La detención en Paraguay de 17 ciudadanos de origen árabe por supuestos vínculos con organizaciones terroristas agravaron los frecuentes conflictos en la frontera que ese país comparte con Argentina y Brasil.
Dieciséis de los detenidos fueron localizados en la localidad paraguaya de Encarnación, en la frontera con Argentina, sin documentación o con papeles falsos, según las autoridades.
El restante detenido es Abdul Bari Mridha, propietario de un comercio y residente hace 14 años en Ciudad del Este, en la triple frontera. Otras dos personas que también figuraban en la lista entregada a las autoridades paraguayas por Interpol habrían huido a la vecina ciudad brasileña de Foz de Iguaçú.
Los agentes de la Fuerza de Operaciones de Polícia Especializada paraguaya actuaron con el rostro cubierto y armados a guerra, dijeron a IPS testigos de los operativos en Ciudad del Este, que incluyeron numerosos allanamientos a viviendas y comercios.
El procurador general de Justicia de Paraguay, Marcos Alcarraz, asistió en persona a todos los operativos. «La triple frontera puede estar sirviendo de apoyo financiero para el terrorismo», dijo Alcarraz.
Tras los ataques del día 11 contra Nueva York y Washington, aun antes de las detenciones, informes sobre la presencia de supuestos terroristas y de militares estadounidenses en Paraguay habían hecho de la triple frontera un foco de tensión internacional.
El puente de la Amistad, que une a Brasil y Paraguay sobre el río Paraná, fue bloqueado varias veces en los últimos días, tanto por manifestantes paraguayos que reclaman los empleos ocupados ilegalmente por brasileños en su país, como por brasileños que luchan por mantener sus trabajos en la paraguaya Ciudad del Este.
La zona se convirtió en «un barril de pólvora», al acumular varios factores negativos, dijo a IPS Luis Carlos Kossar, asesor técnico de la Cámara Municipal de Foz de Iguaçú, la fronteriza ciudad brasileña.
Los informes sobre el inicio de acciones directas de Estados Unidos en Paraguay y sobre presiones de Washington a los gobiernos de Argentina y de Brasil para que controlen a la comunidad árabe en la triple frontera golpean el turismo, atraído por las Cataratas de Iguazú.
Según distintas versiones, Washington envió a las autoridades nacionales de los tres países una lista de 22 integrantes de la populosa comunidad árabe de Foz de Iguaçú y Ciudad del Este sospechosos de integrar redes terroristas.
Una hombre de origen árabe y otro de Bangladesh fueron detenidos en la mañana de este viernes en Ciudad del Este por policías paraguayos procedentes de Asunción, que actuaron con el rostro cubierto y portando armas de guerra. El operativo incluyó varios allanamientos a comercios y viviendas.
Argentina, Brasil y Paraguay integran desde 1991, junto con Uruguay, el Mercado Común del Sur (Mercosur).
La principal fuente de ingresos y empleos en la región, el comercio de Ciudad del Este, ya había sufrido una fuerte caída a causa de la depreciación del real en Brasil, de donde procede la mayoría de los compradores, y a la mayor represión del contrabando.
En 1994 cruzaron la triple frontera 3,2 millones de «compristas», como se denomina a los turistas atraídos por los bajos precios de numerosos productos, especialmente electrónicos e informáticos, ofrecidos en Ciudad del Este. Este año no se esperan más que 700.000.
Los reducidos empleos locales pasaron a ser disputados por brasileños y paraguayos, en un conflicto que se hace cada día más violento.
La economía y la demografía de la región fueron totalmente alteradas por la construcción de la central hidroeléctrica de Itaipú, compartida por Brasil y Paraguay, entre 1975 y 1985. En los últimos 30 años la población de los tres lados de la frontera pasó de unos 60.000 habitantes a 700.000, según Kossar.
Las obras de Itaipú atrajeron multitudes que ayudaron a desarrollar el comercio, que actuó como nueva fuente de empleo, aunque informal. Esa población echó raíces y no está dispuesta a mudarse, observó Kossar, un matemático especializado en gestión pública y en la historia local.
La prosperidad atrajo una nueva ola de inmigrantes árabes, la mayoría libaneses. Pero esa presencia árabe en la región es más antigua, «integrada y diluida» entre los brasileños, dijo a IPS Reda Soueid, comerciante de origen libanés, naturalizado brasileño, que llegó a Foz de Iguaçú a los 16 años, hace 23.
Soueid consideró «lamentables» las noticias alarmistas, que «estigmatizan» a los árabes. Se trata de un intento por apartar a la gente de esa origen en Brasil, un país donde los inmigrantes en general, y particularmente los árabes, «no constituyen guetos», sino que se integran a la población local, señaló.
Hacer que los inmigrantes se sientan «tan brasileños» como los demás distingue el «modelo de civilización» brasileño de otros, especialmente el anglosajón, comentó Soueid, quien destacó que en Foz de Iguaçú conviven «52 grupos étnicos».
Los habitantes árabes de la ciudad sumarían 12.000, según estimaciones informales según las cuales otros 7.000 viven en Ciudad del Este. Pero son puras especulaciones, según el comerciante, quien también es líder de un sector de su comunidad.
No hay cifras confiables porque hay descendientes de árabes que, tras varias generaciones, ya son brasileños, muchos de ellos mestizos, añadió.
Las estimaciones se basan en los inmigrantes que se acogieron a una amnistía concedida por el gobierno brasileño a los ilegales hace tres años, pero ese contingente incluía chinos, coreanos y latinoamericanos que también son numerosos en Foz de Iguaçú, argumentó.
La triple frontera constituye, de hecho, un área que favorece una posible presencia de terroristas, según un policía brasileño que pidió reserva de su identidad.
Argentinos, brasileños y paraguayos «pueden circular libremente» en un área de hasta 30 kilómetros desde la frontera común, y en Paraguay hay «muchas facilidades» para la inmigración, para la obtención de documentos, oficiales o falsos, y para la compra de armas, destacó.
En Paraguay vive, por ejemplo, un grupo de árabes que se presentaron como colombianos, con documentos de la ciudad de Barranquilla, «sin hablar casi nada de español», comentó el policía brasileño.
En Foz de Iguaçú viven grupos árabes que «no se integraron» en la sociedad local, pues constituyen una comunidad cerrada que mantiene su lengua y sus costumbres, añadió.
Hay familias que envían a sus hijos a la escuela árabe musulmana en Ciudad del Este, cruzando la frontera todos los días, porque en Brasil no se permite la enseñanza en lengua exclusivamente extranjera, ejemplificó.
Esas condiciones hacen de la triple frontera un motivo de permanente tensión y preocupación, según el policía, quien confirmó la existencia de la lista de sospechosos enviada por Estados Unidos, pero indicando que no hay indicios concretos.
El informante también dijo no creer que la región sea centro del terrorismo internacional. (FIN/IPS/mo/mj/ip/01