La Unctad, agencia especializada de la ONU, elogió las medidas de intervención adoptadas por el Norte para reducir el efecto económico de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos y pidió políticas iguales para los países en desarrollo.
Rubens Ricupero, secretario general de la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), observó que la economía mundial había comenzado a desacelerarse hace un año y sufrió un grave retroceso tras los atentados contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono, en Washington.
La respuesta «pronta y resuelta» de las autoridades monetarias de los países industrializados ofreció signos alentadores, que deben contribuir a la recuperación de la confianza, opinó.
La Reserva Federal de Estados Unidos redujo la tasa de interés interbancaria a tres por ciento al año y el Banco Central Europeo acudió en respaldo del dólar, que había perdido terreno como consecuencia de los atentados en Nueva York y en Washington.
Pero también sería deseable una rápida reacción para encarar las consecuencias de los atentados en los países en desarrollo, reclamó el funcionario de la agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
La Unctad trazó un cuadro de relativo optimismo respecto de una recuperación a mediano plazo de Estados Unidos.
Los perjuicios ocasionados por esos episodios en la infraestructura y en la actividad productiva estadounidense pueden ascender a uno por ciento del producto interno bruto de esa nación, que alcanza a nueve billones de dólares, calcularon fuentes de la agencia de la ONU.
Pero existen motivos suficientes para creer que, si una recesión se presenta como inevitable, su duración puede ser de corto término. La recuperación llegará en la segunda mitad del año próximo, pronosticó Ricupero.
Una contracción prolongada en las tres grandes economías del mundo, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, tendrá consecuencias desastrosas para los países en desarrollo en las áreas de comercio, inversiones y flujo financiero.
El comercio, que viene de un desempeño excepcional en 2000, con más de 12 por ciento de aumento, reducirá este año su crecimiento a cuatro por ciento o menos, dijo Ricupero durante la apertura de la sesión del consejo de comercio y desarrollo de la Unctad.
Una contracción en los intercambios golpeará severamente a las economías exportadoras de manufacturas, como las de Asia que dependen de bienes de tecnología de la información, y las de Europa oriental.
Pero también se hará sentir en las economías que dependen de las exportaciones de productos básicos, como la mayoría de los países de América Latina y de Africa.
En tanto, la Unctad ya había anticipado dos semanas atrás que las inversiones directas destinadas a los países en desarrollo caerían seis por ciento este año, con una contracción aún mayor, de 40 por ciento, para los flujos globales.
En cuanto a los flujos de capital privado neto destinado a los mercados emergentes, las predicciones anteriores al 11 de septiembre los elevaban a 140.000 millones de dólares, en disminución respecto de los 167.000 millones del año pasado.
Sin embargo, Ricupero observó que las últimas estimaciones internacionales después de los atentados reducen aún más, a 106.000 millones de dólares, el monto de los flujos de capital privado a los mercados emergentes.
Esta disminución perjudicará a los países en desarrollo, vaticinó el funcionario.
Pero, pese a esos indicadores negativos, Ricupero resaltó la existencia de algunos signos alentadores, en particular la declaración del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, sobre una nueva política para encarar los problemas de los países endeudados.
O'Neill manifestó ante el Senado de su país que se necesita un acuerdo internacional sobre insolvencia, que se asemeje a la ley de quiebras estadounidense.
El régimen del capítulo 11 de la ley de quiebras mencionado por O'Neill permite que una empresa endeudada continúe sus operaciones bajo control de un tribunal mientras se reestructuran sus obligaciones y los créditos de sus acreedores comienzan a resolverse.
La idea de O'Neill constituye un indicio positivo para los países en desarrollo endeudados, sintetizó Ricupero. ((FIN/IPS/pc/dm/if/01