El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, criticó a Washington por acompañar el bombardeo de Afganistán con el lanzamiento de alimentos desde el aire.
Ziegler, de nacionalidad suiza, se mofó de esa política al describirla como «una bomba, un pan, una bomba, un pan», y la consideró un «trágico error» de Estados Unidos, que viola la mayoría de las normas de la ONU para acciones humanitarias.
Esas acciones deben ser «neutrales, imparciales e inspiradas por preocupaciones humanitarias», para que quienes brindan ayuda no queden bajo sospecha de partidarismo, y por lo tanto expuestos a ataques como los que costaron la vida a funcionarios de la ONU que realizaban tareas de asistencia en Burundi y Timor Oriental.
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos lanzan alimentos sobre Afganistán en paquetes aerodinámicos, con el emblema nacional estadunidense y amarillos como las bombas de racimo que también arrojan, señaló.
Muchos de esos paquetes pueden haber caído sobre campos minados, lo cual pondría en peligro las vidas de quienes traten de recogerlos, apuntó.
El movimiento fundamentalista islámico Talibán, que controla la mayor parte del territorio afgano, «se comporta en forma escandalosa, y sólo un pequeño porcentaje de los paquetes de alimentos estadounidenses llegan a manos de civiles», agregó.
«Esto tiene que cesar», enfatizó.
El Pentágono (Ministerio de Defensa estadounidense) anunció la semana pasada que cambiaría el color de los paquetes de alimentos, pero no indicó cuándo lo hará.
El general Richard Myers, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, comentó que «por desgracia, las bombas de racimo sin detonar son del mismo color» que esos paquetes, y la población afgana «se ha acostumbrado a alejarse del amarillo».
La estrategia de «bombas y pan» ha sido recibida con escepticismo en el mundo árabe, afirmó el director ejecutivo de la emisora qatarí de televisión Al Jazeera, Sami Haddad.
«¿Se supone que los paquetes de alimentos son lanzados para alimentar a los niños, mientras los misiles y bombas de racimo buscan matar a sus padres?», preguntó.
Un portavoz de la ONU dijo a periodistas el martes que dos niños sufrieron graves heridas al recoger una «bombeta», el nombre usado para designar a cada explosivo diseminado por una bomba de racimo, en la aldea afgana de Qala Shaker, la primera en la cual se confirmó el uso de esas bombas por parte de Washington.
El Centro de Acción para Minas de la ONU en la noroccidental ciudad afgana de Herat afirma que varias aldeas están plagadas de «bombetas» sin detonar, y ha aconsejado a los habitantes de esas poblaciones que no salgan de sus casas.
Los especialistas de la ONU indicaron que cada bomba de racimo puede contener hasta 200 «bombetas», y pidieron a Washington que informe con urgencia sobre las características de los explosivos de ese tipo que lanza sobre Afganistán, para que sea posible instruir con precisión a la gente sobre las precauciones que debe tomar.
El Centro recomienda a los civiles traten de informar al personal antiminas más cercano sobre la ubicación de objetos desconocidos que encuentre, y que se abstengan de tocar esos objetos.
Ziegler expresó su deseo de que los bombardeos cesen cuanto antes, para que sea menos peligroso brindar alimentos a los siete millones de personas que los necesitan en Afganistán.
El lanzamiento de paquetes de alimentos por parte de Estados Unidos «es un gesto superficial y engañoso», sostuvo Morten Rostrup, presidente de la organización no gubernamental (ONG) humanitaria Médicos sin Fronteras, con sede en París.
Además, «es muy improbable que esa escasa asistencia llegue a los afganos más pobres y vulnerables», opinó.
«Nuestra experiencia de ayuda humanitaria durante conflictos armados, en diversos países y durante más de 30 años, nos ha enseñado que la asistencia sin destinatarios claros ni control de distribución llega muy raras veces a quienes más la necesitan, en especial si se trata de alimentos», señaló.
«Las decisiones sobre intervención humanitaria deberían basarse solamente en las necesidades de los potenciales beneficiarios, con independencia de fines militares o políticos. Si eso no ocurre, los afganos más necesitados de asistencia alimentaria y médica no la recibirán», añadió. (FIN/IPS/tra-eng/td/aa/mp/ip/01