Líbano, base de Hezbolá, una organización islámica chiíta que lucha contra Israel con apoyo de Irán y Siria, podría ser el próximo objetivo militar de Estados Unidos, según teme gran parte de la población.
El gobierno aseguró que ese peligro no existe, pero no se descarta que después de Afganistán, el blanco prioritario de la campaña militar en marcha, Washington se proponga atacar a Hezbolá (Partido de Dios), que combate contra Israel desde 1982, cuando el ejército israelí invadió Líbano.
"La actual prioridad es Afganistán, pero la batalla es más amplia. Cada nación debe elegir. En este conflicto no hay terreno neutral", advirtió el domingo el presidente estadounidense, George W. Bush, sin definir otros objetivos de la campaña lanzada como represalia por los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
El gobierno intenta hace casi tres semanas saber si Líbano es considerado un blanco potencial por Estados Unidos, mientras pone énfasis en su apoyo a la campaña antiterrorista internacional.
Esa doble estrategia se basa en la posición sostenida por el mundo árabe, que se opone a considerar terroristas a los grupos que combaten para liberar territorios ocupados, entre los cuales incluye a Hezbolá.
Los países árabes han señalado que la resolución 1373 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobada por unanimidad el 28 de septiembre para combatir al terrorismo, no definió al terrorismo.
Esa cuestión será prioritaria en la agenda de la cumbre extraordinaria de la Organización de la Conferencia Islámica convocada para la semana próxima en Qatar, y fue debatida por el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Kamal Jarrazi, con los gobernantes de Líbano, Siria y Egipto, durante una gira realizada hace 10 días por ese canciller.
Jarrazi sostuvo que su país y Líbano condenan los atentados en Estados Unidos, pero añadió que "el terrorismo debe ser identificado y distinguido de los movimientos de liberación nacional".
Occidente procede con dualidad de criterio ante el terrorismo, ya que finge ignorar las acciones de Israel contra los palestinos, afirmó.
El mundo musulmán no debería integrar la propuesta coalición internacional contra el terrorismo, si ésta no se articula bajo la autoridad de la ONU, añadió.
Los países árabes ya habían decidido que no integrarían esa coalición si Israel participaba en ella.
El primer ministro libanés, Rafik Hariri, ha asegurado que el país "está dispuesto a brindar plena cooperación a la comunidad internacional" en la lucha contra el terrorismo, pero él y otras autoridades han reiterado desde el 11 de septiembre que es preciso distinguir a los terroristas de organizaciones legítimas de resistencia nacional como Hezbolá.
Muchos libaneses temen que Bush decida atacar bases de Hezbolá en el oriental valle libanés de Bekaa e incluso en Siria, e Israel desea que lo haga.
Autoridades israelíes sostienen que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, es comparable con el saudita Osama bin Laden, a quien Estados Unidos y varios de sus aliados señalan como responsable de los atentados del 11 de septiembre.
Hezbolá integra desde hace años la lista de organizaciones a las cuales Estados Unidos define como terroristas, y Washington sospecha que fue responsable en los años 80 de toma de rehenes y ataques con bombas contra el cuartel general de la Infantería de Marina estadounidense en Beirut, pero el grupo afirma que esas acusaciones son falsas.
En la actualidad, Hezbolá es considerado en Líbano y en buena parte del mundo árabe como principal responsable de la retirada israelí de la región meridional del país, en mayo de 2000, tras ocuparla durante 22 años.
Estados Unidos dio a conocer hace dos semanas una lista de organizaciones cuyas cuentas internacionales deseaba que fueran congeladas, en el marco del combate contra el terrorismo, y sólo incluyó en ella a un grupo fundamentalista libanés, Esbat el Ansar, de la rama sunnita del Islam.
Eso fue interpretado por especialistas en política internacional como una señal de que Washington no deseaba entrar en conflicto con el mundo árabe al acusar a organizaciones que cuentan con amplio respaldo, como Hezbolá o los grupos palestinos Hamas y Jihad Islámica.
Sin embargo, se ha sostenido en informes periodísticos que Estados Unidos puso en circulación en forma discreta otra lista, en la cual figuran Hezbolá y esas organizaciones palestinas.
La intención de Washington, según esos informes, sería presionar a los países musulmanes para que aumenten su apoyo a la campaña antiterrorista, a cambio de que la lista pública no se amplíe.
El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, advirtió que Hezbolá y Hamas no estaban excluidos de la lista de potenciales objetivos de la campaña, antes de realizar una gira por Medio Oriente la semana pasada.
Hassan Fadlallah, integrante de la dirección política de Hezbolá, dijo el lunes, en la primera entrevista que concedió desde los atentados del 11 de septiembre, que su organización "no tiene motivos para temer ser blanco de ataques estadounidenses, porque es un grupo nacional de resistencia legítimo y reconocido".
Hezbolá nunca se hizo responsable de la toma de rehenes occidentales, ni de atentados contra fuerzas militares de Estados Unidos o embajadas de otros países, recordó.
No está claro cuál es la agenda de Bin Laden, ni hay pruebas de que él haya sido responsable de los ataques del 11 de septiembre, apuntó.
Fadlallah eligió sus palabras con cuidado para referirse a esos ataques, que no condenó ni aprobó, evitó usar el término "terrorismo" y se limitó a enfatizar en forma reiterada que su organización no acepta el asesinato de civiles inocentes.
También se refirió a expresiones de júbilo en algunos territorios palestinos tras esos atentados, y expresó que es preciso diferenciar entre los políticos de Estados Unidos y los simples civiles de ese país, aunque los israelíes usen armas estadounidenses contra los palestinos. (FIN/IPS/tra-eng/kg/mn/mp/ip/01)