El gobierno que surja de las elecciones del domingo en Nicaragua tendrá que lidiar en los próximos cinco años con la extendida pobreza y otros severos problemas sociales, y con una economía en bancarrota.
Unos 2,7 millones de nicaragüenses concurrirán a las urnas para elegir al sucesor del presidente Arnoldo Alemán, al vicepresidente, a los 80 diputados del Congreso legislativo unicameral y a 20 representantes para el Parlamento Centroamericano.
Especialistas y dirigentes consultados por IPS coincidieron en que el partido vencedor en los comicios tendrá que hacer un llamado a todas las fuerzas políticas, sociales, civiles y hasta a los militares para diseñar un plan de emergencia nacional.
«El próximo presidente recibirá un país en silla de ruedas», postrado por una «inmensa crisis económica, institucional y ética», dijo a IPS Virgilio Godoy, quien ocupó la vicepresidencia en el gobierno de Violeta Chamorro (1990-1996) y es uno de los políticos de mejor imagen pública en el país.
Sin embargo, «no tenemos información que nos permita ser optimistas, pues los dos principales candidatos a la presidencia dan la impresión de ser enemigos irreconciliables», añadió.
Los postulantes que señala Godoy son el empresario Enrique Bolaños, del gobernante Partido Liberal Constitucionalista, de derecha, y el ex presidente Daniel Ortega, de Convergencia Nacional, integrada por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional y el Partido Unidad Socialcristiana.
El tercer aspirante a gobernar Nicaragua, pero que en las consultas recoge apenas entre tres y cinco por ciento de adhesiones, es Alberto Saborío, del derechista Partido Conservador.
Las últimas encuestas realizadas este mes señalan un «empate técnico» entre los candidatos con mayores posibilidades, como es el caso de la empresa CID-Gallup, que otorga a Bolaños 38 por ciento de la intención de voto de los consultados y a Ortega 37 por ciento.
Pero aún permanece alto el número de ciudadanos que prefieren no concurrir a votar o que aún se declaran indecisos.
Godoy advirtió que, tomando en cuenta las encuestas, la gobernabilidad de las autoridades que asuman el 10 de enero será difícil si los principales contendientes no llegan a un acuerdo de colaboración política luego de las reñidas elecciones que seguramente se darán el domingo.
«El que se lleve el premio (la presidencia) lo hará sólo por una nariz, y el segundo va a quedar tan cerca de esa nariz que tendrá que ser tomado en cuenta en las futuras negociaciones políticas», explicó.
Pero lo seguro es que cualquiera de los aspirantes que llegue al gobierno tendrá por delante un panorama socio-económico muy difícil, con una deuda externa de 6.750 millones de dólares, que representa el triple del producto interno bruto.
También afronta un severo déficit de la balanza comercial, con importaciones que suman 1.800 millones de dólares anuales y ventas externas que sólo ascienden a 600 millones de dólares en ese lapso.
«Nicaragua está en bancarrota», señaló sin vueltas a IPS el economista y sociólogo Cirilo Otero, quien sostuvo además que ninguno de los candidatos tiene la capacidad para resolver los problemas.
Otero sostuvo que el próximo presidente debería solicitar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial la moratoria de pago de la deuda externa, pues los recursos que utiliza para cubrir parte de los intereses le impide desarrollar programas sociales y de inversión.
En la última década, Nicaragua ha destinado 250 millones de dólares anuales para atender el servicio de la deuda externa y en los últimos años sólo ha conseguido cubrir una parte de esos intereses.
«El nuevo gobierno también va a recibir un país altamente pobre», con 23 por ciento de la población económicamente activa desocupada, comentó a IPS el economista Ricardo Zambrana, de la no gubernamental Coordinadora Civil para la Emergencia y la Reconstrucción.
Zambrana apuntó que, aunque las estadísticas oficiales señalan que la pobreza alcanza a 49 por ciento de la población, los datos reales podrían elevar la cantidad de pobres a 72 por ciento de los cinco millones de nicaragüenses.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) calcula que cerca de un millón de nicaragüenses sobrevive con menos de un dólar diario, que 24,2 por ciento vive en pobreza extrema y que 12,2 por ciento no sobrevive a los 40 años.
Los más perjudicados por la severa crisis que afronta el país son los agricultores y campesinos, pues se estima que 70 por ciento de los pobres viven en las zonas rurales.
Informes del PNUD señalan, además, que el número de personas pobres aumentó en casi 300.000 entre 1993 y 1995.
«Esas difíciles condiciones han provocado que el país se convierta en un exportador de mano de obra», agregó, tras asegurar que casi 950.000 personas han emigrado en los últimos años a Estados Unidos y a Costa Rica, en busca de mejores oportunidades de trabajo.
En la actualidad, se calcula que las remesas de dinero enviadas por esos emigrantes ascienden a 700 millones de dólares cada año.
Sin embargo, los pronósticos son negativos y se presume que mermarán sustancialmente las remesas, debido a la crisis económica mundial provocada por los atentados en Nueva York y Washington y la posterior campaña militar de represalia iniciada el día 7 por Estados Unidos y Gran Bretaña contra Afganistán.
Mientras, el economista Francisco Laines, fundador del Banco Central de Nicaragua, dijo a IPS que el gobierno elegido el próximo domingo, además de todos los problemas enumerados, tendrá que asumir una deuda interna cuyo monto se desconoce públicamente, pero que se teme es millonario.
«El próximo presidente, sea quien sea, va a recibir una herencia de la que pocos hablan, pero que creo será fundamental, la interna», expresó.
Laines sostuvo que la deuda interna se ha incrementado durante el gobierno de Alemán debido a numerosas obras públicas contratadas a empresas privadas y que todavía no se han pagado.
«Ese será un asunto que definitivamente se le reclamará al próximo presidente», agregó, tras coincidir con otros expertos en que Nicaragua está en bancarrota. (FIN/IPS/nms/dm/ip if/01