La población de la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire) confía en que las próximas conversaciones nacionales de paz marquen el comienzo del fin de una devastadora guerra civil de tres años.
«Tengo esperanzas. Todos los congoleños están dialogando hoy y tendremos paz mañana, porque estamos decididos», manifestó Salima Kabagambe, del grupo rebelde Asamblea Congoleña por la Democracia – Movimiento de Liberación (RDC-ML), respaldado por Uganda.
Ruanda y Uganda respaldan a distintas organizaciones insurgentes que luchan contra el gobierno congoleño.
Se prevé que el diálogo nacional, que comenzará el 15 de octubre en la capital de Etiopía, Addis Abeba, marque un nuevo futuro político para el tercer país más grande de Africa, con 60 millones de habitantes.
Unos 400 delegados planean redactar una nueva Constitución y discutir la integración de los insurgentes al nuevo gobierno y ejército.
También conversarán sobre la seguridad en la región y determinarán modos de reunificar los territorios controlados por el gobierno y por la oposición.
Se espera que el diálogo de Addis Abeba produzca planes para un gobierno de transición que prepare a la RDC para las segundas elecciones democráticas de su historia.
«Tendremos un gobierno de transición durante las negociaciones. Es por eso que intentamos incluir a diferentes grupos: insurgentes, partidos políticos, sociedad civil; todos juntos para que las decisiones puedan poner fin a la guerra», dijo Moise Nyarugabo, de RCD-Goma, el principal grupo rebelde, respaldado por Ruanda.
Los participantes de las conversaciones, que durarán 45 días, tendrán una opinión de peso sobre la composición del próximo gobierno.
Sin embargo, todavía no está claro quiénes participarán. Hasta ahora, sólo están invitados los grupos rebeldes respaldados por Uganda y Ruanda que firmaron en 1999 un acuerdo de paz en Lusaka, la capital de Zambia.
Pero la reanudación de los combates en la zona oriental de la RDC, controlada por insurgentes, puso de relieve la importancia de hacer el proceso de paz lo más inclusivo posible.
La guerra involucra también a milicianos congoleños mayi mayi, extremistas hutu de Ruanda y rebeldes de Burundi, pero ninguno de ellos son signatarios del pacto de Lusaka.
Los firmantes de ese acuerdo serán quienes decidan sobre los participantes. En una reunión preparatoria realizada en Nairobi, se acordó la necesidad de incluir en el diálogo a los mayi mayi, fuerzas de defensa congoleñas establecidas para combatir a la ocupación ruandesa, pero el RDC-Goma se opone.
Los problemas en el este de la RDC están íntimamente ligados con los de sus vecinos Ruanda y Burundi, ya que rebeldes de ambas naciones vecinas utilizan a este país como base para atacar a sus respectivos gobiernos en Kigali y Kinshasa.
Modeste Bahati Lukwebo, presidente de un grupo pacifista civil organizador de la reunión de Nairobi, cree que los mayi mayi depondrán sus armas cuando las fuerzas ruandesas se hayan retirado de Congo, pero Ruanda ya advirtió que no se retirará hasta que se atiendan sus preocupaciones de seguridad.
«Estamos listos para la paz y para replegar nuestras tropas de la RDC, pero nos preocupa la existencia de los interahamwe, que amenazan la paz en Ruanda», declaró el presidente ruandés Paul Kagame.
Tropas ruandesas invadieron la RDC en persecución de las milicias interahamwe, integradas por extremistas hutus responsables del genocidio de 1994 en Ruanda, en que murieron hasta un millón de tutsis y hutus moderados.
El aliado congoleño de Ruanda, RCD-Goma, coincidió en la necesidad de desarmar a los interahamwe.
«Es muy importante para nuestra seguridad. Los interahamwe no sólo matan ruandeses, sino también congoleños», aseguró Nyarugabo.
Así mismo, acusó al presidente Joseph Kabila de fortalecer a los milicianos con hombres, armas y municiones.
«Kabila todavía los usa. Ha transferido la guerra desde la línea de frente hacia el este. (Los interahamwe) pelean para él», afirmó Nyarugabo, pero Vital Kamerhe, comisionado general del gobierno congoleño, lo negó tajantemente.
Los interahamwe «no son de modo alguno aliados del gobierno de Kabila», afirmó Kamerhe.
El acuerdo de paz de Lusaka prevé la desmovilización, el desarme, la reintegración y la repatriación voluntarias de los grupos rebeldes.
Como el desarme es voluntario, Kamerhe consideró vital que Kagame cree una atmósfera de libertad política que permita el retorno de los milicianos hutus exiliados.
«Ruanda debe permitir que los hutus regresen y participen del poder», exhortó. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/mlm/ip/01