinos a Afganistán en procura de ayuda para resolver la cuestión afgana», declaró un miembro de la federación.
Mientras, el Consejo decidió continuar con su tibia oposición a la cooperación militar pakistaní con Washington, y sostuvo que la caída de Talibán es transitoria y su retirada es una estrategia bien planificada.
Sin embargo, muchos creen que estas afirmaciones carecen de lógica y que el repliegue de Talibán fue una medida racional para detener los bombardeos aéreos de la única superpotencia del mundo.
«Ahora parece que la fuerza militar de Talibán era más imaginaria que real, sin ninguna base política, estratégica ni táctica», comentó esta semana el diario de lengua inglesa The News, de Islamabad. (FIN/IPS/tra-en/cr/mr/js/mlm/ip/01