Las mujeres y los niños y niñas de las escuelas primarias son la esperanza de recuperación de la vida en los contaminados arroyos del área metropolitana de Porto Alegre, en el sur de Brasil.
Los alumnos son los más conscientes de la necesidad de recuperar el arroyo Feijó, un curso de 25 kilómetros en el que se vierten desagües, basura e incluso desechos abultados, como sofás y refrigeradores, observó Vera Lucia Oliveira, directora de una escuela primaria ribereña.
Son mujeres las que más participan en las asambleas y asumen el liderazgo comunitario en un programa para solucionar los problemas ambientales y sociales de las cuencas urbanas de Porto Alegre y sus alrededores, destacó el sociólogo Jorge Branco, que dirige la Fundación de Planificación Metropolitana y Regional (Metroplan).
Metroplan, dependiente de la gobernación del estado de Río Grande del Sur, puso en marcha el año pasado el Programa Integrado de Recuperación de Areas Degradadas, financiado por el SEMA (Secretariado de Manejo del Medio Ambiente), iniciado en tres arroyos del este y norte de la región metropolitana de Porto Alegre.
El Feijó, afluyente del río Gravataí, que abastece de agua a varias ciudades, es la subcuenca más poblada, con 170 mil habitantes en 57 kilómetros cuadrados de los municipios de Porto Alegre, Alvorada y ViamFo.
La educación ambiental es un capítulo clave del programa en marcha, que contempla otras cinco actividades: dragado, urbanización, reciclaje, transporte y generación de trabajo e ingresos.
La población hace del arroyo un vertedero de «todo lo que ya no sirve», desde muebles a neumáticos y toda especie de contaminantes, además de dañar las orillas, lamentó Oliveira, quien dirige la escuela en Villa Augusta Meneghini, una favela (barrio hacinado y extremadamente pobre)en ViamFo.
Sus 300 alumnos, de primero a cuarto grado, plantan árboles, pintan puentes, aprenden a reciclar desechos y a sembrar productos hortícolas y jardines, además de protagonizar manifestaciones en defensa del arroyo y del ambiente.
Algunos jóvenes y adultos destruían los árboles recién plantados, «pero empiezan a respetarlos», y si bien aún se arroja basura al arroyo, la cantidad es «cada día menor», sostuvo la maestra. Así mismo, «otras escuelas se están adhiriendo al movimiento», comentó.
La participación popular es una dimensión esencial del programa de recuperación de las cuencas urbanas, cuya estrategia es promover «la máxima eficacia de las inversiones», articulando el trabajo de organismos estatales y municipales, universidades, empresas y comunidades, explicó Branco.
La población de las orillas es pobre, lo que hace indispensable el reciclaje de residuos sólidos, la creación de cooperativas de trabajo y otras formas de obtención de ingresos. También se pretende mejorar las viviendas, la urbanización y el acceso al transporte colectivo.
El modelo de manejo de los arroyos Feijó, Pampa y Sapucaia se llevará el año próximo a otras cuatro áreas, para alcanzar a un total de 700.000 habitantes de 17 municipios, anunció Branco.
El programa tiene el apoyo crítico de Teodomiro Fernandes, un obrero metalúrgico jubilado que preside la Asociación de Protección de la Naturaleza del Valle del Gravataí.
«Las intenciones son buenas, pero falta mucho», y el dragado del Feijó ha sido suspendido, debido a la mala tarea de la empresa contratada, advirtió Fernandes, miembro del comité de Gravataí.
Metroplan espera reanudar el servicio de dragado este año, pero Fernandes teme que sea postergado por cuestiones judiciales.
No obstante, reconoció que es prometedor el enfoque del programa, concentrado en cada cuenca y con participación de comités de gestión que engloban a todos los sectores interesados. (FIN/Tierramérica/mo/en/01