La obra teatral "Monólogos de la vagina" repite en la capital de Perú el éxito que tuvo en otras 31 ciudades del mundo, y causa revuelo entre feministas y en el ambiente universitario.
La pieza, considerada una indagación sobre la identidad de género y la autoestima femenina, fue objeto de debates entre las estudiantes de la Universidad de Lima en dos oportunidades.
La psicóloga Yolanda Sanéz promovió la asistencia de las integrantes de su taller de terapia de grupo para mujeres con tendencias depresivas, "para trabajar luego los temas de la genitalidad y la autoestima, muy difíciles de abordar para ellas".
"Monólogos de la vagina" es la versión teatral del libro del mismo título escrito por la periodista, dramaturga y poetisa estadounidense Eve Ensler, una recopilación de opiniones y vivencias de mujeres de distintos países, niveles sociales, religiones, culturas y edades en torno de la vagina.
Ensler dijo que la preocupación por propia vagina la llevó en 1995 a averiguar qué sentían y pensaban otras mujeres. Su primera constatación fue el generalizado rechazo de las mujeres hacia una parte fundamental del cuerpo femenino.
Investigaciones anteriores señalaban la diferente actitud idiomática de hombres y mujeres hacia sus respectivos órganos genitales. Mientras los hombres los mencionan con términos agresivos, o como herramientas para someter y agredir, las mujeres suelen evitar aludir a los suyos.
Ensler visitó varios países y realizó 200 entrevistas a mujeres, incluso a víctimas de violación en la guerra de Bosnia- Herzegovina.
Con ese material elaboró una obra de teatro para tres actrices que narran con ironía, humor y dolor su historia personal a partir de la zona mas íntima del cuerpo femenino, en monólogos confidenciales que parecen rituales de exorcismo.
Los monólogos comienzan con un análisis lingüístico que desentraña el sentido de la palabra vagina, y luego avanza sobre la imagen del órgano y su sensibilidad.
Uno de los personajes, una mujer vieja y artrítica que nunca había mirado su vagina, ni tampoco experimentado el orgasmo, se echa a llorar cuando descubre ella misma la existencia, y la función, de su clítoris, al explorarse con la asistencia de su terapeuta.
El monólogo recuerda que el clítoris, donde confluyen más de 8.000 terminaciones nerviosas que desatan el orgasmo, es el único órgano del cuerpo humano diseñado exclusivamente para el placer.
También se explica que "el temor masculino al clítoris" es la causa profunda de la mutilación genital femenina en muchos países del Africa y Asia.
"Para no caer en melodramas, porque algunas de las historias son terribles y sobrecogedoras, el montaje mantiene la clave de humor, como una provocación desenfadada", dijo Osvaldo Cattone, director de la puesta en escena limeña.
"Además, el humor compensa el inmovilismo de una obra de teatro en que los personajes se sientan en sillas frente al público y cuentan sus historias, sin hablar entre ellas", añadió Cattone.
Pero Pilar Brescia, una de las tres actrices que participan en la obra en Lima, dijo que ella no siente estar recitando una sucesión de monólogos, sino interpretando diálogos.
"Siento que estoy dialogando con todas y cada una de las mujeres del público. Con todas, porque es un asunto que nos atañe a todas. Es una sensación nueva, diferente, que a pesar de mis 25 años de experiencia teatral me asustó al comienzo", dice Brescia.
"Sentimos estar rompiendo el tabú que nos prohíbe hablar de nuestras vaginas, y muchas mujeres se reconocen en estos monólogos, o a sus madres, abuelas o amigas", comentó Yvonne Frayssinet, otra de las actrices.
"El tema es dramático, porque el machismo aún predominante en el mundo mantiene la sexualidad femenina como tabú, y la mayor parte de las mujeres consideran sus vaginas como un rincón vergonzante, feo, del que no se debe hablar en público", dijo la feminista Esther Vicuña.
"La vagina es una palabra que casi no se usa. Los hombres utilizan términos groseros, y la mayoría de las mujeres se refieren a esa parte de sus cuerpos como 'la cosa', como si no tuviera nombre o como, simplemente, no existiera", añadió.
Esa fue la primera y principal constatación de Ensler: la resistencia de sus entrevistadas a referirse explícitamente a sus vaginas.
"La mayoría de las mujeres perciben su órgano genital como feo, con mal olor, y no solo se resisten a mirárselo ellas mismas sino que tampoco quisieran que sus parejas se los vean", dijo la psicóloga Sanéz.
Estrenada a fines de septiembre, la mayoría de los espectadores de los "Monólogos de la vagina" en Lima son mujeres.
"Las mujeres se divierten y se ríen con frecuencia, pero atienden con respeto, en tanto que la mayoría de los hombres, que al parecer fueron en busca de matices porno, sueltan estrepitosas carcajadas en algunos pasajes", dijo la periodista y actriz Vilma Loli.
«Los más sensibles se revuelven incómodos en sus asientos", observó. (FIN/IPS/al/mj/cr/01)