La reincorporación de Yugoslavia a Interpol (Policía Internacional) impulsa el combate contra organizaciones criminales que hicieron del país un santuario del tráfico de drogas, armas y personas, cuyos beneficios también financian actividades terroristas.
Yugoslavia fue expulsada de Interpol en 1992, como parte de las sanciones que la comunidad internacional impuso al régimen encabezado por Slobodan Milosevic por su participación en las guerras de secesión de Croacia y Bosnia-Herzegovina.
El derrocamiento en 2000 de Milosevic, actualmente juzgado por el Tribunal Internacional de La Haya para los Crímenes de Guerra de Yugoslavia, permitió el reingreso de la nueva Federación de Yugoslavia (Serbia y Montenegro) a Interpol, entre otros organismos internacionales.
El país fue formalmente aceptado en la Asamblea General de Interpol, que nuclea a las fuerzas policiales de 179 países, celebrada en Bucarest a fines de septiembre.
Durante los años 90, las guerras, la crisis económica y el vacío de poder facilitaron la proliferación de redes criminales.
«Los delincuentes hicieron de Yugoslavia su paraíso. Pero el delito no conoce fronteras. Criminales de varias nacionalidades, religiones y tendencias políticas trabajan juntos», sostuvo el ministro del Interior, Zoran Zivkovic.
Una de las primeras tareas de la oficina yugoslava de Interpol será rastrear 150.000 automóviles robados en Europa occidental y cuyo valor suma 1.000 millones de dólares. «Trabajaremos con las policías y las compañías de seguros nacionales para hallarlos», explicó Milan Obradovic, nuevo director de Interpol Yugoslavia.
La mayoría de los vehículos son robados en Alemania y llevados a Yugoslavia a través de Croacia o Bosnia-Herzegovina.
Interpol también señala la necesidad de combatir el contrabando de drogas, especialmente en la meridional provincia de Kosovo, donde proliferan las bandas albanesas que venden armas y controlan 70 por ciento del tráfico de heroína en Alemania, Austria, Suiza y los países escandinavos, según el organismo.
Kosovo, una provincia de población mayoritariamente albanesa, permanece bajo control de la fuerza de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte desde 1999, cuando los bombardeos de la alianza militar contra Serbia obligaron a las tropas de Milosevic a retirarse.
Los beneficios del narcotráfico originado en los Balcanes financian actividades terroristas en todo el mundo. Las células terroristas utilizan las redes delictivas para reunir fondos para sus atentados, afirma Interpol.
«Kosovo está fuera de nuestra jurisdicción. Quienes la gobiernan probablemente tengan sus razones para hacer la vista gorda sobre lo que está pasando», dijo Zivkovic.
«Nuestro próximo paso será cooperar e intentar trabajar junto con la policía de la ONU. La batalla contra el crimen organizado no debería mezclarse con la política», sostuvo Obradovic.
El tráfico de personas está muy extendido en Croacia, Bosnia y Yugoslavia, e inclusive en Kosovo, afirma un estudio de la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OSCE).
Miles de emigrantes de Afganistán, China, Sri Lanka, Irán e Iraq llegan a la región de los Balcanes, donde organizaciones de contrabandistas los trasladan a Italia y a otros países europeos.
Varias bandas secuestran y venden a jóvenes mujeres de Europa oriental, cuyos sueños de una vida mejor se esfuman en los prostíbulos donde terminan recluidas.
Entre 175.000 y 500.000 mujeres fueron forzadas a la prostitución en los Balcanes desde comienzos de los años 90, generando beneficios de millones de dólares a las redes de traficantes, estima la OSCE.
«No podríamos embarcarnos en la lucha contra el contrabando de personas sin acceso a la amplia red de Interpol. Aunque nuestra policía sabía lo que pasaba y trataba de evitar algunos delitos, no podíamos hacer mucho», arguyó Obradovic.
«Ahora estamos conectados a la Oficina Central de Interpol en Lyon, Francia. En cuestión de minutos podemos compartir la información de su base de datos con los otros 178 países que la integran», explicó Zivkovic.
El acceso a esa base de datos permitirá así mismo rastrear el camino de valiosas piezas de arte robadas en Europa occidental e introducidas al país en los años 90.
Las autoridades intentan establecer si algunas obras de los artistas franceses Marc Chagall (1887-1985) y Auguste Renoir (1841- 1919) robadas en Suiza terminaron en la colección privada de Milosevic y su familia, informó Sreten Lukic, alto funcionario policial. (FIN/IPS/tra-eng/vpz/dc/ip/0