Una de las principales centrales sindicales internacionales, la Confederación Mundial del Trabajo (CMT), propugnó la creación de un consejo de seguridad económico y social en la ONU para proteger los derechos sociales.
El nuevo organismo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), con participación de representantes de sindicatos y de la sociedad civil, debería asumir la regulación socioeconómica de la mundialización.
Otras funciones del consejo propuesto incluyen el seguimiento de las cumbres mundiales, la coordinación de las políticas y el arbitraje entre organizaciones intergubernamentales, según la iniciativa aprobada por el congreso de la CMT en su sesión de clausura del viernes.
El secretario general de la CMT, Willy Thys, de Bélgica, sostuvo que la idea deberá ser promovida por quienes comparten el objetivo de democratizar el gobierno de la mundialización y construir un nuevo contrato social mundial, basado en la solidaridad y la justicia social.
En ese sentido, la CMT secunda el funcionamiento de un amplio movimiento constructivo y dinámico con la mayor participación sindical posible, pero también con otras fuerzas que representen a la sociedad civil del Norte industrial y del Sur en desarrollo.
Ese movimiento podría iniciarse desde el Foro Social Mundial, escenario de discusión internacional abierto en enero en Porto Alegre, Brasil, que volverá a sesionar a comienzos de 2001.
La CMT es hasta ahora la única central obrera internacional que participa del Foro Social de Porto Alegre.
El congreso de la CMT, que sesionó en Bucarest entre el lunes y el viernes, se comprometió a obrar por el establecimiento de normas sociales, laborales y ambientales fundamentales para orientar y reorientar la mundialización.
En ese punto, los sindicalistas coincidieron con los gobiernos de los países industrializados, que pretenden incorporar normas fundamentales sobre trabajo y ambiente a los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Tal pretensión ha sido siempre rechazada en la OMC por los representantes de los países en desarrollo, temerosos de que la iniciativa oculte fines proteccionistas del mundo industrializado.
El nuevo presidente de la CMT, Basile Mahan Gahe, de Costa de Marfil, observó que el congreso dio un paso importante en el acercamiento a otros actores sociales.
La central sindical prefiere hablar de un movimiento de los trabajadores en el sentido más amplio, incluyendo a las personas con escasa organización en sindicatos, como, por ejemplo, los trabajadores del sector informal.
Mahan Gahe exhortó a establecer cooperación con otras instancias sociales interesadas en mejorar la dignidad y la calidad de vida de los individuos y de los grupos más marginados.
Entre esas fuerzas del cambio incluyó a las demás centrales de trabajadores, en primer lugar, dijo, a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), la mayor central obrera del mundo.
La alianza propuesta por la CMT abarca también a los movimientos y otras organizaciones no gubernamentales de la sociedad que «luchan contra el neoliberalismo».
Los documentos elaborados por la CMT para el congreso se refirieron con insistencia a un «movimiento sindical y social» pues es un término más amplio que «el mero sindicalismo», dijeron.
Una invitación a reflexionar sobre «otras maneras de estructurarnos, de comportarnos, de asociarnos» fue planteada por Thys a los delegados al abrir el congreso.
El nuevo enfoque se relaciona con el panorama que presenta el sindicalismo en el mundo sacudido por una crisis de pérdida de poder y de caída del número de afiliados, que los dirigentes obreros atribuyen a los efectos del sesgo neoliberal de la mundialización.
El congreso expresó preocupación también por una tendencia que percibe en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), favorable a reducir el carácter obligatorio de las reglamentaciones laborales.
En particular, la CMT estima que las autoridades de la OIT favorecen los códigos de conducta voluntarios dictados por las empresas, en especial las grandes transnacionales.
Esos códigos, sostienen los dirigentes de la CMT, carecen de toda fiscalización independiente de su cumplimiento y se superponen al sistema normativo de la OIT. (FIN/IPS/pc/mj/lb dv/01