India pidió a Estados Unidos una acción rápida contra un grupo radical musulmán que se atribuyó el ataque suicida del lunes en la ciudad de Srinagar, donde 39 personas murieron y el edificio del parlamento estadual fue destruido.
«Existen vínculos creíbles entre Jaish-e-Mohammed (Ejército de Mahoma, que reivindicó el atentado) y el grupo Al-Qaeda (La base) de Osama bin Laden», aseguró Omar Abdullah, viceministro de Asuntos Exteriores de India e hijo de Farooq Abdullah, ministro jefe de la zona de Cachemira administrada por India.
Las agencias de inteligencia indias poseen documentos firmados por Bin Laden, el principal sospechoso de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, y Maulana Masood Azhar, jefe de Jaish-e-Mohammed, con sede en Pakistán, afirmó Omar Abdullah.
Azhar, un ciudadano paquistaní, fue liberado por las autoridades indias de una prisión de Cachemira a cambio de un avión de Indian Airlines con 150 pasajeros y tripulantes a bordo que había sido secuestrado y desviado a Kandahar, Afganistán, en diciembre de 1999.
Según Abdullah, la presencia en Cachemira de combatientes «jihadistas» (partidarios de la «jihad» o guerra santa) de hasta 16 países islámicos prueba que los grupos militantes de ese estado tienen vínculos con Al-Qaeda, una red que el presidente estadounidense George W. Bush prometió desmantelar.
El canciller indio Jaswant Singh entregó el lunes a Bush una carta del primer ministro Atal Bihari Vajpayee en la que informaba sobre la «comprensible indignación» en India por el atentado suicida de Srinagar.
Según informes policiales, un militante rompió las barricadas frente a la entrada del edificio de la asamblea estadual con un vehículo cargado de explosivos y lo hizo estallar, tras lo cual otros extremistas ingresaron al parlamento y arrojaron granadas, antes de ser muertos por las fuerzas de seguridad.
El atentado «se produjo un día después de que (el presidente de Pakistán, Pervez) Musharraf declarara que no hay grupos terroristas operando en Afganistán», observó Vajpayee en su carta, que fue dada a conocer a la prensa.
La declaración de Vajpayee refleja la ansiedad de su Partido Nacionalista Hindú por forjar relaciones más estrechas con Estados Unidos, cuyo gobierno intenta construir una coalición contra la red de Bin Laden y al cual Nueva Delhi ofreció pleno apoyo.
Durante la guerra fría, Washington mantuvo estrechos vínculos con Pakistán, que reclama la parte india de Cachemira (el único estado indio de mayoría musulmana) y ya se enfrentó tres veces en guerra con su vecino del sur por esa causa.
«Pakistán debe entender que la paciencia del pueblo indio tiene un límite», advirtió Vajpayee en la carta.
Por su parte, Musharraf hizo una distinción entre las organizaciones terroristas y los «combatientes por la libertad que procuran la autodeterminación» en Cachemira.
Vajpayee fue uno de los primeros gobernantes en ofrecer apoyo incondicional a las fuerzas estadounidenses que se preparan para atacar las bases de Bin Laden en Afganistán, pero hasta el momento no recibió a cambio ninguna promesa de que Washington tomaría medidas contra los guerrilleros de Cachemira.
En cambio, Estados Unidos se volcó hacia Pakistán, su antiguo aliado que le sirvió en la década de 1980, cuando Washington financió una exitosa acción encubierta contra las tropas soviéticas invasoras del vecino Afganistán.
En Cachemira, los grupos políticos separatistas encabezados por la Conferencia Multipartidaria Hurriyet condenaron los atentados suicidas de esta semana pero advirtieron que continuarían su lucha pacífica hasta lograr «una solución permanente del problema de Cachemira».
«Ahora que el mundo trata de atacar las causas profundas de la violencia, India debería deponer su actitud intransigente e intentar resolver la cuestión de Cachemira», exhortó la Conferencia, que representa a 12 grupos con sede en Srinagar.
Pero Nueva Delhi no muestra señales de flexibilidad, y la semana pasada ordenó reprimir al Movimiento Estudiantil Islámico de India con el argumento de que tiene vínculos con Al-Qaeda y los gobernantes fundamentalistas talibanes de Afganistán.
La represión de ese movimiento ya estaba prevista antes de los atentados del 11 de septiembre, según el ministro del Interior, Lal Krishna Advani.
Advani confía en que la guerra contra el terrorismo encabezada por Estados Unidos conduzca finalmente a los campamentos «jihadistas» en Pakistán, que según él, proveen armas y entrenamiento a los guerrilleros de Cachemira.
«La segunda etapa incluirá operaciones transfronterizas contra el terrorismo en Cachemira», declaró a la prensa.
Pakistán niega todo apoyo militar a los militantes cachemiros, y en cambio sostiene que brinda respaldo «moral y diplomático» a esa insurgencia, que ha costado 50.000 vidas desde sus inicios, hace 12 años.
«Aun si India no juega un papel muy importante, nos gustaría que nuestra lucha contra el terrorismo fuera fortalecida. Prestaremos apoyo moral, diplomático y logístico a la coalición liderada por Estados Unidos contra el terrorismo», declaró Advani. (FIN/IPS/tra-en/rdr/js/mlm/ip/01