Las elecciones municipales del domingo en Berlín mostraron las diferencias entre habitantes del este y del oeste de la ciudad acerca de la participación del país en la guerra antiterrorista.
Casi la mitad de los votantes orientales de la capital alemana y 22,5 del total eligieron al ex comunista Partido del Socialismo Democrático (PDS), opuesto al apoyo militar a la ofensiva de Estados Unidos contra Afganistán, iniciada el 7 de este mes.
El PDS fue el claro ganador de esta «asombrosa elección», destacaron los analistas políticos. Apoyados en la única campaña inequívocamente contraria a la guerra, los ex comunistas se colocaron en tercer lugar, detrás de los socialdemócratas y los democristianos.
El Partido Social Demócrata (SPD), del canciller (primer ministro) Gerhard Schroeder, se ubicó primero, con casi 30 por ciento de los votos, y la Unión Demócrata Cristiana, hasta ahora mayoría en la capital, obtuvo 24 por ciento, debilitada por la pésima situación financiera de la ciudad.
En algunas zonas de Berlín oriental el PDS alcanzó 48 por ciento de las preferencias, un resultado al que ni siquiera se acercó ningún otro partido en una ciudad de casi cuatro millones de habitantes.
Socialdemócratas y democristianos vieron menguada su presencia en las zonas orientales. El SPD sólo obtuvo 22 por ciento del voto oriental, en comparación con 34 por ciento en los distritos occidentales.
Las elecciones reflejaron el estado de ánimo que prevalece en el país tras los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y ante la guerra conducida por Estados Unidos contra Afganistán y el saudita Osama bin Laden, al que responsabiliza por los ataques.
El PDS declaró en su congreso del mes pasado que una intervención militar internacional no resolverá los problemas de la inseguridad mundial y que la estructura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es «totalmente inapropiada» para combatir el terrorismo.
«Es evidente que el PDS se anotó varios puntos con su campaña contra la guerra», admitió el socialdemócrata Andreas Geisel, uno de los candidatos a integrar el concejo municipal.
El propio PDS, considerado un partido marginal, se vio sorprendido con el resultado, pese a que varias encuestas de opinión habían mostrado la resistencia de los ciudadanos de la zona oriental al ingreso de Alemania en la guerra como aliado de Estados Unidos.
Dos tercios de las personas consultadas en el oeste del país y un tercio de los orientales respondieron a una encuesta realizada en septiembre que consideraban justificada la participación alemana en la acción militar contra el terrorismo.
El rechazo a la guerra en la región oriental se debe al temor ante cualquier amenaza a la seguridad cotidiana, más que a sentimientos pacifistas, debido al turbulento proceso de la reunificación del país, formalmente concretada en 1990, estimó Kalus Schroeder, ex director de investigación del la Universidad Libre de Berlín.
La reunificación de las entonces República Federal (occidental) y República Democrática (oriental) de Alemania, alteró drásticamente la vida de la población oriental y muy poco la de los occidentales, acostumbrados a décadas de estabilidad.
Cincuenta y siete por ciento de los alemanes temen que la ofensiva contra Afganistán conduzca a una nueva guerra mundial, según otra encuesta de opinión.
El PDS también atrajo el voto de los menores de 30 años, desilusionados con la postura del Partido Verde, cuyas raíces en el movimiento pacifista de los años 60 no le impidieron apoyar la participación de Alemania en la guerra.
El líder de los verdes y ministro de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, respaldó la cooperación militar de su gobierno con Estados Unidos.
«El PDS es el único partido de Alemania que se mantuvo fiel a sí mismo, sin cambiar (desde el 11 de septiembre). Es el único que no contradice sus convicciones», afirmó el diario Berliner Zeitung en un comentario sobre el resultado electoral.
Según el periódico, esta postura del PDS es una vuelta a su pasado comunista antiestadounidense antes que un genuino compromiso con la paz.
Los comicios del domingo no dejaron mayorías claras. El SPD debe negociar una coalición para gobernar la capital, lo cual puede determinar el retorno de los ex comunistas al gobierno de Berlín, que perdieron en 1989 con la caída del muro.
El alcalde electo, el socialdemócrata Kalus Wowereit, tiene en sus manos la decisión, que podría costar algunas concesiones en el plano político nacional. Pero negociar con los verdes y el Partido Liberal puede ser mucho más difícil y costoso para el gobierno federal.
Algunos consideran que una coalición con el PDS sería poco apropiada e inclusive «antipatriótica» en este momento.
Schroeder reiteró en los últimos días su voluntad de respaldar la guerra encabezada por Estados Unidos, junto con Francia y Gran Bretaña, incluso más allá de las disposiciones y estructura de la OTAN.
En ese clima, el discurso pacifista del PDS irritó al primer ministro. Los socialdemócratas comparten el gobierno con el PDS en otros dos estados orientales, pero Berlín, símbolo de la división del pasado, es un caso diferente.
Una alianza en la capital podría allanar el camino a un acercamiento entre socialdemócratas y socialistas para las elecciones nacionales de 2002.
«Descarto esa posibilidad por completo. Además del pasado, que sigue siendo importante para los socialdemócratas, el PDS no es confiable en materia de seguridad, relaciones exteriores y economía. Tiene ideas absurdas sobre las fuerzas armadas y la OTAN», dijo el parlamentario oficialista Peter Struck.
Sin embargo, el resultado electoral no puede ser ignorado por los políticos. Las elecciones del domingo resultan una advertencia para Schroeder, absorto por la lucha antiterrorista, que deberá afrontar comicios nacionales el año próximo. (FIN/IPS/tra- eng/ys/mn/dc-ff/ip/01