SUDAN: Proceso de paz otra vez bajo amenaza

Los esfuerzos por poner fin en Sudán a una guerra de 18 años están en riesgo, debido a la amenaza del gobierno islámico de retirarse de las negociaciones con los rebeldes que luchan por la autodeterminación del sur.

Las conversaciones entre las partes, auspiciadas por la Autoridad Intergubernamental de Desarrollo (IGAD), fueron pospuestas dos veces en los últimos dos meses, y todavía no se fijó fecha para la nueva ronda.

IGAD es un organismo regional con sede en Nairobi, integrado por Kenia, Sudán, Etiopía, Somalia, Djibouti, Uganda y Eritrea.

Las negociaciones se derrumbaron el 24 de septiembre, cuando Jartum manifestó su preocupación por asuntos relacionados con los atentados del 11 de ese mes en Estados Unidos y dijo precisar tiempo para consultar con Daniel Arap Moi, presidente de Kenia y de IGAD.

Luego cayó la bomba: el gobierno central amenazó con retirarse de las negociaciones, alegando que había perdido confianza en ellas.

El asesor de paz de Jartum, Ghazi Salah Din Atabani, declaró a la prensa este mes en Nairobi, Kenia, que su gobierno daría a IGAD «una última oportunidad».

Otros funcionarios de gobierno dijeron en Jartum que las negociaciones, que ya llevan ocho años bajo la conducción de IGAD, no han logrado ningún acuerdo pacífico con el insurgente Ejército Popular para la Liberación de Sudán (SPLA).

La embajada sudanesa en Nairobi reiteró la posición de Atabani, pero aprobó las consultas con un enviado de IGAD que viajará a Jartum este jueves para intentar fijar una fecha para la próxima ronda de negociaciones.

«El gobierno de Sudán aprueba la visita del enviado a Jartum y reitera su posición de otorgar al proceso de paz auspiciado por IGAD una oportunidad más para alcanzar un acuerdo final», dice la declaración de la embajada.

La iniciativa de paz de IGAD, lanzada en 1993, logró establecer los puntos clave de negociación en su «declaración de principios».

Sin embargo, desde 1996 el proceso se deterioró debido a desacuerdos sobre la separación de religión y Estado y la autodeterminación para los sureños, de mayoría cristiana animista, que constituyen 35 por ciento de la población nacional de 32 millones.

Para impedir el colapso del proceso de paz, el organismo regional anunció la intensificación de las negociaciones.

«Hay cierta impaciencia con respecto al proceso, porque las conversaciones no han sido sostenidas», admitió una portavoz de la secretaría de IGAD en Nairobi.

«La falta de intensidad de las negociaciones no ha ayudado. Cuando no se compromete demasiado en materia de tiempo, es difícil alcanzar un acuerdo», dijo a IPS en una entrevista telefónica.

Por otra parte, el SPLA sostuvo que la impaciencia de Jartum hacia el proceso de paz forma parte de una «campaña de decepción masiva» del gobierno islámico, que continúa cometiendo graves violaciones a los derechos humanos en el sur de Sudán.

El gobierno central bombardea en forma rutinaria iglesias, escuelas y centros de ayuda alimentaria en el sur, añadió.

Al menos dos millones de personas han muerto en la guerra civil, que recrudeció en 1983 cuando el presidente Gaafar Numeiri impuso la «sharia» o ley islámica en todo el país, incluso sobre la población cristiana del sur.

El general Omar Al Bashir, que tomó el poder en un golpe de Estado en 1989, descartó la posibilidad de revertir la imposición de las leyes islámicas, que prevén la amputación de miembros a los ladrones, la lapidación a las adúlteras y azotes para quienes consuman alcohol.

«Tras evitar la reunión con IGAD el 24 de septiembre, el gobierno dejó claro públicamente que ya no está interesado en una resolución pacífica del conflicto», declaró Samson Kwaje, un portavoz del SPLA en Nairobi.

La elección de Atabani -quien promovió una retirada del gobierno de las negociaciones por 33 meses, entre 1994 y 1997- para dirigir la oficina de paz de Jartum forma parte del plan gubernamental de terminar con IGAD, arguyó el grupo rebelde.

El gobierno central fue criticado en los últimos dos años por favorecer una iniciativa paralela auspiciada por Libia y Egipto, que el SPLA desechó por considerarla parte de un plan árabe contra el proceso de IGAD.

La propuesta libio-egipcia no menciona la cuestión de la separación de religión y Estado ni la autodeterminación, puntos cruciales para los sureños.

Para que el proceso de paz tenga éxito, IGAD debe reformarse e incluir otros grupos de interés del norte y el sur que actualmente no participan de las negociaciones, opinó el analista político Akasha Alsayeed Akasha.

«Ni el SPLA representa a los intereses de todos los grupos del sur ni el gobierno islámico representa plenamente el fragmentado paisaje político del norte», dijo a IPS.

«IGAD no puede continuar en el mismo rumbo. Ha llegado la hora de pensar en un mecanismo que dé lugar a otras fuerzas políticas del sur y del norte, en una iniciativa que propicie una paz duradera en Sudán», concluyó Akasha. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/mlm/ip/01

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