La llegada al gobierno de Bangladesh del grupo musulmán Jamaat E Islami como aliado al del partido de la primera ministra electa Begum Khaleda Zia, alentará a fuerzas fundamentalistas a convertir a este país en un estado islámico, advirtieron analistas.
Zia será la próxima primera ministra, de acuerdo con los resultados de las elecciones del día 1, que representaron una victoria abrumadora para la alianza de cuatro partidos encabezada por el Partido Nacional de Bangladesh (PNB) de la futura gobernante.
La líder del PNB prometió trabajar por la paz y la modernización, pero le espera una dura tarea, dado que el principal partido opositor amenazó con lanzar una campaña de agitación y se teme un fortalecimiento del fundamentalismo islámico.
Zia pidió a todos los partidos políticos que se unan a la lucha contra el terrorismo y la corrupción y que trabajen unidos por un nuevo Bangladesh.
Pero la Liga Awami, que estuvo en el poder desde 1996 hasta el pasado 15 de julio, cuando entregó el gobierno a una administración provisoria, amenazó con un movimiento nacional de desobediencia civil si la Comisión Electoral no anula los resultados de los últimos comicios y anuncia nuevas elecciones.
Muchos bengalíes temen las consecuencias de las acciones de la Liga sobre los esfuerzos del nuevo gobierno por resolver rápidamente los problemas nacionales, que incluyen una economía moribunda, un alto índice de desempleo y altas tasas de criminalidad.
Otros, sin embargo, están más preocupados por la propia alianza triunfadora, y en especial por el partido Jamaat E Islami, que la integra.
Aparte del PNB y Jamaat E Islami, la alianza incluye al grupo Unidad Islámica y una facción del partido Jatiya.
El principio del secularismo impulsado por la Liga Awami parece haber perdido atracción en áreas urbanas y rurales, observaron analistas.
Tras décadas de pobreza y creciente criminalidad, cada vez más bengalíes consideran que sólo el Islam podrá lograr la emancipación y establecer una «justicia real».
Además, muchos jóvenes educados consideran que el Islam es la única forma de satisfacer las aspiraciones de todos los sectores de la sociedad, agregaron los analistas.
Cerca de 83 por ciento de los 131 millones de habitantes de Bangladesh son musulmanes, y 16 por ciento hindúes.
Jamaat E Islami no era considerado una verdadera fuerza política hasta 1971, cuando Bangladesh, entonces conocido como Pakistán Oriental, se separó de Pakistán Occidental.
El grupo islámico se había opuesto a la división de la unión y había trabajado activamente con Pakistán Occidental para impedirla.
Desde la separación, sin embargo, Jamaat E Islami logró un buen entendimiento con las masas y actualmente ocupa 16 escaños en el parlamento.
Varios observadores consideran probable que en los próximos años fuerzas islámicas encabezadas por Jamaat E Islami se presenten como una alternativa al PNB y la Liga Awami, que se han turnado en el poder por décadas.
Al aliarse con el PNB, Jamaat E Islami se volvió más aceptable para el público, consideró un líder del izquierdista Partido de los Trabajadores.
El grupo «no se apresurará a convertir a Bangladesh en un estado teocrático», opinó la fuente, que solicitó reserva.
«Ellos ya tienen un plan e intentarán movilizar el apoyo de la gente en general: estudiantes y miembros de distintos sectores de la economía, paso a paso», agregó.
No obstante, algunos ciudadanos aclararon que votaron por la alianza no por su deseo de un estado islámico, sino como manera de rechazar el terrorismo y la corrupción.
El PNB estuvo bien en presentar como su principal meta el terrorismo -que en Bangladesh incluye la persecución de empresarios por funcionarios y bandas criminales, así como la usurpación de bienes privados por individuos influyentes-, en contraste con la Liga Awami, opinó una estudiante universitaria.
Sirajul Islam, profesor de la Universidad de Dacca, estuvo de acuerdo.
La derrota electoral de la Liga Awami se debe a «su fracaso en la imposición de la ley y el orden, su arrogancia, la persecución de gente común, la corrupción en el departamento policial y la intolerancia hacia opiniones disidentes», afirmó. (FIN/IPS/tra- en/ccb/ral/mlm/ti/ip/01)