Partidos religiosos y militantes islámicos preparan para este viernes en Pakistán una huelga nacional contra la decisión del gobierno de colaborar con el eventual ataque de Estados Unidos a Afganistán.
La huelga es una respuesta al presidente Pervez Musharraf, quien el miércoles restó importancia al movimiento opuesto al propósito del gobierno de alinearse con Estados Unidos para combatir el terrorismo.
El mensaje de Musharraf por la cadena nacional de radio y televisión fue claro. Pakistán respaldará a Estados Unidos, en nombre de sus intereses estratégicos, diplomáticos y económicos.
El discurso provocó la protesta callejera de quienes se oponen a Estados Unidos y simpatizan con Afganistán. Washington exigió al Talibán, grupo fundamentalista que gobierna la mayor parte de Afganistán, que expulse de su territorio al extremista saudita Osama bin Laden.
El Gran Consejo Islmámico de Afganistán, una asamblea de clérigos, aconsejó este jueves al gobierno de los talibanes que solicite a Bin Laden el abandono voluntario del país. Pero Estados Unidos declaró insuficiente ese paso y continúa sus preparativos de guerra.
Estados Unidos considera a Bin Laden el principal sospechoso de los atentados del martes 11 que destruyeron las torres gemelas de Nueva York y demolieron parcialmente el edificio del Pentágono (Departamento de Defensa) en Washington, causando cerca de 6.000 víctimas.
«El pueblo debe mostrarle su fuerza al gobierno. Debe participar en la huelga del viernes y decirle a Islamabad que no quiere que Pakistán apoye ningún ataque contra Afganistán», dijo Maulana Samiul Haq, dirigente del derechista partido Jamiat Ulema Islam, cercano a Talibán y miembro del Consejo para la Defensa de Afganistán y Pakistán.
El Consejo, integrado por 25 partidos religiosos y grupos de combatientes islámicos, solicitó al gobierno que rechace todas las exigencias de Estados Unidos, que incluyen el intercambio de información, el uso de espacio aéreo y el respaldo logístico de Pakistán
«Ceder a las demandas de Estados Unidos causará una agitación a gran escala contra el gobierno y también puede desatar una guerra civil. Apoyar a un 'aliado no confiable' es un pecado y traición contra el islam y el país», declaró el Consejo para la Defensa, un día antes del discurso de Musharraf.
Mientras, varias tribus en zonas de la frontera con Afganistán han comenzado a movilizarse para apoyar a las fuerzas de Talibán contra un posible ataque extranjero. Tanto las tribus como el Talibán comparten el mismo idioma, el pashtun, así como valores culturales y religiosos.
«El fervor religioso se apodera de la población de estas zonas… y las mezquitas piden a la población que se prepare para alzarse en armas contra un ejército extranjero», según el diario The News, de Islamabad.
Ante esta situación, Musharraf dijo que se reunirá con los jefes tribales para ganar su confianza. Los analistas políticos creen que su misión será difícil, ya que las tribus se caracterizan por su fuerte autonomía.
El discurso de Musharraf fue una tentativa de ganar el apoyo de la opinión pública. Al respecto, aseguró que India, el enemigo de Pakistán, intenta sacar partido de la compleja situación política en que la tensión internacional ha puesto a este país.
Musharraf no aclaró la naturaleza de los beneficios que Pakistán puede lograr de su cooperación con Washington, pero advirtió que otra decisión podría exponerlo a amenazas externas.
«Una decisión equivocada tendría graves repercusiones en la integridad, la economía y en cuestiones estratégicas de Pakistán, como las armas nucleares y Cachemira», la región fronteriza disputada a India, afirmó el gobernante militar.
Así mismo, Musharraf se reunió con líderes militares, miembros de su gobierno y de la oposición, dirigentes religiosos, intelectuales y periodistas para recabar apoyo a su posición.
«La opinión está dividida», admitió. Pero la mayoría del pueblo quiere que el gobierno tome decisiones razonadas y no regidas por la emoción, aseguró.
«Sólo entre 10 y 15 por ciento del pueblo piensan emotivamente y quieren que tomemos una decisión emotiva», dijo Musharraf, en referencia a que los partidos islámicos pretenden que Pakistán no se alinee con Estados Unidos.
Pero el especialista en derecho islámico Hafiz Azizur Rehaman sostiene que la oposición a la posición del gobierno es grande.
«¿Si hay tan pocos opositores, entonces por qué el gobierno apela apasionadamente al respaldo del pueblo? ¿Por qué no salen a las calles los partidarios del acuerdo con Estados Unidos a enfrentarse a sus rivales?», preguntó.
El analista político Ghazi Salahuddin concuerda en que los fundamentalistas islámicos son una minoría, pero organizada y motivada. «Muchos de ellos están armados, y puede que tengan apoyo desde sectores del gobierno», advirtió en un comentario publicado.
Partidos de extrema derecha advierten que el gobierno causará una agitación colectiva si respalda a Estados Unidos.
Al ayudar a «Estados Unidos en su ataque contra Afganistán, Pakistán… perderá su soberanía y respeto en la comunidad mundial», dijo Maulana Fazlur Rehman, presidente del Jamiat Ulema Islam. (FIN/IPS/tra-en/mr/js/ff aq/ip/01