La crisis internacional hace más necesaria que nunca la Cumbre Mundial de Alimentación de noviembre, ante la emergencia alimentaria de los millones de refugiados afganos y la necesidad de reactivar la cooperación internacional en busca de la paz, señaló este miércoles la oficina para América Latina de la FAO.
Gustavo Gordillo, director de la oficina regional de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), con sede en Santiago de Chile, aseguró que, «pase lo que pase», la cumbre se llevará a efecto en Italia en las fechas previstas del 5 al 9 de noviembre.
El Consejo de la FAO, integrado por 49 países, considera en la sede central del organismo, en Roma, confirmar esa capital como sede de la conferencia de jefes de Estado y de gobierno y revocar así la decisión de hace una semana de trasladarla al puerto de Rímini, sobre el mar Adriático, unos 270 kilómetros al norte.
«Habríamos querido que la cumbre se diera en un contexto menos trágico», dijo Gordillo, aludiendo a los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y a la campaña militar iniciada el domingo por Estados Unidos y Gran Bretaña contra Afganistán.
«Pero la misma tragedia nos dice que la razón de existencia de la ONU (Organización de Naciones Unidas) y el mandato de FAO se refuerzan, en el sentido de trabajar por un mundo libre de hambre y violencia, en paz y en convivencia de todas las culturas», agregó el funcionario de nacionalidad mexicana.
La reunión, que se denomina oficialmente «Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Cinco años después», fue convocada por el director general de FAO, el senegalés Jacques Diouf, para promover un nuevo compromiso político de los gobernantes en torno a la meta de reducir sustantivamente el hambre en el planeta.
En agosto, el gobierno italiano de Silvio Berlusconi pidió a FAO trasladar el encuentro a un país en desarrollo, temeroso de que se repitieran las violentas protestas antiglobalización que rodearon en julio la Cumbre del Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo, en el septentrional puerto de Génova.
El Consejo de FAO ratificó entonces a Roma como sede de la cumbre alimentaria, pero hace una semana aceptó la oferta del gobierno italiano de trasladarla a Rímini, aunque ahora puede revocar ese acuerdo, debido a las mejores condiciones de infraestructura que brinda la capital italiana.
En la primera cumbre, de 1996, se planteó rebajar para el año 2015 a 400 millones la cantidad de personas desnutridas, que en ese entonces ascendía a 800 millones.
En su informe sobre la Inseguridad Alimentaria Mundial de este año, FAO advirtió que al actual ritmo de reducción del hambre, la meta de disminuir a 400 millones la cantidad de desnutridos recién se logrará en 2030.
El colombiano Constantino Tapias, director adjunto de la oficina regional, recordó que la situación de desnutrición en América Latina es relativamente menos crítica que en el Africa subsahariana y en Asia meridional.
Se estima que la desnutrición afecta a unos 55 millones de latinoamericanos, 11 por ciento de la población regional, mientras que la sufren 34 por ciento de los africanos y 17 por ciento de los asiáticos.
Tapias recalcó que no se trata de reabrir en la cumbre el debate sobre cómo terminar con el hambre, sino de reforzar la voluntad política y la movilización de recursos en la comunidad internacional para acercarse a los objetivos fijados en 1996.
El experto señaló que a cinco años de la primera cumbre, el contexto del problema del hambre presenta retos que son más complicados.
Hay un aumento del número de conflictos entre países, se han producido más catástrofes naturales, asociadas a fenómenos como El Niño y La Niña, y se desarrollan plagas que afectan la producción agropecuaria, como el llamado mal de las vacas locas y el rebrote de la fiebre aftosa, refirió Tapias.
El proceso de la mundialización o globalización, que se extiende hacia el comercio agrícola, plantea mayores dificultades para competir a los países más pobres, agregó el director adjunto de la oficina regional de FAO.
Todo este cuadro desemboca en un aumento de las emergencias alimentarias y la presión sobre los recursos agrícolas, ante lo cual la cumbre buscará generar una mayor capacidad de respuesta, coordinando esfuerzos de los gobiernos, las instituciones donantes, empresarios, parlamentos, los organismos financieros y la sociedad civil.
Los representantes de FAO subrayaron que en la fase previa de la cumbre se ha trabajado con organizaciones no gubernamentales (ONG), que además tendrán un foro paralelo, por lo cual se espera que no se reediten en Roma las protestas de los grupos contrarios a la globalización.
En América Latina se ha trabajado con más de 600 ONG, precisó Gordillo.
Tapias indicó que el mayor impacto negativo de los conflictos bélicos sobre la seguridad alimentaria está en la destrucción de la infraestructura de transporte y comunicaciones, lo cual dificulta la entrega de ayuda a las poblaciones en emergencia.
Germán Rojas, oficial de Informaciones de la oficina regional, recordó que la producción mundial de alimentos supera en 10 por ciento las estimaciones sobre necesidades nutricionales básicas de la población del planeta.
La persistencia del hambre en esas condiciones obliga a renovados esfuerzos de sensibilización de la opinión pública, con iniciativas como la Telefood, una maratón de transmisiones televisivas, que se lleva a cabo cada 16 de octubre con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que recuerda la creación de FAO hace 56 años.
El lema de este año de la Telefood será «Combatir el hambre para reducir la pobreza», indicó Rojas.
«La responsabilidad frente a la subnutrición es en primer lugar de los gobiernos, pero no sólo de los gobiernos, sino de toda la sociedad», subrayó el funcionario.
Rojas dijo que la FAO y la ONU condenan de manera irrestricta el terrorismo y en particular los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, que en un solo día causaron la muerte de más de 6.000 personas, pero recordó que el hambre mata cada día en el mundo a 35.600 seres humanos. (FIN/IPS/ggr/dm/dv/01)