El gobierno de Jamaica lanzó una nueva ofensiva para controlar la violencia en las calles de la capital, de 110.000 habitantes, que ha causado la muerte de 900 personas este año.
Los incidentes se relacionan con la actividad de pandillas y con la campaña para las elecciones generales de diciembre de 2002, pero tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington se han alzado voces para pedir que se frene la violencia mediante nuevas leyes antiterroristas.
El ministro de Seguridad Nacional, Keith Knight, dijo la semana pasada a una comisión parlamentaria que es preciso «actuar en forma urgente para aprobar legislación adecuada contra el terrorismo».
Esa comisión examina un proyecto de ley que autoriza procedimientos de intercepción de comunicaciones en determinadas circunstancias, y define el terrorismo como «cualquier acto que implique el uso de la violencia por parte de una persona y que, por su naturaleza y alcance, busque crear miedo en el público o en cualquier sector del público».
Activistas por los derechos humanos pidieron que las fuerzas de seguridad no reciban más «municiones para abusar de la gente», pero la demanda social de restablecimiento del orden es tan evidente que esos activistas han decidido suspender sus protestas mientras observan el desarrollo de los acontecimientos.
El fin de semana, reservistas militares se unieron a las fuerzas del Ejército y la policía desplegadas en un programa especial de patrullaje urbano.
Ese programa es parte de un plan que durará en principio un mes, hasta el 9 de noviembre, pero podría ampliarse tras la evaluación de sus resultados.
El plan, acordado el 4 de este mes por el primer ministro P.J. Patterson, Knight y altos funcionarios militares y policiales, incluye el bloqueo de calles para control de vehículos, registros policiales por sorpresa en viviendas, e implantación del toque de queda.
Patterson y el líder opositor Edward Seaga, del Partido Laborista, presidieron jornadas de oración realizadas el fin de semana para honrar a los héroes nacionales, con la esperanza de que eso contribuyera a pacificar un poco los ánimos en zonas muy conflictivas como el barrio de Kingston Occidental.
Ese barrio, dominado por pandilleros, limita con el centro comercial de la capital.
Patterson, del Partido Nacional Popular, buscará su cuarto mandato consecutivo en los comicios del año próximo.
Seaga y su partido afirman que las fuerzas de seguridad han aumentado la inestabilidad en Kinsgton Occidental, al aprovechar las actividades contra el crimen organizado para hostigar a simpatizantes del Partido Laborista.
El viernes, mientras los reservistas se preparaban para entrar en acción, el precario cese del fuego que imperaba en Kingston Occidental llegó a su fin con un tiroteo que causó la muerte de ocho personas y heridas a muchas otras.
El mismo día se produjo un atentado con bombas incendiarias contra la estación de policía del cercano barrio de Denham Town, atacado por tercera vez desde el 9 de octubre, y el Hospital Público de Kingston se vio obligado a sólo casos de urgencia.
Dos horas después del ataque en Denham Town, las fuerzas especiales de patrullaje realizaron su segundo hallazgo importante de un depósito de armas ilegales, al encontrar dos subametralladoras, un rifle, una pistola semiautomática, cientos de municiones y varios unformes militares de fajina.
Esas fuerzas habían informado la semana anterior sobre el hallazgo en un depósto clandestino de 13 armas y abundantes municiones.
Este año la policía ha informado sobre el decomiso de 410 armas, entre ellas 29 de alto poder, 191 pistolas semiautomáticas, y 73 revólveres robados, y de casi 7.000 cargas de municiones, incluyendo balas con alto poder de penetración.
El año pasado se habían decomisado 486 armas, y en 1999 se decomisaron 511.
La tecnología de búsqueda de armas ha mejorado este año, debido a la adquisición de perros entrenados para hallarlas mediante el olfato.
Comerciantes de la capital elogiaron el aumento de los esfuerzos contra la violencia callejera, a la cual culpan del descenso de un tercio de sus ganancias desde mayo.
«Cualquier cosa que ayude a disminuir la violencia es bienvendia, porque no podemos vivir más en este estado», dijo a IPS Beverley López, de la Asociación de Exportadores.
Las patrullas militares en los barrios más conflictivos se han transformado en un elemento de la vida cotidiana durante la última década, y hay quienes piensan que su aumento no dará resultado.
«Algo debe cambiar, porque hasta ahora no hemos tenido éxito alguno. Añadir reservistas a la tarea puede ser útil por un tiempo, pero debemos decidir cómo afrontar el problema en el mediano y el largo plazo», comentó el presidente de la Cámara de Comercio, Anthony Chang. (FIN/IPS/tra-eng/zn/aa/mp/ip/01