Italia cuenta al mundo con una exposición de 200 pinturas, dibujos y esculturas de grandes maestros cómo fue su Renacimiento, el movimiento artístico y cultural originado en Florencia que revolucionó Europa en los siglos XV y XVI.
La exposición en Roma, que permanecerá abierta hasta el 6 de enero, fue presentada ya en Tokio y podría ser la última vez en que se permite el traslado de obras de alto valor, debido a la inseguridad internacional creada por los actos de terrorismo del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
Ya cuando las obras fueron llevadas al Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio en marzo, la prensa italiana recogió una serie de críticas de quienes consideraban arriesgado su traslado.
Los tiempos de los préstamos generosos que permitían desplazar de una punta a otra del planeta creaciones de incalculable valor artístico, han pasado definitivamente, advirtió el comisario de la muestra, Antonio Paolucci.
La exposición, montada en el museo de las Caballerizas Papales después de tres años de preparación, consta de 170 obras maestras de 60 galerías de arte y museos italianos, y allí están reunidas pinturas del Beato Angélico, Piero della Francesca, Andrea Mantegna, Miguel Angel, Leonardo de Vinci y Benvenuto Cellini.
El Renacimiento nació en Florencia con la invención de la perspectiva, con Brunelleschi y Masaccio, e invadió las ciudades más importantes de Italia.
La exposición está pensada como un manual de historia del arte, en que se propone un tema inmenso como es el Renacimiento, con el ingreso en el naturalismo, el viaje hacia la perspectiva con las obras de Brunelleschi, las esculturas de Donatello y las pinturas de Perugino.
Muestra los orígenes, el desarrollo y la madurez del Renacimiento y del movimiento que le sucedió en el siglo XVI, conocido como el «manierismo».
La primera y más importante de las cuatro partes en que está dividida, «La invención del Renacimiento», rinde homenaje a Florencia, la capital de la región de Toscana, donde los Medici, una familia de banqueros y políticos, promovieron a los grandes creadores.
En especial se destacan las esculturas de Donatello y la «Anunciación», de Sandro Botticelli, uno de los artistas más importantes de este movimiento de renovación que coloca al hombre en el centro del universo, aunque no se olvida de Dios.
También se exhiben «La Sagrada Familia», de Mantegna, «La Velada», de Rafael, «Brut», una escultura de Miguel Angel, y un par de dibujos de Leonardo, dos retratos de Tiziano y obras del Veronés.
La historia del Renacimiento también termina en Florencia, donde se halla el primer museo moderno de Europa, la Galería de los Oficios, creado en 1581. ôEs el estilo florentino que se impone en el mundoö, señaló Paolucci.
Es en esta ciudad, afirmó, que en el curso de unos pocos años nacerían las instituciones fundamentales que habrían de gobernar el universo del arte en Europa y en todo el mundo.
El Renacimiento fue «una extraordinaria flor que surgió en el desierto, considerando que la Edad Media era un desierto respecto de la cultura y el arte, de cuyas cenizas nació un nuevo modo de pensar y de ilustrar la realidad», observó el historiador Adriano Prosperi.
Hay cerca de 200 obras en la exposición de las Caballerizas Papales y sobre ellas se pueden expresar todos los superlativos existentes, dijo Prosperi. Allí puede verse que el Renacimiento fue sobre todo una nueva concepción del mundo y del ser humano, tras la etapa de extrema religiosidad de la Edad Media, agregó.
A su juicio, una frase de Leonardo da Vinci resume los nuevos intereses del artista renacentista: «El buen pintor tiene que reflejar dos cosas principales en su obra, el hombre y el concepto que tiene en su mente».
En ese periodo surgió la crítica de arte, a partir de «Vite», de Giorgio Vasari, quien acuñó los términos «renacimiento» y «manierismo». (FIN/IPS/jp/ff/cr/01)