Una amplia alianza de grupos ambientalistas se opone a la construcción en el sur de Chile de una planta reductora de aluminio, que contempla la mayor inversión jamás realizada en este país para un solo proyecto.
La denominada «Alianza Aysén, reserva de vida» , busca movilizar a la sociedad para impedir que las autoridades ambientales aprueben el proyecto Alumysa, que la empresa canadiense Noranda se propone desarrollar en la austral región de Aysén, a unos 1.500 kilómetros de Santiago.
«El proyecto Alumysa es un tiranosaurio en el paraíso», sostuvo Peter Hartmann, director en la zona del Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora (Codeff), la más antigua de las organizaciones ecologistas chilenas.
Noranda planea destinar a ese proyecto 2.750 millones de dólares, la mayor inversión externa realizada de una sola vez en Chile.
La región de Aysén es una de las menos pobladas del país y posee un valioso patrimonio natural de bosques autóctonos, fauna, lagos y ríos, que sus habitantes buscan proteger, declarándola «reserva de vida».
Es también una región muy frágil, «debido a su reciente y complicada formación geobiológica, cultural, demográfica y socioeconómica», según un informe elaborado por Codeff.
La planta de Alumysa, que se levantaría en la localidad de Puerto Chacabuco, implica para su funcionamiento la construcción de tres centrales hidroeléctricas, con intervención de los ríos Cuervo, Cóndor y Blanco, hasta ahora incontaminados.
A ello deben agregarse 80 kilómetros de líneas de alta tensión de transmisión eléctrica, casi 100 kilómetros de caminos para circulación de vehículos pesados, de un puerto para naves de 45.000 toneladas y de un embarcadero y muelle flotante.
La base del proyecto está en producir aluminio a partir de alúmina importada de Australia, Brasil y Jamaica, aprovechando los recursos hídricos de la zona.
Noranda Aluminium, una empresa con «pésimo prestigio» y un crítico «prontuario ambiental» en América del Norte, según los ecologistas, se asoció en Chile con Proyectos de Aysén para llevar a cabo el proyecto Alumysa.
Proyectos de Aysén es una empresa que desde la década de los años 80 adquirió tierras estatales en la región y cuyos principales socios y ejecutivos están vinculados al cogobernante Partido Demócrata Cristiano, señaló Hartmann.
El estudio de impacto ambiental del proyecto fue presentado por Noranda a las autoridades el 31 de agosto y publicado en forma resumida el 7 de septiembre, contándose a partir de esa fecha 60 días para que la ciudadanía pueda hacer conocer sus puntos de vista sobre la obra.
La «Alianza Aysén, reserva de vida» se conformó con el fin de intervenir en este sistema de consultas, rechazando el proyecto.
Pocas veces se ha visto en Chile una coalición tan amplia de grupos ambientalistas como la Alianza, donde además de Codeff están el Instituto de Ecología Política, la Red Nacional de Acción Ecológica, el Programa Chile Sustentable, la Fundación Terram, Geo Austral, Defensores del Bosque y Ecoceános, entre otros.
También adhirió a la alianza la llamada bancada verde, integrada por senadores y diputados tanto de la gobernante coalición de centroizquierda como de la derecha opositora, que tienen en común su preocupación por la defensa del ambiente.
Entre las personalidades del mundo ecologista que participan en la Alianza se encuentra Juan Pablo Orrego, del Grupo de Acción por el Bíobio, el economista Marcel Claude y el abogado Fernando Dougnac.
Hartmann señaló que se trata de atraer ahora hacia este movimiento a las organizaciones de pescadores artesanales, operadoras de turismo y empresarios agrícolas y ganaderos de la región de Aysén.
Según el director de Codeff, todos estos sectores se verán perjudicados si se materializa la construcción de la planta de Alumyna.
«En lo ambiental, los daños de este proyecto son grandes. En primer lugar, porque se van a represar tres ríos que son prístinos, construyendo en uno de ellos un embalse de 116 metros de altura, que prácticamente secará su cauce», dijo.
«Esto también afecta seriamente el hábitat de la fauna, incluyendo peces. Aquí hay 12 especies vulnerables, tres raras, tres insuficientemente conocidas y cinco en peligro de extinción», especificó Hartmann.
Un estudio de los grupos ambientalistas calcula que las represas inundarán 9.598 hectáreas en un paisaje de alto valor y hábitat de numerosas especies, con pérdidas también de vegetación herbácea, bosques y campos agrícolas.
En los sectores denominados Río Blanco y Lago Caro, los embalses pondrán en riesgo a dos especies particularmente valiosas y en peligro, como son el huemul, un ciervo que está en el escudo de armas de Chile, y el gato colo colo, uno de los pocos felinos salvajes de este país.
Los impulsores del proyecto señalan que la planta reductora producirá 440.000 toneladas de aluminio en lingotes al año, para lo cual se requerirá importar 846.000 toneladas de alúmina, 146.000 toneladas de carbón koque calcinado y 43.500 toneladas de alquitrán, además de fluoruro de aluminio, diesel y gas licuado.
Con todos estos insumos, la planta va a generar más de 600.000 toneladas de desechos por año, con peligro de contaminar tanto los cursos de agua dulce como los bordes marinos, afectando la industria de la salmonicultura y el turismo, advirtió Hartmann. (FIN/IPS/ggr/dm/en/01