Un año después del estallido de la segunda intifada o insurrección palestina contra la ocupación israelí, persisten el temor y la indignación de la minoría árabe de Israel ante el tratamiento que recibe de las autoridades.
La policía mató a tiros entre el 30 de septiembre de 2000 y los días siguientes a 13 ciudadanos árabes israelíes que participaban de manifestaciones de apoyo a los palestinos insurrectos.
La intifada estalló a partir de la visita del entonces líder opositor Ariel Sharon, actual primer ministro de Israel, a la explanada de las mezquitas, y causó hasta ahora la muerte de unos 600 palestinos y 170 israelíes.
La acción policial deterioró las relaciones entre los ciudadanos árabes y el estado de Israel, y abrió heridas que aún no cicatrizan. Muchos de los manifestantes recibieron disparos por la espalda.
En Kafr Manda, una aldea del norte de Israel, Hilmi Bushnak, cuyo hermano Ramez fue uno de los 13 asesinados, guarda rencor no sólo a la policía, sino también a la mayoría judía de Israel.
«Los izquierdistas no se solidarizaron con nosotros. El año pasado me di cuenta de que no existe la izquierda en Israel», declaró luego de recibir una visita de judíos del movimiento Paz Ahora, en un intento por mejorar las relaciones.
Por otra parte, judíos israelíes sostienen que durante las manifestaciones se arrojaron piedras, se quemaron neumáticos y se atacaron oficinas de correo y negocios de judíos en comunidades árabes y en sus cercanías.
«Sentimos que algunos de ellos quieren destruir el Estado judío», expresó Tsur Porat, un arquitecto judío residente cerca de la localidad árabe de Sakhnin.
Los líderes árabes arguyen que el verdadero motivo de los disturbios son las cinco décadas de discriminación en materia de vivienda, educación, empleo y presupuesto, y que son tratados no sólo como extranjeros, sino también como enemigos.
La minoría árabe de Israel, que constituye 19 por ciento de la población nacional, es el grupo en peores condiciones económicas. Las 10 comunidades israelíes con más alto índice de desempleo son todas árabes.
«Creo que estamos en otra era y habrá más agresiones contra los árabes», predijo Sanaa Hamoud, activista de los derechos humanos y abogado árabe.
«Hasta el pasado octubre creíamos que estas cosas no nos podrían ocurrir, que no se matarían ciudadanos por manifestarse. No sólo estamos enojados, sino que tenemos miedo. Debemos repensar nuestra situación aquí y precisamos protección internacional», agregó.
El comportamiento de la policía es ahora el principal tema de una comisión estatal investigadora, la cual reveló, por primera vez en la historia nacional, que las fuerzas de seguridad israelíes utilizaron francotiradores contra sus propios ciudadanos.
La policía, por su parte, alega que sus agentes corrían riesgo de vida.
«Muchos árabes israelíes se han pasado de la raya», aunque «la mayoría desean ser parte del estado de Israel», afirmó el ministro de Comunicaciones Reuven Rivlin.
El ministro de Justicia Meir Shetreet enfureció a los árabes con sus declaraciones de respaldo a la policía mientras las investigaciones aún estaban en curso.
Tras una visita a la comisión investigadora, Shetreet dijo a la prensa que el jefe de policía Alec Ron, responsable de la matanza, «es un oficial valiente y honesto».
Por su parte, los judíos israelíes evitan ahora Kafr Manda y otras zonas árabes.
Pero los problemas no empezaron el pasado octubre. Las relaciones entre árabes y judíos de Israel se vienen deteriorando desde hace muchos años por la falta de progreso hacia una solución para el conflicto palestino-israelí.
En las elecciones del pasado febrero, sólo 20 por ciento de los ciudadanos árabes votaron, debido a su rechazo a cualquiera de los dos candidatos a primer ministro, Ehud Barak y Ariel Sharon.
«Dudo mucho que podamos lograr el respeto a nuestros derechos humanos básicos mediante los canales del gobierno, el parlamento y otros marcos formales», dijo Hammoud.
«No digo que debamos rendirnos y no participar en este tipo de lucha, pero comunidad debemos sentarnos a pensar en una nueva estrategia», añadió.
Los árabes israelíes enfrentan una nueva amenaza en los últimos meses: son catalogados como un «problema demográfico» y el ministro extremista Avigdor Lieberman propuso una «transferencia» de población.
«No se puede esperar mucho de personas que nos consideran un peligro y un riesgo demográfico», dijo Hashem Mahameed, un legislador de la Lista Arabe Unida.
«Nadie puede asegurar que no habrá más insurrecciones de los árabes israelíes si las actuales políticas continúan. La situación puede explotar en cualquier momento», advirtió. (FIN/IPS/tra- en/bl/mn/hd/01