Rusia y sus aliados de Asia central son renuentes a participar de modo directo en lo que Estados Unidos llama «guerra contra el terrorismo», pese a sus declaraciones oficiales de condena a los atentados del día 11 en Nueva York y Washington.
La tensión es alta en la región mientras se esperan las represalias estadounidenses por los ataques, que fueron cometidos con aviones de pasajeros secuestrados y causaron por lo menos 6.000 muertes.
Rusia teme hace años que la guerra civil afgana se extienda en Asia central, y se opone a que repúblicas ex soviéticas sean base para la ofensiva estadounidense contra Afganistán, donde reside el extremista saudita Osama bin Laden, principal sospechoso de los atentados de la semana última, según Washington.
Eso se debe en gran medida a la amarga experiencia cosechada por Moscú en su invasión de Afganistán (1979-1989), de donde debió retirarse tras afrontar una tenaz resistencia.
Clérigos musulmanes recomendaron este jueves en Kabul al movimiento fundamentalista Talibán, que controla 90 por ciento de Afganistán, que pida a Bin Laden abandonar el país en forma voluntaria.
Washington replicó que no considera satisfactoria esa respuesta.
El presidente ruso, Vladimir Putin, designó a Vladimir Rushailo, secretario de su Consejo de Seguridad Presidencial, como enviado especial a los países de Asia central para considerar la situación.
Putin dijo el miércoles que es la misión de Rushaido es discutir «enfoques conjuntos y mecanismos de cooperación sustanciales» para combatir el terrorismo internacional.
También afirmó que los principales socios de Rusia en la lucha contra el terrorismo son Estados Unidos, la Unión Europea y China.
El martes, Putin mantuvo una conversación telefónica con su par chino, Jiang Zemin, y ambos expresaron su «oposición al terrorismo en todas sus formas», según el servicio de prensa del Kremlin.
El día anterior, el presidente había mantenido conversaciones telefónicas con sus pares de las repúblicas ex soviéticas de Kazajstán, Kirguistán, Tajikistán y Turkmenistán.
Los mandatarios de esos países acordaron recibir a la misión encabezada por Rushailo para discutir cooperación en asuntos de seguridad y medidas contra el terrorismo internacional.
El presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, dijo el miércoles tras reunirse con Rushailo que su país no se había comprometido a nada, ni había recibido solicitudes estadounidenses para emplear bases militares o espacio aéreo uzbekos, según la agencia oficial de noticias rusa, RIA.
«No sé de dónde salieron los rumores acerca de ese asunto», señaló Karimov a la emisora rusa de televisión RTR.
A comienzos de esta semana, el gobierno uzbeko indicó que consideraría la posibilidad de permitir a Washington el uso de bases militares, para el despliegue de tropas y el lanzamiento de ataques contra el vecino Afganistán.
Rusia y Asia central están en la actualidad «en la vanguardia del combate al terrorismo», sostuvo Rushailo el martes en Almaty, donde sugirió acordar en forma urgente medidas para «aumentar la eficiencia de las fuerzas colectivas de seguridad», según RIA.
En los últimos años se ha registrado una convergencia de Rusia, las repúblicas ex soviéticas de Asia central y China, debido a la preocupación compartida por el «extremismo islámico».
En enero de 2000, la Comunidad de Estados Independientes (CEI), formada por Rusia y otros ex integrantes de la Unión Soviética, lanzó un programa antiterrorista regional, que incluye la formación de un centro conjunto para coordinar las operaciones en esa materia.
Los seis países de Asia central que firmaron junto con Rusia el Tratado de Seguridad Colectiva de la CEI perciben una amenaza común en los terroristas musulmanes, a los cuales consideran apoyados y entrenados por el Talibán.
En mayo de 1998, Rusia, Uzbekistán y Tajikistán se aliaron para combatir a movimientos islámicos extremistas y al wahabismo, una rama del islamismo sunnita a la cual consideran una amenaza.
En agosto del año pasado, los presidentes de Kirguistán, Kazajstán, Tajikistán y Uzbekistán acordaron luchar juntos contra el terrorismo, el extremismo político y religioso, y el crimen organizado internacional.
Dos meses después, los presidentes de Rusia, Armenia, Belarús, Kazajstán, Kirguistán y Tajikistán se comprometieron a reunir una fuerza de seguridad colectiva si alguno de esos países necesita su intervención.
El ministro de Defensa ruso, Sergei Ivanov, dijo el domingo a periodistas que el país había puesto en «estado de plena alerta militar» a la división 201 de su ejército, de 25.000 soldados, desplegada en la frontera de Tajikistán con Afganistán.
El jefe del Estado Mayor ruso, Anatoly Kvashnin, viajó a Tajikistán para inspeccionar a la división 201 y reunirse con el presidente de ese país, Emonali Rajmonov.
Moscú espera que sus tropas en Tajikistán no deban entrar en acción, dijo Kvashnin según la agencia de noticias rusa Itar-TASS.
El primer ministro de Tajikistán, Akil Akilov, dijo la semana pasada que su gobierno estaba dispuesto a permitir a Estados Unidos el uso de su espacio aéreo para eventuales ataques contra Afganistán, pero esa posición cambió tras consultas con Moscú.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Tajikistán, Igor Sattarov, declaró luego que informes periodísticos sobre el lanzamiento de ataques estadounidenses desde ese país eran «rumores sin fundamento».
En 1979, Moscú lanzó desde Tajikistán su invasión de Afganistán.
Esta semana, Rushailo discutió con Rajmonov medidas de cooperación con la afgana Alianza del Norte, que lucha contra el Talibán, y enfatizó que Rusia y sus aliados no desean que el Talibán controle todo Afganistán, porque luego podría avanzar hacia otros países».
El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov, dijo el miércoles en Washington que Moscú considera parte de sus «asuntos internos» la posibilidad de Estados Unidos emplee bases en países de Asia central.
Por otra parte, los gobernantes de Kazajstán, Tajikistán y Kirguistán na expresado su temor de que un ataque estadounidense contra Afganistán cause el ingreso masivo de refugiados afganos en sus países.
El viceprimer ministro de Kazajstán, Imanghali Asmagambetov, aprobó esta semana un plan para la eventual recepción de regfugiados afganos, con prioridad para los de origen étnico en su país.
Turkmenistán, la otra república ex soviética fronteriza con Afganistán, también anunció esta semana que no permitirá el uso de sus bases militares para la «guerra contra el terrorismo» estadounidense si Washington las pide. (FIN/IPS/tra- eng/sb/js/mp/ip/01