Un programa del gobierno y de municipios de Brasil puede constituirse en ejemplo de combate contra la malaria, tras lograr una reducción de 43 por ciento de los casos registrados en el primer semestre del año respecto de los del mismo periodo de 2000.
Las estadísticas señalan que los casos de malaria bajaron de 333.000 entre enero y junio de 2000 a 140.000 en el mismo periodo de este año, cambiando la tendencia de fuerte aumento registrada desde 1998, gracias al Plan de Intensificación del Control de la Malaria en la Amazonia (PIACM) puesto en marcha hace 15 meses.
La Amazonia brasileña, un área boscosa que ocupa más de la mitad del territorio del país, concentra 99,7 por ciento de la incidencia de la malaria, según la Fundación Nacional de Salud (Funasa), organismo del Ministerio de Salud que ejecuta el PIACM y otras acciones contra enfermedades endémicas.
La malaria, también llamada paludismo, es endémica en muchas partes del mundo, en ambientes tropicales húmedos donde abundan las aguas estancadas, y sus víctimas son los habitantes más pobres de los países pobres, que generalmente carecen de servicios sanitarios básicos.
La enfermedad, que mata a tres millones de personas por año, es trasmitida por el mosquito Anopheles, que vive hasta los 3.000 metros de altura e inocula el parásito plasmodium en el organismo humano
La alarma se encendió en Brasil en 1999, cuando se registraron 630.747 casos, 34,21 por ciento más que en 1998, cuando la tendencia al aumento se había manifestado después de varios años de declinación.
Así, las autoridades esperan alcanzar este año una reducción de 50 por ciento. Ese vuelco se debe a que el gobierno priorizó a la atención del problema, implementando una serie de acciones en conjunto con los municipios, explicó a IPS el coordinador del PIACM, José Lázaro de Brito Ladislau.
El PIACM prevé la capacitación de 20.000 personas, aumento del personal técnico, la ampliación de casi 60 por ciento de la red de laboratorios de diagnóstico, compra de vehículos y equipos y, en especial, el fortalecimiento de los organismos sanitarios municipales.
La rapidez del diagnóstico y el tratamiento inmediato para interrumpir la cadena de contagio es decisivo para controlar la epidemia, comentó De Brito Ladislau. Por eso se aumentó 58 por ciento la cantidad de laboratorios distribuidos en la Amazonia.
La capacitación y actuación de los agentes comunitarios de salud, que actúan en estrecho contacto con la población, es otro factor importante en esta tarea.
Los síntomas de la malaria se manifiestan unos 12 días después de que el mosquito contaminado picó al paciente. Cuatro días después, si esa persona no es tratada debidamente, se convierte en transmisor del parásito que causa la enfermedad, detalló Adonias Correia da Silva, técnico de laboratorio.
Da Silva, que trabaja en la Funasa hace 16 años, se desempeña en Paragominas, uno de los municipios más afectados del estado de Pará, que concentra 45 por ciento de los casos del país.
Pero Paragominas, con 70.000 habitantes, también es uno de los municipios más exitosos en la lucha contra la malaria, pues logró reducir a un tercio en el primer semestre del año los 8.400 casos registrados en igual lapso de 2000, según Amiraldo Pinheiro, coordinador de control de endemias en Pará.
Hay comunidades rurales, asentadas hace pocos años, donde «100 por ciento de las personas estaban contaminadas», dijo da Silva a IPS.
Los resultados positivos en el combate contra la enfermedad se alcanzaron aumentado de dos a seis los laboratorios del municipio, instalándolos en los lugares más afectados y capacitando más de 60 nuevos agentes comunitarios de salud, señaló.
En el pasado, la mitad de los exámenes daban positivo, pero esa proporción «bajó a menos de 30 por ciento», lo cual da cuenta del mayor cuidado de las personas ante cualquier sospecha de estar afectada de malaria, ya sea porque tiene «fiebre o dolor de cabeza», lo cual mejora el control, observó el técnico.
La mejor estructuración de los servicios municipales, objetivo de la política de descentralización, asegura la «sustentabilidad» del PIACM, destacó De Brito Ladislau, un médico sanitarista que hace 23 años trabaja en la Funasa.
La historia de la malaria en Brasil registra avances y retrocesos.
En la década del 40, la malaria atacaba a uno de cada siete brasileños y se registraban un promedio de seis millones de casos anuales, pero una fuerte campaña preventiva logró reducir la cantidad de afectados hasta unos 100.000 anuales.
Sin embargo, la incidencia de la enfermedad volvió a crecer en la década del 70 a raíz del aumento de la población de la Amazonia, estimulada por el gobierno.
Por suerte, los tipos de malaria existentes en Brasil son menos letales que los de Africa. Las muertes registradas por Funasa se limitaron a 187 en 1999 y 132 el año siguiente.
La nueva orientación es no repetir campañas intermitentes, sino establecer un control permanente, basada en servicios municipales y en una red de vigilancia que permita la actuación de los organismos centrales en los puntos críticos, destacó el coordinador del PIACM.
De Brito Ladislau indicó que la malaria se expande con el movimiento de la población, y 60 por ciento de los casos se concentran en los nuevos asentamientos rurales, establecidos por la reforma agraria.
La construcción de grandes centrales hidroeléctricas también provoca situaciones de riesgo, pues atrae a miles de trabajadores y sus familias a localidades sin saneamiento.
La experiencia reveló que estructuras locales de control son más eficaces, lo cual permite prever una reducción más acentuada de la incidencia de la malaria, al concretarse todas las medidas previstas en el plan hasta el próximo año, concluyó el médico. (FIN/IPS/mo/dm/he/01