El precio de las armas ilegales en Sudáfrica se multiplicó por 30 desde 1995, a raíz de las medidas para detener el contrabando de piezas del arsenal remanente de la guerra civil en el vecino Mozambique.
Un rifle de asalto AK 47 (Kalashnikov) cuesta 375 dólares en el mercado negro sudafricano, uno de los países más violentos del mundo. En 1995, su precio era de sólo 12,5 dólares.
Este aumento es resultado de la Operación Raquel, un programa conjunto de las fuerzas policiales de Sudáfrica y Mozambique para hallar y destruir arsenales de armas livianas escondidos en antiguas zonas de guerra en este último país.
El operativo se inició en 1995 con respaldo financiero del gobierno de Sudáfrica y de la Unión Europea.
Otro efecto es la reducción del contrabando de armas. De hecho, en los últimos dos años no se realizaron detenciones de traficantes tratando de introducir armas a Sudáfrica, según el último informe de la Operación Raquel.
Desde 1995, el operativo rastreó e inutilizó «miles» de armas ilegales, entre ellas rifles de asalto y cohetes antitanques escondidos en Mozambique desde el fin de la guerra civil en 1992.
Buena parte de esas armas fueron entregadas a organizaciones armadas de Mozambique por el ex régimen racista sudafricano del apartheid, en el poder hasta 1994, que procuró desestabilizar al gobierno vecino desde el comienzo de los años 80.
Terminado el conflicto, esos arsenales ocultos en el territorio mozambiqueño por el gobierno y los movimientos rebeldes comenzaron a abastecer la demanda de armas con fines delictivos, en particular en Sudáfrica.
La destrucción procura evitar que esas armas, la mayoría en buen estado, caigan en manos de delincuentes, sostuvo la portavoz policial Ina Middel.
«Al finalizar la guerra fría gran cantidad de armas quedaron en Africa austral y fueron utilizadas en delitos comunes, amenazando la estabilidad social y el desarrollo humano de la región», agregó.
La gran disponibilidad de armas es uno de los factores que explican el crecimiento de la criminalidad en Sudáfrica en los últimos años. Ahora la prioridad de las autoridades es reducir el tráfico de armas de pequeño porte y de municiones.
El gobierno de Pretoria también acordó operativos transfronterizos con el pequeño estado oriental de Swazilandia, por el cual pasan muchas de las armas procedentes de Mozambique rumbo a Sudáfrica.
Pretoria impulsa así mismo la cooperación regional contra el contrabando de armas pequeñas en el seno de la Comunidad para el Desarrollo de Africa Austral (SADC), debido a las enormes dimensiones del fenómeno.
Sudáfrica integra la Organización de Coordinación Regional de Policías de Africa Austral, mediante la cual los países del bloque colaboran en la lucha contra el tráfico de drogas y de armas.
Este organismo redactó la «Declaración de la SADC sobre Armas de Fuego, Municiones y Materiales Relacionados», que también prevé el control de la venta legal de armas livianas así como un mecanismo destinado a un futuro desarme.
Las operaciones transfronterizas son el único camino para enfrentar en forma efectiva el crimen organizado y el tráfico de drogas, opinó Peter Gastrow, experto del Instituto para Estudios de Seguridad, con sede en Sudáfrica.
No obstante, las fuerzas policiales de la región aún tienen mucho que aprender sobre trabajo conjunto, advirtió.
En el ámbito interno, el gobierno sudafricano ajustó la legislación vigente para evitar que las armas de fuego legítimas se conviertan en ilegales mediante el robo, y destruyó miles de unidades confiscadas en operativos policiales así como todo el armamento inservible u obsoleto de las fuerzas armadas. (FIN/IPS/tra-eng/as/mn/dc-mj/ip/01