La enseñanza pública para todos, asegurada y financiada por el Estado y no encarada como mercancía o servicio, sino destinada a construir una sociedad solidaria, democrática e igualitaria, es el principal reclamo del Foro Mundial de Educación realizado en Brasil.
Las propuestas examinadas por más de 10.000 educadores, investigadores, estudiantes, políticos, sindicalistas y activistas sociales reunidos en la meridional ciudad de Porto Alegre fueron resumidas en la llamada Carta del Foro, un texto preliminar que seguirá en debate vía Internet.
El encuentro de educación, al que asistieron delegados de cinco continentes, forma parte del proceso inaugurado en enero en la misma Porto Alegre por el Foro Social Mundial, que reunió corrientes políticas de izquierda y organizaciones de la sociedad civil con el objetivo de probar que «otro mundo es posible».
El pedagogo francés Bernard Charlot, en una de las ponencias más aplaudidas en el foro desarrollado del miércoles al sábado, dijo que es necesario construir una nueva red, no basada en el capital, sino en la resistencia y la solidaridad, respetando las diferencias culturales y la singularidad de cada individuo.
«Cada ser humano tiene derecho a sus raíces y a construir su subjetividad. Si la escuela no respeta esas diferencias, aumenta el riesgo de fracaso», añadió el investigador de educación relacionada a la socialización y las comunidades locales.
Charlot entiende que la mayor dificultad es definir la cultura a respetar, para evitar así el peligro de limitar las personas a visiones sobrepasadas, incapaces de explicar el mundo actual o tan cerradas en sí mismas, que provoquen intolerancia hacia las demás.
«Respetar las diferencias es descubrir, reconocer y valorar la cultura del otro y a la suya propia», explicó.
Para lograr eso, el experto francés indicó que la escuela debe acoger las manifestaciones culturales de la comunidad, pero manteniendo un alejamiento crítico para poder evaluar si la realidad vivida por los jóvenes en sus barrios no presenta dominación y opresión, en lugar de resistencia.
«Es importante que los jóvenes sepan que se puede vivir de otra manera», apuntó Charlot, para quien un mundo solidario exige la «humanización», que permite al ser humano hacerse digno, y la socialización y singularidad, es decir la originalidad de la persona socializada.
Agregó que la sociedad de la información, producto de las nuevas tecnologías de comunicación, contempla dos efectos negativos.
Por un lado impone a la escuela criterios de productividad industrial, sin darles los medios de una actividad privada, y por otro no enseña el «saber», como es cuestionar el sentido de las cosas, sino sólo propone transmitir informaciones, añadió.
En el mismo sentido se manifestó el director del periódico francés Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, doctor en semiología y profesor de teoría de la comunicación.
Ramonet observó que la red mundial de computadoras, pese a sus méritos, no promueve la igualdad, sino un nuevo tipo de desigualdad, que es la «digital». Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas indicó que Internet beneficia sólo a una minoría de la población.
«En muchos países internet no llega a los rincones alejados, simplemente porque no hay escuela, electricidad ni teléfonos», precisó.
Una forma de combatir la exclusión social es la llamada «ciudad educadora», concepto presentado por Pilar Figueras, secretaria general de la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España.
La propuesta de Figueras extiende la educación más allá de la escuela, es decir al ámbito urbano, a través de políticas integradas de deporte, salud, atención a los ancianos y la participación popular en las decisiones presupuestarias.
La «Carta de las Ciudades Educadoras», firmada en Barcelona en 1990, afirma un nuevo derecho de los ciudadanos, que es el de construir alternativas en conjunto. El movimiento ya comprende 228 ciudades en distintas regiones del mundo.
Su éxito depende del intercambio entre las ciudades y los gobiernos, «cada cual asumiendo su responsabilidad y siendo cómplices en la construcción de una ciudad más solidaria y feliz», puntualizó Figueras.
En el marco del foro, el ministro de Enseñanza Profesional de Francia, Jean-Luc Melenchon, firmó un acuerdo de cooperación con el gobierno del estado de Río Grande del Sur, cuya capital es Porto Alegre.
El convenio establece que Francia financiará por dos años la capacitación de profesores y el desarrollo de la enseñanza técnica en Río Grande del Sur, en especial en biotecnología, telecomunicación y hotelería.
Por su parte, el chileno Fidel Oteiza, profesor en dos universidades de Santiago y director del Centro Comenius para Innovación en Educación, definió el Foro Mundial de Educación como una «reunión de energía e ideas».
A su vez, Eliezer Pacheco, coordinador general del encuentro y secretario de Educación del gobierno de Porto Alegre, señaló que el encuentro «fue un triunfo de las fuerzas progresistas, comprometidas con la construcción de un mundo mejor y contra los que quieren trabar la distribución de la riqueza».
La Carta del Foro, con los principales puntos discutidos, se encuentra en el sitio www.forummundialdeeducacao.com.br, para un examen más profundo de la discusión realizada y permite realizar sugerencias de los participantes e interesados.
Las propuestas de agregados y correcciones serán seleccionadas por la comisión organizadora, con el fin de elaborar el documento final, que será divulgado en el segundo Foro Social Mundial, que se desarrollará entre el 31 de enero y el 5 de febrero también en Porto Alegre.
Además del sitio de internet, los interesados podrán tener acceso a los debates del primer Foro Mundial de Educación a través de un libro y un disco compacto, que contienen un resumen de los 782 trabajos presentados y de las discusiones posteriores. (FIN/IPS/cg/mo/dm/ed dv/01