INDIA-PAKISTAN: Colin Powell en peligroso equilibrio

La primera visita del secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell a India y Pakistán finalizó este miércoles, mientras se profundiza la tensión entre los dos países vecinos por la región de Cachemira y por la integración de un futuro gobierno en Afganistán.

Powell y su par indio Jaswant Singh no avanzaron en la resolución de las discrepancias entre India y Pakistán acerca de la integración de un futuro gobierno en Afganistán, tras una posible caída del régimen fundamentalista islámico de Talibán, que controla 90 por ciento de su territorio.

Estados Unidos y Gran Bretaña dirigen bombardeos contra Afganistán desde el 7 de este mes, ante la negativa del Talibán de entregar al saudita Osama bin Laden, responsabilizado por Estados Unidos de los atentados terroristas contra Nueva York y Washington el 11 de septiembre.

India respalda a la Alianza del Norte, coalición que combate a Talibán y que incluye a minorías étnicas, mientras Pakistán apoya a este movimiento, en que predomina la mayoría patán (pashtún). Islamabad confía en que buena parte de Talibán se integrará a un futuro gobierno en Afganistán.

El diálogo de Powell con el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, logró reafirmar el respaldo de Islamabad a la guerra encabezada por Estados Unidos, a pesar de la creciente oposición interna, en particular de los sectores religiosos.

Pakistán aseguró que su participación en la alianza militar se mantendrá firme hasta el fin y Estados Unidos prometió no ignorar los intereses pakistaníes en la constitución de un futuro gobierno afgano.

Estados Unidos aún no manifestó sus preferencias, si bien Powell sugirió que un sector moderado del régimen Talibán podría integrar un nuevo gobierno.

La presencia del funcionario estadounidense en India polarizó las diferencias dentro de la dirigencia nacional acerca de la cuestión de Cachemira y de la política antiterrorista interna.

El ala moderada del gobierno indio apoya la guerra contra el terrorismo y demanda a la comunidad internacional el reconocimiento de que el movimiento separatista en Cachemira, región disputada desde hace 54 años con Pakistán, constituye un «terrorismo transfronterizo» promovido por su vecino y rival.

El ala derechista, que parece estar ganando terreno, defiende una agresiva ofensiva militar que comprenda «una dura persecución» de sospechosos y ataques «punitivos» contra los mismos.

Los ataques «punitivos» indios que continuaron de los últimos tres días en Cachemira causaron la muerte de 30 rebeldes y la destrucción de por lo menos 11 puestos fronterizos pakistaníes en la línea de control, la división provisional que separa el territorio cachemiro en una zona india y otra pakistaní.

Los hechos coinciden con el retorno el lunes a la jefatura del Ministerio de Defensa de George Fernandes, un claro representante de la línea dura del gobernante partido hindú Bharatiya Janata (BJP).

Powell pidió moderación a ambos países, reiterando que lo que más necesita Asia meridional es un diálogo de reconciliación.

Estados Unidos e India son aliados «naturales» que «comparten» los valores de la democracia, dijo el secretario de Estado, quien invitó al primer ministro Atal Bihari Vajpayee a visitar Washington el 9 de noviembre.

Pero el gobierno indio se siente decepcionado pues Powell no adhirió explícitamente a su definición del «terrorismo transfronterizo» en Cachemira, ni reafirmó que las relaciones bilaterales son de «largo plazo y estratégicas», al contrario de la alianza «táctica» de Washington con Islamabad.

Nueva Delhi aspira a que Washington defina a Islamabad como el origen del terrorismo en Cachemira y que apoye su propia guerra antiterrorista, pero insiste al mismo tiempo en que la cuestión es bilateral, y no admite mediaciones de terceras partes.

Esta postura contradictoria expresa las profundas divisiones del gobierno indio sobre seguridad y sobre la política a seguir frente a Estados Unidos. Esas diferencias se hicieron manifiestas en las últimas horas.

Mientras el canciller Singh calificó los incidentes fronterizos como acciones «de rutina, normales y locales» cuya importancia no debe exagerarse, el ejército informó que los bombardeos «punitivos» fueron previstos para impedir y castigar incursiones en la zona india dese Pakistán.

Más tarde, el Ministerio de Defensa describió el operativo como una «represalia» militar.

Estos hechos alarmaron a la diplomacia estadounidense en Nueva Delhi.

El martes por la noche, la cancillería aseguró en reiteradas conversaciones telefónicas con la embajada estadounidense que los choques en la frontera de Cachemira no son parte de una nueva estrategia india para expulsar a los terroristas de la zona.

Sin embargo, esto es lo que buscan los sectores duros que, inspirados en la nueva política mundial antiterrorista provocada por los ataques del 11 de septiembre, aspiran a eliminar al separatismo cachemir por métodos militares.

Los líderes de la sociedad extremista Rashtriya Swayam Sevak Sangh, mentora ideológica del gobernante BJP, encabezan esta postura, junto a otras organizaciones y a figuras como el Ministro del Interior Lal Krishna Advani.

Fernandes se aproximó a este sector en los últimos meses, con el cual comparte un profundo rechazo por Pakistán y por China, y gracias a su apoyo retornó al gabinete luego de siete meses de alejamiento debido a un escándalo de corrupción sobre compra de armas en que se vio envuelta su cartera.

La nueva política de ataques punitivos en Cachemira se vuelve potencialmente más peligrosa, pues ambos estados realizan ejercicios militares en la zona.

Según informes de la prensa local, el ejército indio empleó artillería pesada para destruir los reforzados puestos fronterizos pakistaníes, invulnerables a las armas «ligeras, artillería antiaérea, lanzagranadas automáticas y morteros» que Nueva Delhi asegura haber utilizado.

Imágenes de televisión de la localidad pakistaní de Sialkot confirmaron grandes daños en diversos edificios, causados en apariencia por proyectiles de artillería.

Un enfrentamiento de este tipo podría convertirse rápidamente en una escalada bélica entre dos países que cuentan con pocas salvaguardias para el uso de sus respectivos arsenales nucleares. En el último conflicto militar en Cachemira, en 1999, ambos gobiernos se amenazaron mutuamente con un ataque de este tipo. (FIN/IPS/tra-eng/pb/rdr/js/dc-mj/ip/01

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