El mayor logro histórico del cine chileno se llama «Taxi para tres», de Orlando Lübbert, que obtuvo la Concha de Oro a la mejor película en la última versión del Festival de San Sebastián, uno de los cinco certámenes más importantes del mundo en la materia.
Lübbert, un arquitecto que abandonó tempranamente su profesión para dedicarse a filmar documentales y que vivió un largo exilio en Alemania, se prepara ahora a llevar su película a Francia, México, Estados Unidos y Gran Bretaña, donde varias distribuidoras se interesan en su exhibición comercial.
En España, en cambio, la polémica que desataron medios de prensa de ese país, contrarios a la premiación de «Taxi para tres» en el festival del balneario vasco, repercutió sobre los empresarios de salas de cine, que, al menos por ahora, no se interesan en llevarla a sus carteleras.
Las críticas españolas no afectaron mayormente ni al director ni a su elenco de actores, para quienes el mayor impacto estuvo precisamente en haber alcanzado el máximo galardón en el 49 Festival Internacional de Cine de Donostia San Sebastián y marcar un hito histórico para la cinematografía chilena.
Seguros de haber hecho una buena película, los realizadores de «Taxi para tres» advertían como un déficit el modesto presupuesto para promoverla en el certamen, en clara desventaja con los otros 14 filmes en competencia, en su mayoría europeos.
En contraste con el ceño fruncido de los críticos, el público que asistió en San Sebastián a la presentación de la película no ahorró aplausos para esta sencilla historia, que narra la saga de un taxista obligado por dos delincuentes a acompañarlos en sus robos y asaltos.
«Taxi para tres», estrenada a comienzos de agosto en Chile, es uno de los mayores éxitos de la taquilla cinematográfica del año, con 250.000 espectadores registrados hasta fines de septiembre.
La mayoría de los críticos españoles entienden que la Concha de Oro debió llevársela «En construcción», la película hispana de José Luis Guerín, que obtuvo finalmente el Premio Especial del Jurado.
«En general, la crítica se equivoca tanto en el cine como en el teatro», comentó Elsa Poblete, una de las actrices de la película chilena, en tanto Lübbert recordó la máxima de que abundan los filmes elogiados por la crítica y con escaso éxito de público.
También en discrepancia con la opinión de los críticos, el cineasta francés Claude Chabrol («La ceremonia») se declaró fascinado por «Taxi para tres» desde su presentación en el festival. «La amé, pero no era el único (miembro del jurado) que pensaba así», dijo.
La decisión fue unánime. «Hubo un pequeño momento en que (los jurados) estuvimos entre 'Taxi para tres' y otra (película), pero rápidamente se llegó a un acuerdo y se determinó la ganadora», explicó Chabrol.
El escritor chileno Jorge Edwards, también miembro del jurado de San Sebastián, negó versiones de que su presencia hubiera «inducido» una decisión a favor del filme de Lübbert, ya que optó, en una muestra de pudor, por mantener «un perfil bajo» en el momento en que se analizó la película.
Los reconocimientos internacionales a la cinematografía chilena comenzaron casi al mismo tiempo de la restauración de la democracia, tras el fin de la dictadura del general Augusto Pinochet, quien gobernó Chile entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990.
Gloria Münchmayer, a comienzos de 1990, fue elegida como la mejor actriz en el Festival de Venecia, por su actuación en «La luna en el espejo», del director Silvio Caiozzi.
«La frontera», de Ricardo Larraín, ganó en 1991 un Goya en Madrid, para alcanzar en 1992 el Oso de Plata en el Festival de Berlín y lograr más adelante otros 18 reconocimientos internacionales.
En 1998, el joven director debutante Andrés Wood conquistó con «Historias de fútbol» el premio a la mejor película en el festival de Trieste (Italia) y el reconocimiento a la mejor dirección en Huelva (España).
En el Festival de Cine Iberoamericano, también en Huelva, Silvio Caiozzi logró en 1999 el Colón de Oro con «Coronación», la película inspirada en la novela homónima del escritor chileno José Donoso, fallecido en 1996.
«Taxi para tres» se coloca ahora a la cabeza de esta lista por el prestigio de San Sebastián, uno de los festivales cinematográficos más importantes del mundo junto a los de Berlín, Cannes (Francia), Venecia (Italia) y Montreal (Canadá).
La historia de esta película comenzó en 1986, cuando Lübbert, residente entonces en Alemania, regresó transitoriamente a su país natal a filmar el documental «Chile, la cultura necesaria» para la televisión alemana.
Mientras trabajaba en La Legua, una extensa barriada marginal del área sur de Santiago, escuchó la anécdota de un taxista abordado por dos delincuentes que, mientras lo amenazan con sus cuchillos, le ofrecen que elija entre ser «volante o maleta».
En la película, el conductor del destartalado automóvil con taxímetro marca Lada, que está pagando en cuotas, interpretado por el actor Alejandro Trejo, opta por ser «volante», es decir conductor de los delincuentes.
Si elegía «maleta», habría sido encerrado en el portaequipaje por los delincuentes, interpretados por Daniel Muñoz, un actor de renombre en Chile, y por Fernando Gómez-Rovira, debutante en cine.
A partir de la opción del taxista comienza a tejerse una película de permanente suspenso, matizado por situaciones dramáticas e hilarantes, que muestran el mundo de la corrupción policial y la marginalidad delictiva en la periferia de Santiago.
«Taxi para tres» es la segunda película de ficción de Lübbert, quien en 1979 dirigió en Alemania «El paso», sobre un guión propio y que narra las peripecias de tres chilenos izquierdistas que huyen de la represión hacia Argentina tras el golpe de 1973, atravesando a pie la cordillera de Los Andes.
El golpe de Estado interrumpió el primer trabajo documental de Lübbert, que filmaba entonces con Gastón Ancelovici «Los puños frente al cañón», acerca del movimiento obrero chileno y de uno de los líderes históricos del sindicalismo de este país, Clotario Blest.
Los rollos con el material filmado fueron rescatados por los funcionarios de la embajada alemana, quienes permitieron así que el documental se terminara en Berlín occidental en 1975.
«Residencia en la tierra», de 1979, sobre revolucionarios sandinistas en un hospital alemán, «Chile, donde comienza el dolor», filmado entre 1981 y 1987, y «La Colonia», de 1985, acerca del enclave alemán en el sur de Chile, son otros títulos de la trayectoria de Lübbert como documentalista. (FIN/IPS/ggr/dm/cr/01