El apoyo de Pakistán a un gobierno representativo en Afganistán es otra señal del alejamiento de Islamabad del grupo extremista islámico Talibán, su antiguo aliado, que gobierna 95 por ciento del territorio afgano.
«Acordamos que el gobierno sucesor de Talibán debe ser de base amplia e incluir a todos los grupos étnicos», declaró el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, en una conferencia de prensa luego de su reunión con el presidente pakistaní Pervez Musharraf, el viernes.
Blair realizó una visita de pocas horas a Islamabad en el marco de su campaña por afianzar una coalición internacional contra el terrorismo encabezada por Estados Unidos, que el 11 de septiembre sufrió devastadores atentados en Nueva York y Washington. Posteriormente, se dirigió a la vecina India.
Mientras el presidente estadounidense George W. Bush convenció a Pakistán de prestarle apoyo estratégico para capturar en Afganistán al saudí Osama bin Laden, el principal sospechoso de los atentados, Blair consiguió de Islamabad respaldo político contra las redes terroristas.
«Los talibanes, que no están dispuestos a ceder un ápice, frustraron todos nuestros esfuerzos por lograr un acuerdo pacífico y evitar un ataque de Estados Unidos contra Afganistán» entregando a Bin Laden, lamentó un funcionario de la cancillería pakistaní, que solicitó reserva.
El funcionario hacía referencia a las gestiones de dos delegaciones pakistaníes ante los líderes talibanes, que volvieron a Islamabad con las manos vacías.
Musharraf, por su parte, dio las primeras señales de molestia de su gobierno hacia los talibanes en entrevistas con dos cadenas internacionales de televisión.
El mandatario dijo que los días de Talibán están «contados» debido a su postura rígida en una situación crítica que requiere prudencia y no reacciones emocionales.
Islamabad retiró a su personal diplomático de Kabul y otras ciudades afganas citando razones de seguridad, pero descartó una ruptura de las relaciones diplomáticas con Afganistán y actualmente es el único país que reconoce oficialmente al gobierno de los talibanes.
Informes de prensa sugirieron esta semana que Pakistán intenta dividir a las filas de los talibanes impulsando a líderes moderados que podrían derrocar al líder supremo del movimiento, el mulá Mohammad Omar.
Los moderados servirían a Pakistán porque «podrían llegar a un acuerdo con Estados Unidos sobre Bin Laden y así evitar una guerra devastadora en la región», opinó Rahimullah Yusufzai, un analista de asuntos afganos, en un artículo periodístico.
Musharraf expresó a Blair su interés en que la etnia patán, con afinidad social, cultural y religiosa con los paquistaníes, tenga representación en cualquier gobierno futuro de Afganistán. Blair respondió que «todos los grupos étnicos» deberían estar representados.
«Pakistán está haciendo un buen negocio. Sacrifica a Talibán y a cambio trata de obtener beneficios económicos y también un gobierno moderado y amigo en Afganistán», opinó un investigador del Instituto de Estudios Estratégicos de Islamabad.
«En el ámbito diplomático, todas son ganancias para Islamabad», agregó. (FIN/IPS/tra-en/mr/js/mlm/ip/01