Los atentados en Nueva York y Washington crearon en los estadounidenses un «nuevo sentimiento internacionalista» y apoyo al aumento del gasto militar, incluso al propuesto escudo antimisiles, según un estudio del independiente Consejo de Relaciones Exteriores.
Una encuesta realizada cinco semanas después de los ataques terroristas del 11 de septiembre reveló que 45 por ciento del público desea que Washington actúe como «líder o primero entre iguales» en los asuntos mundiales.
En cambio, la misma encuesta realizada a fines de agosto y principios de septiembre arrojaba un resultado de 38 por ciento en favor de esa posición, y el porcentaje era aún menor hace una década, después de la guerra del Golfo.
Si bien el público favorece claramente un papel más activo en los asuntos mundiales, ahora tiene menos interés en cuestiones no geopolíticas como ambiente, hambre y enfermedades infecciosas como el sida, reveló la encuesta, realizada por el Pew Research Center, de Washington.
En cuanto al conflicto con el régimen Talibán de Afganistán y la red terrorista Al-Qaeda, a la que Washington considera responsable de los atentados del 11 de septiembre, una sólida mayoría del público descarta que se transforme en un «choque de civilizaciones» entre Occidente y el mundo islámico.
Apenas 28 por ciento de los encuestados hablan de ese choque, mientras 63 por ciento describen el conflicto como una lucha contra un pequeño grupo radical.
Las personas con menor nivel de educación son las que tienden a considerar el conflicto como un choque, reveló el estudio, publicado el miércoles.
De manera similar, los encuestados que no siguen tan de cerca la información en los medios de comunicación tienden a estar más preocupados por la posibilidad de nuevos ataques terroristas y una gran guerra.
Sin embargo, el principal hallazgo se refiere al «nuevo sentimiento internacionalista de Estados Unidos», de acuerdo con los dos principales autores, Andre Kohout del Pew Center y Morton Halperin, funcionario de seguridad nacional durante los gobiernos de Richard Nixon y Bill Clinton.
«Existe mucho más apoyo hacia una política exterior multilateral que antes del 11 de septiembre. Casi seis en 10 (59 por ciento) opina que los políticos estadounidenses deben tomar en cuenta los intereses de los aliados de Estados Unidos», escribieron.
En cambio, 30 por ciento opina que Washington debe tomar sus decisiones sobre la guerra contra el terrorismo basándose «principalmente en los intereses nacionales», que fueron una consigna en la campaña electoral del presidente George W. Bush el año pasado.
Antes de los ataques, el público estaba dividido en forma más pareja en cuanto a la cooperación con los aliados, con 48 por ciento a favor de tomar en cuenta la posición de éstos y 38 por ciento partidario de dar prioridad a los intereses nacionales.
El cambio afectó a todas las filiaciones ideológicas. Aun la mayoría de los republicanos de derecha, el sector más unilateralista de la opinión pública, insistió en que los aliados deben ser consultados.
Por otra parte, los multilateralistas de izquierda, que promovían la participación de Washington en esfuerzos mundiales a favor del buen gobierno y en contra del hambre, las enfermedades infecciosas y el calentamiento del planeta, perdieron fuerza a raíz de los atentados en Nueva York y Washington.
Así, el porcentaje de encuestados que consideraban la lucha contra el sida como una prioridad de la política exterior estadounidense cayó de 73 por ciento hace dos meses a 59 por ciento este mes.
De manera similar, la preocupación por el combate al cambio climático como prioridad disminuyó de 44 a 31 por ciento debido a los atentados.
Entre los encuestados más jóvenes, de 18 a 30 años, el apoyo a ambos asuntos se redujo casi a la mitad.
Esto revela que las políticas exteriores «en voga antes del 11 de septiembre están perdiendo terreno rápidamente, a medida que la opinión pública adopta posiciones más centristas por la nueva amenaza a su seguridad, el terrorismo internacional», concluyó Kenneth Pollack, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.
«Mientras la izquierda tuvo al menos que postergar sus sueños de mayor ayuda al exterior, la derecha debió abandonar sus ambiciones de perseguir objetivos de política exterior sin tener en cuenta la opinión de otros países», escribió Pollack.
Pero la izquierda perdió mucho más, porque «la opinión pública sobre las políticas de defensa se ha transformado», señalaron los dos principales autores.
El respaldo a un incremento del gasto militar aumentó en las últimas seis semanas de 32 a 50 por ciento -un porcentaje récord en los últimos 25 años- en especial entre los demócratas y las mujeres. La brecha de género de la última década casi desapareció de la noche a la mañana.
El cambio es especialmente notorio en cuanto al propuesto sistema nacional antimisiles. Ahora, 49 por ciento del público es partidario de un despliegue inmediato de ese escudo, frente a 14 por ciento antes de los atentados.
La proporción de mujeres que respaldan el escudo antimisiles aumentó de 29 a 51 por ciento, superando la proporción de hombres en esa posición (47 por ciento).
En cuanto a la reacción ante los ataques terroristas, 48 por ciento de todos los encuestados otorgan prioridad a «acciones militares para destruir redes terroristas», mientras 37 por ciento consideran más importante «construir defensas contra futuros ataques».
Los afroestadounidenses, sin embargo, apoyan la defensa interior sobre la acción militar por un margen de dos a uno, según el informe. (FIN/IPS/tra-en/jl/js/mlm/ip/01