PERU: Disputas internas marcan integración vial con Brasil

La decisión del gobierno de Perú de cumplir su antiguo compromiso de construir una carretera para dar salida a Brasil al océano Pacífico ha provocado un conflicto entre cuatro departamentos.

El gobierno de Alejandro Toledo, que asumió el 28 de julio, deberá decidir entre el trayecto que pasa por los departamentos de Cusco y Arequipa y por el proyecto original, que incluye a Puno y Moquegua.

La población de Puno, situado en el extremo sudoriental del país en la frontera con Bolivia, se puso en pie de guerra el lunes, cuando comenzó una exitosa huelga de 48 horas y el bloqueo de carreteras, para reclamar que la vía interoceánica pase por su territorio.

Las autoridades municipales y representantes parlamentarios de Puno se sumaron a la movilización popular y ahora amenazan con una marcha hacia Lima.

Mientras transcurría la huelga en Puno el lunes y este martes, en Lima se reunían representantes de los gobiernos de Brasil y de Perú y técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para estudiar el trazado de la vía interoceánica.

Según el proyecto elaborado por el gobierno de Valentín Paniagua, que antecedió a Toledo, la carretera bioceánica partiría del puerto de Matarani y pasaría por Arequipa y Cusco, se dirigiría luego a la selvática ciudad de Puerto Maldonado para internarse a continuación en el estado de Acre.

El entusiasmo de habitantes y autoridades puneñas, demostrados en la movilización del lunes y este martes, contrasta con la indiferencia o disimulada oposición de anteriores gobiernos de Perú respecto de concretar la unión vial con Brasil

Los sucesivos gobiernos ignoraron hasta ahora el compromiso asumido en 1952, en una conferencia internacional, para integrar por vía terrestre un puerto peruano con el brasileño de Santos, a 72 kilometros de Sao Paulo, sobre la costa del océano Atlántico.

Este antiguo proyecto pretende facilitar el trasporte de mercaderías y personas entre los dos países, que hoy se realiza por vía aérea, a través de los pasajes interoceánicos del canal de Panamá y el austral cabo de Hornos o a través de los ríos amazónicos.

El compromiso siempre había sido ignorado porque Perú temía que la expansión comercial y social de Brasil se convirtiera en un problema territorial entre los dos países, según el general retirado Edgardo Mercado Jarrín, destacado analista militar y geopolítico peruano.

Los distintos gobiernos peruanos prefirieron no facilitar la penetración brasileña hasta no poder desarrollar las zonas fronterizas.

«Pero ese recelo encerraba un error, un callejón sin salida, pues sin carreteras Perú no podía desarrollar social y económicamente las áreas de frontera en la selva amazónica, que permanecerían siempre atrasadas y, por tanto, vulnerables», explicó Mercado Jarrín.

Así, el gobierno del destituido Alberto Fujimori (1990-2000) decidió superar esos recelos y abordar la integración física con Brasil, mediante una carretera entre la frontera brasileña y el meridional puerto peruanos de Ilo, para que compitiera con la terminal oceánica chilena de Arica.

El gobierno provisional del cusqueño Paniagua, que antecedió a Toledo, modificó el proyecto, que ya no pasa por Puno sino por Cusco, idea que al parecer mantiene, con ciertas dudas, el gobierno de Toledo.

En la reunión de jefes de Estado y de gobierno de América del Sur celebrada en septiembre de 2000, Perú reafirmó su compromiso de cumplir cuanto antes con la parte que le corresponde en uno de los proyectos viales prioritarios en la región.

A través de la carretera interoceánica, Perú ofrece a Brasil una salida marítima para sus exportaciones a la cuenca del Pacífico, más barata que bordear toda la costa atlántica sudamericana.

Perú también espera vender a Brasil productos agroindustriales, y también abrir un corredor turístico para que visiten Cusco y Arequipa los ricos ganaderos y productores de soja del fronterizo estado de Acre, en el extremo occidental del territorio brasileño.

En Brasil, la vía proyectada comenzará en el puerto de Santos, a 72 kilometros de Sao Paulo, el principal foco industrial de América del Sur. El gobierno peruano considera si la ruta concluirá en el puertos de Ilo o en el de Matarani.

En tanto, el último proyecto peruano ubica la ruta desde el puerto de Matarani, pasando por Arequipa y Cusco, para finalizar en el estado de Acre.

Pero el departamento de Puno exige la implementación de un trazado aprobado hace ocho años, que enlaza la localidad fronteriza de Iñapari, en el departamento de Madre de Dios, con Puno por San Gabán, para dirigirse hacia la costa en línea recta hasta el puerto de Ilo, en el departamento de Moquegua.

Entre Ilo y Matarani hay 150 kilómetros en línea recta. El puerto de Matarani se orienta hacia Arequipa y está enlazado por vía férrea con esa ciudad, así como con Cusco y Puno.

Los puneños señalan que, si la carretera pasa por su departamento, el tramo peruano tendrá 1.200 kilómetros, pero que trazar la ruta por Cusco y Arequipa elevaría la longitud del tramo a 1.600 kilómetros.

«La línea recta es la distancia mas corta entre dos puntos, y por lo tanto también la opción más barata para la construcción (de la carretera) y para el costo futuro del transporte. Queremos que se respete el proyecto original», dijo Julián Salas, alcalde de la ciudad de Puno.

Salas anunció que encabezará una marcha hacia Lima con el objetivo de presionar a Toledo para que el trazado de la carretera pase por su departamento.

Puno es el departamento de la sierra de Perú más densamente poblado. La población predominante en la costera Moquegua es de origen puneño. Ambos departamentos aspiran a crear un eje de desarrollo regional.

Por su parte, el alcalde de Cusco, Carlos Valencia, deploró que los puneños hayan incurrido en «el contrasentido de bloquear las carreteras para reclamar que una nueva y más importante carretera pase por sus tierras».

«Consideramos que no solo deben tomarse en cuenta simplistas conceptos geométricos, como el de las distancias más cortas, sino conceptos sociales, económicos y comerciales», agregó Valencia.

«Demandamos que el gobierno convoque a un concurso de proyectos que tomen en cuenta todos los factores y esperamos con tranquilidad el resultado», concluyó el alcalde cusqueño. (FIN/IPS/al/dm-mj/tr dv/01

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