Japón, el principal aliado de Estados Unidos en Asia y cuyo territorio alberga la mayor base militar de ese país en la región, prometió su respaldo incondicional a Washington para responder a los ataques terroristas del martes.
El primer ministro Junichiro Koizumi habló en la noche del jueves con su par estadounidense, George W. Bush, y le dijo que Tokio no ahorrará esfuerzos en su cooperación con Washington, según informó este viernes.
«Le dije que el gobierno y el pueblo japonés comparten una fuerte indignación por los ataques y que mi gobierno respalda sólidamente la posición de Estados Unidos de combatir el terrorismo», declaró.
El secretario de gabinete Yasuo Fukuda también anunció este viernes que el gobierno ya «comenzó preparativos» para apoyar a Washington, aunque no reveló detalles.
Ese apoyo, según medios de prensa nacionales, podría incluir acciones militares conjuntas, una medida que podría caer mal a la ciudadanía.
Muchos japoneses no comparten el deseo de venganza de Washington, si bien la gran mayoría se solidariza con el pueblo estadounidense por los atentados terroristas cometidos con aviones secuestrados contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono, además de otro con un cuarto avión que se estrelló en Pittsburgh, Pennsylvania.
«Aunque lo lamento profundamente por las víctimas inocentes del ataque, no comparto la actitud del gobierno estadounidense. No estoy de acuerdo con el llamado a la venganza del presidente Bush», manifestó Kazuko Sugihara, una profesora de inglés de 56 años.
«Pasados tres días de la tragedia, los japoneses están reponiéndose de un choque emocional, pero no comparten el ánimo vengativo de Estados Unidos. Quieren que Washington mantenga la calma», afirmó Akira Kawasaki, portavoz de la organización pacifista Peace Depot.
Peace Depot publicará un comunicado que exhortará a Washington a investigar con cuidado los atentados y a no responder militarmente contra los países que alberguen a los sospechosos.
«Instamos a Estados Unidos a recurrir a la vía judicial, posiblemente a través de la Corte Internacional de Justicia, de La Haya», dijo Kawasaki.
Bush describió los atentados terroristas del martes, los más devastadores de la historia, como el nuevo tipo de guerra que caracterizará al siglo XXI, y prometió a su nación que los responsables y aquellos que los alberguen pagarán por lo que hicieron.
El secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, afirmó que Osama Bin Laden, un terrorista saudí protegido por el gobierno de Afganistán, es el principal sospechoso de la autoría intelectual de los atentados.
Afganistán, gobernado por el grupo fundamentalista islámico Talibán, se prepara para posibles ataques militares de Estados Unidos.
Mientras, la comunidad internacional manifiesta su pleno respaldo a Washington.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte invocó el jueves por primera vez en su historia el principio de mutua defensa, por el cual un ataque a uno de sus miembros se considera como un ataque a todos.
Según medios de prensa japoneses, el gobierno se propone presentar un proyecto de ley durante la sesión regular de la Dieta (cámara baja del parlamento), el año próximo, sobre las relaciones entre las Fuerzas de Autodefensa y los militares estadounidenses en Japón.
La enmienda permitiría a las Fuerzas de Autodefensa defender a militares estadounidenses estacionados en Japón, según el Servicio de Noticias Kyodo. Según las leyes actuales, sólo la policía puede protegerlos.
Estas iniciativas constituyen una respuesta a posibles críticas de Estados Unidos por la presunta falta de equilibrio en las relaciones bilaterales, dijeron analistas.
Durante la guerra del Golfo (1991), Washington criticó a Japón por no apoyar a las fuerzas estadounidenses. En ese entonces, Tokio citó restricciones constitucionales para una acción militar, y en cambio aportó 13.000 millones de dólares a la campaña militar aliada contra Iraq.
Esta vez, sin embargo, los japoneses se sienten más identificados con Estados Unidos porque también han sufrido ataques terroristas, señalaron observadores.
Un ejemplo fue el atentado con el gas neurotóxico sarín cometido en un tren subterráneo de Tokio en 1995 por Aum Shinrikyo, un grupo fanático religioso.
«En este sentido, los japoneses entienden la indignación del pueblo estadounidense. Pero de ahí a una acción militar colectiva hay una gran distancia», comentó el analista Hisaki Iwai. (FIN/IPS/tra-en/sk/ccb/mlm/ip/01