AFGANISTAN: India y Rusia buscan un sitio en frente diplomático

La declaración sobre el terrorismo firmada en Moscú por Rusia e India es una clara señal de que esos dos paíes buscan un papel en cualquier solución política pos- Talibán para Afganistán.

El presidente ruso Vladimir Putin y el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee reafirmaron en la declaración «el papel de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la lucha contra el terrorismo», sin llegar a oponerse a la política de Estados Unidos en la materia.

Poco antes de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, Nueva Delhi y Moscú ya habían intentado con escaso éxito llamar la atención mundial hacia el crecimiento de Talibán con el activo apoyo de Pakistán, rival histórico de India y actual aliado de Washington en la «guerra contra el terrorismo».

Ahora, mediante la Declaración de Moscú y una declaración separada de India y Rusia sobre «cuestiones estratégicas», ambos países procuran que ningún miembro del grupo fundamentalista islámico Talibán tenga lugar en un futuro gobierno de Afganistán, aunque Pakistán los considere «moderados».

«Talibán moderado es una contradicción en sí mismo», declaró el canciller indio Jaswant Singh en una rueda de prensa en Nueva Delhi, indicando la oposición de su país a la idea promovida por el presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf.

Tras la firma de los documentos el martes en Moscú, Putin se quejó de la «doble moral» de la comunidad internacional en cuanto a la definición de terroristas y dijo que urgiría a Estados Unidos a incluir en la lista a los guerrilleros cachemiros respaldados por Pakistán y a los rebeldes chechenos, en Rusia.

Antes de los ataques terroristas en Nueva York y Washington, Rusia había presentado a la ONU una queja por la abierta violación por parte de Pakistán a las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad al gobierno Talibán para aislarlo.

Según el informe ruso, Islamabad había establecido en Kabul un regimiento entero y elementos de varios grupos extremistas islámicos establecidos en Pakistán y activos en Cachemira, como Harkat-ul-Mujahideen.

Los rusos no fueron los únicos que protestaron por las violaciones de Pakistán a las sanciones de la ONU contra Talibán.

Un informe publicado en julio por la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, detalló las actividades de apoyo de Pakistán a Talibán, entre ellas el financiamiento de sus operaciones, el respaldo diplomático, la planificación y dirección de ofensivas e incluso la colaboración en combates con la oposición.

«Los servicios militares y de inteligencia pakistaníes, principalmente la Dirección de Servicios de Inteligencia (ISI), contribuyen a hacer de Talibán una fuerza militar altamente efectiva», sostiene el informe.

Analistas y políticos indios, incluso el ministro de Defensa George Fernandes, criticaron la campaña de bombardeos de Estados Unidos sobre Afganistán por considerar que está destinada a garantizar la supervivencia de elementos de Talibán en un futuro gobierno, como pretende Musharraf.

Los funcionarios indios también critican la renuencia de Washington a declarar terroristas a Lashkar-e-Toiba y Jaish-e- Mohammed, los grupos militantes con sede en Pakistán más activos en la parte india de Cachemira, de acuerdo con la recomendación del fiscal general estadounidense, John Ashcroft.

Lashkar-e-Toiba reivindicó (aunque luego se retractó) el atentado suicida del 1 de octubre contra el edificio de la asamblea legislativa del estado de Jammu y Cachemira, en Srinagar, que dejó 40 muertos.

Christina Rocca, subsecretaria de Estado de Estados Unidos, aclaró el martes que ambas organizaciones militantes no habían sido declaradas terroristas todavía pero que la decisión estaba pendiente.

Cuando el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, visitó India el lunes, evitó cuidadosamente mencionar la cuestión de Cachemira, que ya fue causa de dos guerras entre India y Pakistán y es motivo de frecuentes escaramuzas fronterizas entre ambos países.

Rumsfeld aclaró que sólo hablaría del terrorismo «en sentido amplio» y formuló la vaga promesa de que su gobierno «perseguirá a las redes terroristas dondequiera que las encuentre».

«Como Estados Unidos depende del apoyo de Musharraf (para su victoria militar en Afganistán), no tiene otra opción que mantener silencio sobre Cachemira», comentó el diario indio The Hindustan Times.

La única satisfacción que ha recibido India desde el comienzo de los bombardeos, el 7 de octubre, ha sido la decisión de Musharraf -bajo aparente presión de Washington- de destituir al jefe de la ISI y ordenar el arresto de expertos nucleares vinculados con Talibán.

Pero Rumsfeld también decepcionó a aquellos que esperaban medidas para impedir que las armas nucleares de Pakistán cayeran en manos de elementos radicales al declarar que esas armas estaban en manos «responsables».

Las esperanzas de India de que Estados Unidos no se apoye demasiado en Pakistán para su guerra contra Talibán se centran ahora en el próximo viaje de Vajpayee a Washington para reunirse con el presidente George W. Bush, este viernes. (FIN/IPS/tra-en/rdr/ral/mlm/ip/01

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