INFANCIA-AFGANISTAN: Entre la guerra y el hambre

Los niños y niñas de Afganistán, que son la mitad de los 21 millones de habitantes del país, han estado expuestos a la guerra y sus nefastas consecuencias en las últimas dos décadas.

Ellos son las principales víctimas del hambre, las enfermedades, el analfabetismo, el trabajo forzado y el reclutamiento como soldados.

La familia de Muhammad Mugheez, de siete años, forma parte de los 200.000 afganos que lograron llegar en las últimas semanas a Islamabad, la capital de Pakistán, un lugar mucho mejor para vivir que los atestados campamentos de refugiados de la frontera con Afganistán.

Muhammad pasa el día mendigando en las calles junto a su madre, y por la noche, hace fila junto a su padre y otros cientos de personas frente a una panadería, para obtener pan gratis.

Los refugiados constituyen 20 por ciento de los ocho millones de habitantes de Islamabad. Se estima que 1.000 afganos llegan a Pakistán cada día.

Pakistán alberga a tres millones de refugiados afganos, la mitad de ellos niños. La mayoría de los que viven en Islamabad se dedican a hurgar en la basura.

La situación ya era mala para la infancia de Afganistán antes de que comenzaran los bombardeos de Estados Unidos y Gran Bretaña, el día 8, pero ahora es peor, declaró Eric Laroche, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Afganistán.

Como la mayoría de los niños están desnutridos y carecen de abrigo adecuado, Unicef estimó que 100.000 de ellos morirán este invierno de neumonía, diarrea y otras enfermedades.

Menos de cinco por ciento de todos los niños de Afganistán asisten a la escuela, una cifra que revela el colapso del sistema educativo de ese país devastado por la guerra.

De hecho, una generación entera de niños afganos está creciendo sin educación. Las niñas son las más afectadas, dado que el gobierno del grupo fundamentalista islámico Talibán les prohíbe asistir a la escuela.

Para empeorar su situación, el reclutamiento y la movilización de menores en filas de las milicias Talibán y de la opositora Alianza del Norte recrudeció tras el inicio de los bombardeos aéreos, según informes.

La no gubernamental Sociedad para la Protección de los Derechos de la Infancia (SPARC), de Pakistán, pidió al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que apruebe normas específicas para impedir el uso de niños o adolescentes como soldados en el actual conflicto de Afganistán.

«La ONU debe tomar en cuenta la protección a la infancia en sus decisiones políticas sobre Afganistán, aprobando medidas para detener el reclutamiento de niños soldados, encomendando a la Misión Especial en Afganistán que vigile esas actividades y desplegando asesores especiales sobre infancia en futuras operaciones de paz o humanitarias», exhortó el grupo.

El reclamo de SPARC se enmarca en el nuevo Protocolo Opcional de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de menores en conflictos armados, que fue adoptado por la Asamblea General de la ONU en mayo de 2000.

El protocolo «prohíbe a gobiernos y grupos armados utilizar a menores de 18 años en hostilidades, prohíbe todo reclutamiento obligatorio de menores de 18 años, y aumenta la edad mínima y exige salvaguardas estrictas para el reclutamiento voluntario».

Ni Pakistán ni Afganistán firmaron el Protocolo Opcional, pero Pakistán sí es signatario de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Los niños y adolescentes de Afganistán han sido utilizados por todas las partes beligerantes en los últimos 20 años de guerra civil, según la Coalición para Detener el Uso de Niños Soldados.

Talibán y la Alianza del Norte continúan utilizando menores en forma compulsiva o voluntaria.

«Continúan los informes sobre reclutamiento de menores, en particular en las 'madrasas' (escuelas religiosas de Pakistán), cuyos jóvenes estudiantes refugiados afganos fueron los primeros en ser reclutados por Talibán para tomar el poder en 1994», señaló la Coalición en un informe publicado en septiembre.

Unos 2.500 niños afganos y locales de Darra Adam Khel, una localidad tribal en la frontera entre Pakistán y Afganistán, participan de la guerra en forma directa y a través de la fabricación de pequeñas armas y relleno de cartuchos, afirmó Saifur Rehman, de SPARC, que realizó una investigación en ese lugar.

Su remuneración diaria oscila entre cinco y 30 rupias (entre ocho y 48 centavos de dólar).

Además, pese a los estrictos controles fronterizos, muchos menores se dedican al contrabando de gasolina, ropa, cosméticos, jabón, pasta dentífrica, alimentos procesados y repuestos de automóviles, agregó Rehman. (FIN/IPS/tra-en/ni/js/mlm/hd/01

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