Los principales participantes en la guerra civil de República Democrática del Congo (RDC) resolvieron boicotear las conversaciones de paz comenzadas el lunes en Adis Abeba, y el conflicto tiende a agravarse.
El presidente de RDC, Joseph Kabila, y el líder del Movimiento de Liberación del Congo, Jean-Pierre Bemba, no participan en el Diálogo Intercongoleño que se lleva a cabo en Etiopía, y el principal dirigente de la Unión Congoleña por la Democracia, Adolphe Onusumba, estuvo ausente de la reunión inaugural.
El grupo insurgente de Bemba controla las regiones septentrional y nororiental de RDC, y el de Onusumba, con sede en la oriental ciudad de Goma, cercana a la frontera con Ruanda, domina las regiones oriental y central, incluyendo la centroseptentrional ciudad de Kisangani, la cuarta del país.
El principal obstáculo en las conversaciones de paz es que los los insurgentes piden que se forma un gobierno de transición como condición para acordar un cese de hostilidades, y Kabila no acepta dejar la presidencia.
El domingo, un día antes de la sesión inaugural en Adis Abeba, Kabila dirigió un mensaje a la nación en el cual aseguró que permanecerá en su cargo hasta que su gobierno realice elecciones presidenciales.
«Durante 11 años, el pueblo se ha hartado de interminables transiciones, Mi papel es conducir al pueblo hacia elecciones que resolverán de una vez por todas la cuestión de la legitimidad institucional», enfatizó.
Esa fue la respuesta de Kabila a una declaración conjunta de los insurgentes dada a conocer en Goma, en la cual afirmaron que la presidencia estaría «vacante» durante un periodo de transición.
El mandatario asumió el gobierno este año tras el asesinato de su padre, Laurent Kabila, quien había tomado el poder en septiembre de 1997 tras encabezar un movimiento insurgente que derrocó a Mobutu Sese Seko, dictador desde 1965.
Los 11 años de transiciones a los cuales se refirió el actual presidente comenzaron en abril de 1990, cuando Mobutu anunció el fin del sistema de partido único y prometió realizar elecciones libres en el plazo de un año. Desde entonces, una sucesión de conflictos armados ha postergado la democratización.
Jean-Pierre Ondekane, jefe militar de los insurgentes encabezados por Onusumba y apoyados por el gobierno de Ruanda, dijo en Addis Abeba que el mensaje de Kabila intentaba bloquear las negociaciones, y que su grupo «tomará las armas de nuevo y marchará hacia Kinshasa» si el diálogo fracasa.
Los diarios de RDC agotan sus ediciones desde la semana pasada, debido a la avidez de la población del país por conocer el desarrollo de la conferencia de Adis Abeba, pero las esperanzas sobre el resultado de ese encuentro disminuyen con rapidez.
Varios medios de comunicación enviaron periodistas a la sesión inaugural del diálogo, con apoyo de la misión observadora que mantiene en el país la Organización de las Naciones Unidas.
Grandes cantidades de personas se reúnen en la capital en torno a cualquier periódico expuesto al público, para leer por lo menos los titulares de portada y discutir las noticias del día, con temor de que el fracaso del diálogo conduzca a la reanudación del conflicto armado.
Nuevas amenazas para la paz han surgido en las provincias orientales de Kivu Septentrional y Kivu Meridional, fronterizas con Ruanda, ya que el grupo encabezado por Onusumba planteó en Adis Abeba que se discuta la nacionalidad de las personas de esas provincias con ascendencia ruandesa.
IPS asistió a una de esas discusiones callejeras, frente a la embajada de Bélgica en Kinshasa.
«Kabila llegó al gobierno en forma ilegal y debería renunciar. No estamos en una monarquía», sostuvo el vendedor de periódicos Musa Tiembe, de 25 años de edad.
Tiembe opina que la transición debería ser conducida por Etienne Tshisekedi, líder de la Unión por la Democracia y el Progreso, uno de los grupos que se opuso al régimen de Mobutu.
«Kabila ha estrangulado el debate político y quiere permanecer en el poder por cualquier medio. Basta leer su discurso para verlo», sostuvo.
«Hay que dejar que el niño haga su trabajo», replicó un hombre mayor que Tiembe llamado Mukendi. Muchos habitantes de Kinshasa llaman «el niño» al presidente, debido a que sucedió a su padre.
«Es verdad que su llegada al poder no tuvo nada de democrático, pero hay que aceptar que gracias a él se lleva a cabo el Diálogo Intercongoleño, y el país vuelve a ser habitable poco a poco», arguyó.
«Normalizamos las relaciones con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y países como Francia y Bélgica consideran de nuevo la posibilidad de ayudarnos. Además, hemos visto las obras de Tshisekedi, y no parece ser una persona muy capaz», añadió.
La discusión se centró con rapidez en la contraposición de los méritos de Kabila y Tshisekedi, como si ellos fueran las únicas personas con posibilidades de gobernar.
La idea de que un comandante rebelde llegue al gobierno parece impensable en Kinshasa, debido al vívido y doloroso recuerdo de las atrocidades cometidas por insurgentes durante las guerras civiles, incluyendo las de las fuerzas encabezadas por Laurent Kabila.
Hace unos 10 días, la gente quedó estupefacta al enterarse de que estaba en la ciudad Ernest Wamba dia Wamba, líder de la Unión Congoleña por la Democracia-Movimiento de Liberación, un grupo insurgente que tiene raíz común con el encabezado por Onusumba, pero está enfrentado con éste en la actualidad.
Dia Wamba se reunió con Kabila y con el mediador en el proceso de paz, Quett Masire, ex presidente de Botswana. (FIN/IPS/tra- eng/jk/sz/mn/mp/ip/01