El desmantelamiento de un centro de inteligencia electrónica en las afueras de La Habana, previsto para este año, eliminará el último vestigio de las estrechas relaciones militares que por tres decenios sostuvieron Cuba y la hoy disuelta Unión Soviética.
El cierre de la base en Lourdes fue anunciado este miércoles por el presidente ruso Vladimir Putin, según informes procedentes de Moscú confirmadas a IPS, aunque sin comentarios, por Alexandre Sukhostat, secretario de prensa de la Embajada de Rusia en Cuba.
Según fuentes estadounidenses, la base aseguraba a Rusia 75 por ciento de su información militar, aunque también resultaba útil para las comunicaciones de Moscú con algunas regiones geográficas y con sus flotas mercantes y pesqueras.
Putin alegó razones financieras para el cierre «este año» de las instalaciones, aunque aclaró que la decisión no significa que su país planifique reducir su cooperación con Cuba.
«Nosotros defendemos el levantamiento total del bloqueo económico (de Estados Unidos) contra Cuba», sostuvo el mandatario, ante funcionarios del Ministerio de Defensa y otros ministros rusos, según versiones de prensa.
Moscú pagaba a La Habana 200 millones de dólares al año por el alquiler de la base, cantidad suficiente para comprar y poner en órbita 20 satélites militares, explicaron fuentes rusas.
Las instalaciones de Lourdes albergan a unos 1.500 técnicos y soldados rusos a cargo de, entre otras misiones, observar la actividad submarina alrededor de Cuba. El mantenimiento de este personal costaba otros 300 millones de dólares, según cálculos rusos.
El propio Putin había declarado en diciembre, al término de su visita a Cuba, que ese centro funcionaba «exitosamente» y actuaba «en plena correspondencia con las normas internacionales».
Aunque no figuraba en el programa oficial, Putin recorrió entonces las instalaciones de Lourdes acompañado de su par cubano Fidel Castro y de Raúl Castro, hermano del mandatario, vicepresidente y ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
El centro de exploración radiolectrónica había sobrevivido al nuevo tipo de relaciones establecido por Moscú y La Habana tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, bajo reglas de juego ajenas a la ideología que compartieron hasta ese año.
El armamento entregado por la Unión Soviética a Cuba ascendió a 10.000 millones de dólares entre 1959 y 1990, según precios de la época, según fuentes oficiales cubanas.
Cuba dejó de recibir armamentos rusos en 1990. En años subsiguientes se cortó también el suministro de piezas de repuesto.
A mediados de 1993, concluyó el retiro de la Brigada de Infantería Motorizada rusa, remanente de la crisis de octubre de 1962 que puso al mundo al borde de un conflicto nuclear.
El presidente Castro aseguró en junio que desde el colapso en 1990 del bloque socialista que desató la actual crisis económica en Cuba, este país no invirtió en armas «ni un solo centavo».
El mandatario procuró así refutar versiones procedentes de Estados Unidos sobre una eventual alianza militar entre Cuba y China, que incluiría la venta de armas a este país y acciones conjuntas de inteligencia.
Los años de cooperación militar con la antigua Unión Soviética habrían suministrado «todas las armas de fuego» y «cantidades industriales» de municiones para, según Castro, garantizar a posibles «invasores» un «precio impagable».
La Habana mantiene, además, la capacidad de instalar una red de minas antitanques y antipersonales en caso de una agresión militar desde Estados Unidos, afirmó Castro en esa oportunidad. (FIN/IPS/pg/mj/ip/01