La crisis de las compañías aéreas, agravada por la depresión causada por los atentados terroristas en Estados Unidos, llegó a la española Iberia, cuyo presidente, Xavier Irala, anunció hoy medidas de ajuste con probable reducción de personal y de vuelos.
Con la notoria excepción de las aerolíneas de China, las grandes transportadoras aéreas del mundo se encontraron ante las puertas de la crisis el mismo 11 de septiembre, después de los atentados perpetrados en Nueva York y Washington.
La crisis se desató con la cancelación de reservas de vuelos por el temor a nuevos atentados y con la caída de las bolsas y mercados financieros, que anticipó un enfriamiento de la economía mundial. La rebaja de tasas de interés dispuesta por la Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos no ha nejorado de momento la situación.
Este miércoles, además del anuncio de Irala, se produjo la suspensión de pagos de la aerolínea belga Sabena. Esta empresa mantenía un conflicto con la suiza Swissair, que posee el 49,5 por ciento de su capital y que días atrás anunció que se desprendería de parte de esas acciones.
La crisis en el mercado mundial apresuró el proceso y desembocó en la suspensión de pagos de Sabena, que podría ir acompañada en los próximos días de disminución de vuelos y medidas de ajuste interno.
Además, el gobierno belga iniciará acciones contra Swissair, su filial Crossair y los bancos UBS y Crédit Suisse, que participaron en el frustrado plan de salvación de Sabena.
Mientras, Swissair interrumpió sus vuelos el martes, dejando inmovilizados sus 76 aviones y a 18.000 pasajeros en tierra, en especial en los aeropuertos suizos de Zurich y Ginebra.
La suspensión, según un portavoz de la compañía, se debe a que sus proveedoras de combustible, British Petroleum y Shell, le negaron nuevas entregas por las elevadas deudas que mantiene con ellas.
Esto ocurrió a pesar de que los dos principales bancos de Suiza, UBS y Credit Suisse, abrieron el lunes un crédito de 845 millones de dólares para ayudar a salvar la compañía.
Swissair mantiene una deuda superior a los 10.000 millones de dólares, a pesar de lo cual sus directivos confiaban en sacarla adelante. Pero los atentados terroristas en Estados Unidos influyeron de manera negativa y ya se está hablando del probable despido de 7.000 trabajadores de la compañía, sólo en Suiza.
La falta de liquidez de la aerolínea suiza llegó al extremo de que dos de sus aviones que se dirigían el martes hacia Londres debieron regresar a Zurich, pues las autoridades aeroportuarias londinenses les negaron el permiso de aterrizaje por el impago de las tasas respectivas.
En España, Iberia se enfrenta a nuevos problemas, además de las huelgas que vivió en meses anteriores por conflictos salariales y de condiciones de trabajo con sus empleados y, en especial, con sus pilotos.
Irala dijo este miércoles que la empresa se dispone a afrontar el futuro con frialdad y «con un ajuste de planes que reduzcan su capacidad», como consecuencia de la nueva situación creada tras los atentados del 11 de septiembre.
El empresario no aseguró que habrá despidos, aunque lo consideró probable. Ante ello, los sindicatos se declararon en alerta.
En el otro extremo, China contradice el aspecto sombrío de Europa y América. El gobierno de ese país respaldó el martes la compra de 30 aviones Boeing 373, por un valor superior a los 1.500 millones de dólares.
Los aviones serán destinados a China Southern Airlines, China Eastern Airlines, Hainan Airlines y Shangai Airlines. La operación significa un respiro para Boeing, que ya está afectada por la reducción de operaciones de Lan Chile, American Airlines, British Airways e Iberia.
Similares problemas atraviesan las tres aerolíneas japonesas, que han perdido unos 90 millones de dólares en los 10 días siguientes a los atentados y la francesa Air France, que también en esos 10 días perdió 50 millones de dólares. (FIN/IPS/td/ff/tr/01