ECONOMIA: Premio Nobel estimula movimiento antiglobalización

Joseph Stiglitz, cuyas críticas al fundamentalismo de libre mercado le costaron su puesto en el Banco Mundial en 1999 y que la semana pasada ganó el Premio Nobel de Economía, exhortó a continuar la lucha contra la globalización.

«El reconocimiento de que los acuerdos de libre comercio del pasado fueron injustos es una de las lecciones importantes del movimiento antiglobalización», dijo. «Y si hay una nueva ronda de negociaciones comerciales, (ese reconocimiento) dará forma a nuestras discusiones», agregó.

Estados Unidos y otros países ricos deberían tomar ejemplo del principio «todo excepto armas» acordado por los 15 países de la Unión Europea para abrir sus mercados a las naciones menos desarrolladas, instó el ex economista jefe del Banco Mundial.

La apertura debería realizarse de inmediato, independientemente de si el mes próximo se lanza en la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en Qatar, una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales, urgió Stiglitz.

Esa medida, agregó, afectaría de manera insignificante a las naciones ricas y en cambio «daría a los países menos desarrollados la oportunidad de producir algo con mercado».

En cuanto al Fondo Monetario Internacional (FMI), al que Stiglitz criticó por concentrarse en «viejos problemas» como la inflación, el economista propuso que retome su misión original de atender problemas mundiales como la recesión, que se ha agravado desde los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.

«Es hora de que el FMI se preocupe por la recesión y provea la liquidez necesaria para la expansión mundial», exhortó.

Así mismo, instó al Fondo a dirigir sus recursos a «necesidades económicas mundiales» como «la lucha contra el terrorismo, los esfuerzos por mejorar el ambiente y la lucha por un mundo más justo, donde se reduzca la brecha entre ricos y desposeídos».

Los consejos de Stiglitz recibirán más atención ahora que ganó el Premio Nobel de Economía 2001, junto a los economistas George Akerlof y Michael Spence.

El premio, anunciado el 10 de octubre, les fue otorgado por haber demostrado mediante investigaciones realizadas en las décadas de 1970 y 1980 el efecto distorsianante de la llamada «asimetría de la información».

De ese modo se designa la situación en que una de las partes involucradas en una relación comercial está en inferioridad de condiciones en cuanto a la información sobre la materia negociada.

Los gobiernos tienen la obligación de corregir ese problema ejerciendo un papel más fuerte en el sistema de mercado, concluyeron los economistas.

«Las numerosas contribuciones de Joseph Stiglitz transformaron la forma de pensar de los economistas sobre los mercados», declaró el Comité Nobel, de Noruega, al anunciar el galardón.

Actualmente, Stiglitz es profesor de Economía de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001), fue presidente del Consejo de Asesores Económicos y posteriormente fue designado economista jefe del Banco Mundial.

Desde ese cargo, criticó al FMI por rescatar a inversionistas potentados y conducir a Asia a la crisis financiera en 1997, lo cual le valió la ira del entonces secretario del Tesoro estadounidense, Larry Summers.

Stiglitz explica así lo que sucedió en Asia entonces: «La crisis estalló cuando los bancos se negaron a refinanciar préstamos a Corea del Sur e Indonesia. Esa fue una imperfección del mercado financiero por fallas de información».

Interrogado sobre lo que diría ahora a Summers, el FMI y el Banco Mundial, que condenaron sus críticas al llamado «consenso de Washington» sobre liberalización comercial, Stiglitz destacó la ironía de la situación.

«En los años 70 y 80, el período por el cual obtuve el premio, había un creciente reconocimiento de los problemas del modelo fundamentalista de mercado» en el ambiente académico, dijo.

Sin embargo, «el consenso de Washington, basado en ese modelo, se solidificó y perduró como posición institucional».

Stiglitz criticó a Estados Unidos y a Europa por subsidiar la agricultura y negarse a liberalizar el comercio en ciertas industrias, como el transporte marítimo.

En la próxima ronda de negociaciones, expresó, «quisiera que se corrigieran algunos desequilibrios y hubiera más sensibilidad a las necesidades y preocupaciones de los países en desarrollo».

La agricultura es un sector donde los países en desarrollo tienen ventaja comparativa, «pero no pueden competir con mercados que tienen enormes subsidios».

En el área de los servicios, países ricos como Estados Unidos sólo acordaron abrir sus mercados a los servicios financieros, subrayó Stiglitz.

«¿Qué país es el mayor exportador de servicios financieros? Estados Unidos. ¿Qué servicios no fueron abiertos? Construcción, transporte marítimo, servicios de mano de obra no especializada que interesan al mundo en desarrollo. Estos permanecen cerrados», observó.

Es por esto que el movimiento antiglobalización es tan importante, destacó el economista, y puso como ejemplo lo ocurrido con la industria farmacéutica, que fue blanco de una campaña mundial por vender fármacos indispensables para la vida de algunos enfermos a precios inaccesibles para el mundo en desarrollo.

Los acuerdos propuestos por el representante comercial de Estados Unidos hubieran respaldado la política de precios de esos laboratorios, «pero la indignación mundial fue tan fuerte que debieron llegar a un acuerdo para volver accesibles esos medicamentos», dijo a IPS.

«Fue el enojo mundial, el movimiento de la sociedad civil, el que lo logró», concluyó. (FIN/IPS/tra-en/ts/aa/mlm/if dv/01

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