El líder revolucionario mexicano Emiliano Zapata, figura emblemática de políticos y guerrilleros, es hoy centro de proyectos cinematográficos opuestos: uno con actores cotizados y en inglés y otro con indígenas sin fama y en náhuatl.
El director mexicano Alfonso Arau comenzó este mes en el estado de Morelos, vecino a la capital, los preparativos para rodar una película de corte «espiritual» y realista sobre Zapata, con actores indígenas desconocidos, según él mismo lo indicó.
Por su parte, la empresa Disney planea filmar, quizá también en locaciones mexicanas y en fecha aún no definida, una historia de aventuras en la que el revolucionario será interpretado por el español Antonio Banderas.
Las dos películas buscan aprovechar la fama histórica de Zapata, relanzada con la aparición en enero de 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), apuntó el crítico de cine Gustavo García.
Zapata fue asesinado el 10 de abril de 1919 en una emboscada planeada por el coronel Jesús Guajardo, luego de liderar, junto a Francisco Villa, un proceso revolucionario agrarista a comienzos del siglo XX.
Pobre y sin educación, Zapata fue famoso en su tiempo y los gobiernos le ofrecieron cargos y dinero. Sin embargo, desechó todas las ofertas y, sin abandonar un estilo personal austero y callado, continuó demandando justicia y tierra para los campesinos.
El defensor de los campesinos del México de hace un siglo armó a sus temibles tropas del sur para unirse al llamado lanzado en 1910 por Francisco I. Madero en contra del dictador Porfirio Díaz, en el poder desde 1876.
Pero Zapata, ante lo que entendió incumplimiento de Madero a sus compromisos una vez que se convirtió en presidente en 1911, prosiguió con la lucha enarbolando la bandera agrarista.
Con el lema de «tierra y libertad», el líder revolucionario emitió su Plan de Ayala el 25 de noviembre de 1911, en el que desconoció a Madero y reclamó la devolución de parcelas, montes y aguas a los pueblos que habían sido despojados por los grandes hacendados.
La posición incorruptible de Zapata también representó un desafío enorme para el gobierno de Venustiano Carranza, quien había asumido en 1917.
Para aniquilar esa amenaza fue comisionado el coronel Guajardo, quien preparó una trampa que concluyó con Zapata acribillado a balazos en la hacienda de Chinameca, hecho que marcó el fin de la revolución que costó la vida a un millón de mexicanos.
Arau, quien se dio a conocer en Hollywood con la película «Como agua para el chocolate» y «Un paseo por las nubes», planeó su nueva cinta luego de fracasar en sus intentos para hacer una versión comercial y en inglés de Zapata.
Problemas de presupuesto y desentendimientos con los productores de Hollywood llevaron al director mexicano a cambiar radicalmente el enfoque de su película, circunstancia que él ahora celebra.
La película no será de aventuras, como lo planea la productora Disney, sino que entrará a tocar el espíritu de líder y mito que dejó Zapata entre los campesinos mexicanos.
Según Arau, en sus investigaciones descubrió que para los indígenas y shamanes (brujos y líderes espirituales) de Morelos, de donde era originario Zapata, el revolucionario era una reencarnación de Quetzalcóatl, el principal dios prehispánico.
El proyecto sobre la película es pequeño, austero y de corte espiritual, pero sin duda mucho más interesante que la versión comercial, dijo el director.
Los actores de la película serán campesinos e indígenas del estado de Morelos y el guión y los parlamentos serán en náhuatl, lengua nativa propia de la zona.
En el otro frente, la poderosa empresa Disney afina su proyecto y se compromete a realizar una película de Zapata que sea taquillera, de aventuras y con Banderas en el papel principal.
Las demandas de tierra y justicia que animaron la lucha de Zapata, quien en su tiempo fue considerado un «bandolero», causan controversia hasta el presente.
Para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante 71 años ininterrumpidos hasta que Vicente Fox lo derrotó hace un año, la figura de Zapata es uno de sus motores de lucha.
En cambio, el EZLN, organizaciones indígenas y políticos ajenos al PRI sostienen que ese partido prostituyó el nombre de Zapata para justificar atropellos y mantener la pobreza en el campo.
La guerrilla zapatista relanzó el nombre del revolucionario al irrumpir en 1994 con demandas y un discurso que despertó simpatía en varios países y grupos izquierdistas del mundo.
«Una película sobre Zapata puede ser un buen negocio para Disney, mientras que para Arau es una experiencia interesante que llamará la atención del público mexicano y podría darle algunos laureles», opinó García. (FIN/IPS/dc/dm/cr/01