Siria protestó por las declaraciones del subsecretario de Estado estadounidense (vicecanciller) Richard Armitage, quien blandió la amenaza militar ante la renuencia de Damasco a colaborar con la coalición antiterrorista.
El gobierno sirio entregó un mensaje de protesta al embajador estadounidense Theodore Kattouf por las afirmaciones de Armitage. Pero dio su aprobación a un pronunciamiento posterior del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Kattouf «también fue informado (por Siria) sobre la necesidad de distinguir entre el terrorismo y el derecho de un pueblo a resistir la ocupación extranjera, de acuerdo con la ley internacional y la carta de la Organización de Naciones Unidas», dijo una fuente diplomática a IPS.
Si el gobierno sirio no se aviene a cooperar con Estados Unidos, «las consecuencias serán las que la coalición (militar antiterrorista) considere necesarias: desde el aislamiento y la investigación de sus actividades financieras hasta una posible acción militar», advirtió Armitage el viernes.
Pero horas después, el presidente Bush realizó declaraciones amistosas hacia Siria.
«Los sirios han dialogado con nosotros sobre su posible colaboración en la guerra contra el terrorismo. Consideramos seriamente la propuesta y les daremos la oportunidad de hacerlo», dijo Bush en una conferencia de prensa.
«Estoy muy comprometido» con la cuestión de Medio Oriente. «Quiero asegurar al pueblo estadounidense y en particular a nuestros aliados preocupados por nuestra posición en Medio Oriente, que estamos dedicando mucho tiempo a resolver al asunto», agregó.
Estas son las declaraciones más claras del presidente estadounidense sobre su compromiso con Medio Oriente. De hecho, desde que asumió su cargo en enero, Bush mostró escaso interés personal por impulsar un proceso de paz entre árabes e israelíes.
Pero el gobierno de Bush se muestra especialmente preocupado por la región desde que comenzó el bombardeo de Afganistán como represalia contra el régimen Talibán, que se niega a entregar al saudita Osama bin Laden, a quien Estados Unidos acusa de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
Estados Unidos es consciente de los vínculos entre el conflicto palestino-israelí y su declarada guerra contra las organizaciones terroristas.
Bush intentó apaciguar a Siria, mientras busca un apoyo real a su campaña militar de los estados árabes y musulmanes renuentes. Pero sus palabras tranquilizadoras no fueron suficientes para Siria.
«El Ministerio de Asuntos Externos dijo al embajador estadounidense que no entendía la contradicción entre las declaraciones de su presidente y de su vicecanciller (Armitage), en especial porque Siria condenó duramente los ataques suicidas en Nueva York y Washington», dijo una fuente diplomática.
«Esperamos que estos pronunciamientos (de Bush) sean ciertos, y no simples palabras para buscar coincidencias con los objetivos de la guerra estadounidense en Afganistán», afirmó el diario oficialista Tishrin, que publicó las declaraciones del presidente en su portada.
Siria no quedó satisfecha, pero las palabras de Bush también generaron malestar en el gobierno de Israel, que ocupa desde 1967 la meseta siria conocida como Altos del Golán.
«Todo lo que (Siria) tiene que hacer es expulsar a las organizaciones terroristas de Damasco y poner fin a su apoyo a (la milicia libanesa) Hizbolá», dijo Salman Shoval, asistente del primer ministro Ariel Sharon.
Estados Unidos continúa considerando a Siria como uno de los estados que apoyan al terrorismo internacional.
Damasco alberga a organizaciones como el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y apoya a la milicia musulmana chiíta Hizbolá, que hostigó a las fuerzas israelíes que ocupaban el sur de Líbano hasta que éstas se retiraron de la zona el año pasado.
El FPLP es uno de los tres principales grupos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que pretende la retirada israelí y la creación de un estado en Gaza y Cisjordania. (FIN/IPS/tra-eng/gb/mn/dc-ff/ip/01