El gobierno de Pakistán, el único que aún reconoce al movimiento Talibán como gobierno de Afganistán, se prepara a respaldar ataques de Estados Unidos contra territorio afgano, mientras intenta minimizar los riesgos de esa actitud.
La actual situación es considerada una «pesadilla estratégica» por expertos pakistaníes en asuntos militares, ya que la política de Islamabad hacia Kabul se basa hace 22 años en la necesidad de contar con un aliado ante el crónico conflicto con India.
El gobierno pakistaní debe procurar que el fundamentalista Talibán, que controla 90 por ciento del territorio afgano, no sea reemplazado por autoridades hostiles a Islamabad, advirtieron comentaristas de prensa.
Militares estadounidenses llegaron este martes a Islamabad, y es probable que hayan coordinado una ofensiva contra el Talibán, debido a que éste se niega a entregar al extremista saudita Osama bin Laden, a quien Washington considera el principal sospechoso de los ataques terroristas del día 11 contra Nueva York y Washington.
El gobierno pakistaní aseguró a Estados Unidos plena cooperación en su campaña contra el terrorismo, pero se ha negado a realizar comentarios sobre la visita de los militares. La embajadora estadounidense en Pakistán, Wendy Chamberlin, se limitó a señalar que la delegación llegada de su país es «muy pequeña».
Según informes periodísticos, los visitantes se reunieron con un general pakistaní que ocupa un alto cargo, con el jefe de la Fuerza Aérea, Mushaf Ali Mir, y con funcionarios de inteligencia.
Pakistán es en la actualidad el único país que mantiene relaciones diplomáticas con el Talibán, ya que los otros dos que reconocían a ese movimiento como gobierno de Afganistán, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, cortaron sus vínculos este martes y el sábado, respectivamente.
Arabia Saudita expulsó a Bin Laden y le retiró la nacionalidad en 1991, debido a sus actividades contra el gobierno. Bin Laden reside en Afganistán, como huésped del Talibán, junto con muchos de sus seguidores.
Islamabad retiró de Kabul a los 12 funcionarios diplomáticos que mantenía allí, pero aún reconoce al Talibán como gobierno de Afganistán.
Washington ha pedido a Islamabad que le brinde información sobre el posible paradero en Afganistán de Bin Laden y de campamentos de entrenamiento de terroristas, permiso para utilizar su espacio aéreo en ataques contra Afganistán, y apoyo logístico al despliegue de sus Fuerzas Armadas en el área.
El general retirado pakistaní Talat Masood, ex ministro de Defensa, dijo a IPS que la solicitud de apoyo logístico implica el uso de bases militares para abastecimiento de combustible y otras operaciones, así como acceso a servicios del meridional puerto de Karachi para buques de guerra estadounidenses.
«Sin embargo, es improbable que el territorio pakistaní sea usado por Estados Unidos para desplazar hacia Afganistán grandes contingentes de fuerzas terrestres, ya que es claro el rechazo popular a esa posibilidad. Washington podría lanzar una invasión desde Tajikistán o Uzbekistán», opinó.
«En materia de Inteligencia, Estados Unidos debe depender de las agencias del gobierno pakistaní, porque son las únicas con alto nivel de profesionalismo y disciplina que poseen amplio conocimiento sobre Afganistán», explicó.
Eso se debe a que Pakistán apoyó y entrenó, junto con Estados Unidos, a las milicias islámicas que resistieron la invasión de Afganistán por la ex Unión Soviética (1979-1989).
El presidente estadounidense, George W. Bush, continúa dedicado a reunir apoyo internacional para su ofensiva contra el terrorismo, pero aún no está claro si sus objetivos incluyen el derrocamiento del Talibán, que pidió al mundo musulmán lanzar una «guerra santa» contra Estados Unidos si éste ataca Afganistán.
Todo indica que el objetivo de capturar a Bin Laden ha sido postergado por Washington, y que la actual prioridad de Bush es instalar un nuevo gobierno en Afganistán, comentó Babar Shah, investigador del pakistaní Instituto de Estudios Estratégicos.
«Pakistan anunció su apoyo incondicional a la campaña contra el terrorismo, y en ese marco debe respaldar el esfuerzo militar internacional para reemplazar al Talibán por un gobierno con amplia base en todas las etnias afganas», afirmó.
Altos funcionarios militares del país han desaconsejado a Washington la cooperación militar con la Alianza del Norte, principal rival del Talibán en Afganistán, que controla 10 por ciento del territorio afgano.
Esos funcionarios han sostenido que eso desencadenaría una nueva guerra civil en Afganistán, pero también debe tenerse en cuenta que el apoyo pakistaní al Talibán en los últimos años ha enemistado a la Alianza con Islamabad, que no puede esperar buenas relaciones con un gobierno afgano de esa organización.
Masood opinó que la política de Islamabad debe ser sutil, porque las perspectivas de la cuestión aún son inciertas.
Fuentes cercanas al Ministerio de Relaciones Exteriores dijeron a IPS que el gobierno pakistaní recibe mensajes contradictorios de Washington, y que todavía no es posible prever la magnitud y duración de un eventual ataque estadounidense contra Afganistán.
El retiro de los diplomáticos pakistaníes de Kabul cortó las comunicaciones con el Talibán y aumentará los malentendidos de ambas partes, cuando aún no está claro qué ocurrirá en materia militar, dijo a IPS Khalid Rehman, director ejecutivo del no gubernamental Instituto de Estudios Políticos.
El secreto que rodea la visita de la delegación militar estadounidense al país aumenta la brecha entre el pueblo y el gobierno, sealó.
«Hay muchas alternativas para resolver la crisis, pero todas son problemáticas e implican riesgos de protestas y disturbios locales. El gobierno debería confiar en la gente y explicarle con claridad sus motivos para cooperar con Estados Unidos», agregó. (FIN/IPS/tra-eng/ni/ral/mp/ip/01