SALUD-SWAZILANDIA: Comunidades asisten a huérfanos del sida

Alcaldes de Swazilandia pusieron en marcha un programa para asistir a decenas de miles de niñas y niños huérfanos por el sida, que afecta a la cuarta parte del millón de habitantes del pequeño país de Africa austral.

El proyecto gestado en la central ciudad de Manzini tiene como objetivo detectar y asistir a niños y niñas cuyos padres murieron de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y que deambulan por las áreas urbanas.

El programa recibió el 4 de este mes el Premio a la Acción contra el Sida de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) por su original vinculación de la acción local con la política nacional y los actores internacionales.

El reino de Swazilandia careció hasta 1999 de datos confiables sobre el alcance de la epidemia. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) proporcionó entonces el primer estudio amplio sobre el impacto del sida en este pequeño país.

El estudio mostró que 25 por ciento de los habitantes eran portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida), lo cual tiene graves consecuencias económicas y sociales. Al cabo de 2002, 35.000 niños y niñas habrán quedado huérfanos por el mal, de acuerdo al informe.

El sistema tradicional de seguridad social que incorpora a niños y niñas huérfanas a familias extendidas se encuentra ya sobresaturado. Los huérfanos se marchan a las áreas urbanas, donde viven en las calles. Allí, mendigan y roban para sobrevivir.

En Manzini, con 50.000 habitantes, niñas y niños abandonados se nucleareon en el asentamiento irregular de Skoom, ya habitado por población desposeída: madres solteras y ancianos sin sustento cuyos hijos también murieron de sida.

La acción propuesta surgió del sacerdote católico y educador Larry McDonnell, que desarrolla su actividad en el vecindario.

«Los beneficiarios del proyecto piloto son una gota en el océano comparados con las decenas de miles de huérfanos que necesitan asistencia, niñas y niños que ni siquiera sabemos dónde están», dijo MacDonnell, quien lleva 30 años dedicado a la educación de niños de la calle.

«Encuestadores voluntarios recorrieron Skoom para determinar el número y la ubicación que los niños cuyos padres y madres murieron de sida. El estudio fue el primer paso para identificar a niños y niñas que requerían ayuda», relató el alcalde de Manzini, Fikile Mthembu.

«En la mayoría de los casos, la causa de muerte es desconocida, pero dado el peso del sida en la sociedad swazi, la presunción es clara», agregó.

La cobertura que la prensa dio al resultado del estudio permitió a los residentes de Manzini conocer la realidad del excluido vecindario.

Mthembu y el administrador del centro comercial de la ciudad, el australiano Terry Parker, encabezaron los esfuerzos por obtener apoyo local, nacional e internacional para el programa.

Así nació la Iniciativa de Alcaldes Africanos para la Acción Comunitaria contra el Sida en el Ambito Local (Amicall), que se intenta aplicar en varias ciudades swazis.

«La gran pregunta es si podremos multiplicar este programa en todo el reino. Creemos que sí, porque se apega a las costumbres swazis y funciona mediante consultas con los líderes tribales. Apelamos al sentido comunitario y solidario nacional», dijo Pholile Dlamini, de la Organización de Ayuda contra el Sida.

El desafío es mantener el abordaje comunitario en las zonas urbanas, donde la migración afectó los lazos de la población con sus aldeas locales.

«Aquí (en la ciudad) no podemos acudir al jefe tribal, sino a un concejal que responda por sus votantes. En Manzini y en otras ciudades hay una respuesta positiva a la necesidad de suministrar tutores a los huérfanos ubicados e identificados», agregó.

El sistema coordinado de equipos municipales forma parte del plan gubernamental de lucha contra el sida 2000-2005 y cuenta con apoyo financiero y técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El estado de abandono de la infancia huérfana en las ciudades alarmó a la población. Los líderes tribales sostienen que esa fue la razón por la cual el rey Mswati III reintrodujo el «umcwasho», un conjunto de normas que incluyen un voto de castidad por cinco años para las adolescentes que alcanzan la madurez sexual.

Funcionarios sanitarios consideraron que se trata de un buen camino para reducir la infección de VIH.

Pero otros sectores ven la medida con escepticismo. Thembi Shongwe, residente de Manzini de 18 años que se vería alcanzada por la «veda sexual», se preguntó si el brusco retorno a una moralidad perimida puede tener algún efecto entre las jóvenes de la actualidad.

«¿Qué pasa con los muchachos? Si ellos no efectúan un voto de castidad, será mucho más difícil para las jóvenes», sostuvo.

Tal como expone el debate sobre el umcwasho, el país busca a tientas políticas para combatir el enorme flagelo del sida.

No obstante, el programa de asistencia municipal a los menores es considerado por el PNUD como una iniciativa que debería extenderse a todo el continente africano. (FIN/IPS/tra- eng/jh/mn/dc-mj/he/01

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