ARGENTINA: Aerolíneas vuela otra vez, pero entre turbonadas

En uno de los peores momentos para la aviación comercial, un consorcio privado español adquirió la empresa Aerolíneas Argentinas, desde hace seis meses al borde de la quiebra.

La operación resultó una noticia tan buena que los sindicatos de la compañía aérea desconfían ahora de las intenciones de los compradores.

La transferencia de la empresa fue anunciada el martes en Madrid por los vendedores, representados por la española SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), y el comprador, Marsans, grupo privado español dedicado a la navegación aérea y al turismo.

De esta manera, Aerolíneas Argentinas, que hace seis meses opera solo 20 por ciento de sus rutas y tiene 14 aviones detenidos, podría reanudar sus operaciones en los próximos días. Los empleados, que volverían a cobrar sus salarios este martes, levantarían ese día sus medidas de protesta.

La aparente resolución de la crisis de Aerolíneas Argentinas fue un alivio para los casi 7.000 trabajadores de la compañía, que viven hace seis meses en la incertidumbre y que solo veían en el horizonte una quiebra inexorable e inminente.

Pero los sindicatos fueron cautos a la hora de celebrar, pues temen estar cayendo en una nueva trampa, aunque consideran una buena noticia las garantías de seguridad laboral por dos años prometidas por los compradores y su disposición a abonarles los sueldos adeudados de agosto y septiembre.

El líder del sindicato de mecánicos de la compañía, Ricardo Cirielli, y el representante del personal en tierra, Ariel Basteiro, sospechan que Marsans podría apropiarse de rutas y clientes de Aerolíneas Argentinas para entregarlas a Span Air y Air Plus, compañías del grupo que operan en Argentina.

Más diplomático pero igualmente prudente, el líder de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, Jorge Doyle, manifestó en principio su confianza en que «Marsans trabaje para Aerolíneas Argentinas, y no Aerolíneas Argentinas para Marsans».

Los temores surgen porque Aerolíneas Argentinas, privatizada a principios de los años 90, fue durante casi toda la década administrada por la entonces compañía aérea estatal española, Iberia, cuya gestión investiga la justicia argentina por sospechas de «vaciamiento».

En menos de 10 años, Aerolíneas Argentinas, entregada a Iberia sin pasivos por el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), llegó a tener una deuda de 1.200 millones, la flota reducida y numerosas rutas aéreas levantadas definitivamente en vuelos tanto internos como internacionales.

La crisis se agudizó en los últimos meses, cuando SEPI intentó despedir personal y suspendió nuevas rutas, lo que abrió un periodo de conflictividad que podría comenzar a mermar el próximo martes, cuando los trabajadores comiencen a recibir los sueldos adeudados y levanten las medidas de protesta.

Edgardo Carreras, asesor legal del sindicato de aeromozas, explicó a IPS que la reacción ante el traspaso está a mitad de camino entre el optimismo y la desconfianza por el futuro, y por eso reclamó que el Estado se comprometa a controlar el proceso que comienza.

«El acuerdo entre la SEPI y Marsans podria funcionar siempre que el Estado se comprometa a controlar de cerca las operaciones, de manera tal de que se garantice la ampliación de capital a accionistas argentinos para cumplir la ley que exige» que 51 por ciento de la empresa sea de capitales nacionales, dijo.

Carreras consideró como «muy sospechoso» que Fernando Doso, que manejará la nueva Aerolíneas Argentinas, es la misma persona que acercó a Iberia para comprar la compañía en los años 90, luego fue gerente de la empresa de bandera argentina por 10 años, y desde octubre trabaja para Air Plus, del grupo Marsans.

En este sentido, dijo que los principales reparos de los sindicatos son la falta de control de los movimientos financieros, es decir los procesos de inyección de capitales —a veces incomprobables— de Iberia en la compañía, y la salida de ganancias que habrían ido a Madrid.

Respecto del momento del negocio aerocomercial, Carreras consideró que no es tan extraño que en un momento de crisis como consecuencia de los atentados del mes pasado en Estados Unidos haya empresas que aprovechen la caída de la cotización de las aerolíneas como consecuencia de la desconfianza de los pasajeros.

Así mismo, dijo, muchas compañias de aeronavegación ya estaban en crisis y los ataques terroristas hicieron desbordar la copa. «Podrían haber suspendido empleados por unos meses hasta que pasaran los temores, pero optaron por despedirlos porque tenían que hacerlo», señaló.

Carreras explicó además que las aerolíneas no tienen una rentabilidad mayor a tres por ciento, pero que sus ganancias responden a que reciben el dinero de los pasajes en efectivo y pagan a sus proveedores a plazos.

Esto es lo que haría Marsans a partir de diciembre, cuando comience la temporada de vacaciones en Argentina.

La adquisición ahora le permitiría al grupo obtener dinero fresco en el corto plazo, aprovechar el mercado de pasajeros que solía volar con las compañías estadounidenses y negociar con los proveedores de combustible y con los dueños de aviones alquilados nuevos plazos de pago, condiciones que difícilmente se negarían a aceptar en momentos de caída del negocio aerocomercial. (FIN/IPS/mv/mj/if tr/01

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