La adhesión de América Central a la guerra contra el terrorismo declarada por Estados Unidos es una decisión peligrosa y contrasta con la insuficiente atención colectiva a problemas regionales, según dos reacciones críticas.
«Es peligroso y lamentable» que «los presidentes centroamericanos se hayan dejado arrastrar» por Washington, dijo a IPS Celia Medrano, coordinadora de la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica (Codehuca)
Seis de los siete gobiernos de América Central hicieron suya el miércoles la declaración de guerra de Bush, en una cumbre celebrada en la Escuela Agrícola Panamericana, 50 kilómetros al sur de Tegucigalpa.
El apoyo a Washington fue particularmente enfático en el caso del presidente de El Salvador, Francisco Flores, quien anunció en Honduras que su gobierno está dispuesto a colaborar con tropas en la campaña de represalias anunciada por Estados Unidos.
Medrano observó que esa manifestación de voluntad antiterrorista pasa por alto el hecho de que El Salvador albergó al exiliado cubano Luis Posada Carriles, preso ahora en Panamá bajo la acusación de organizar un atentado contra Fidel Castro en ocasión de la Cumbre Iberoamericana del año pasado.
«Tenemos que hacer una condena universal al terrorismo» y «no puede ser que esas acciones se apoyen cuando son contra países como Cuba», afirmó la activista.
Los mandatarios pusieron a disposición de Estados Unidos sus equipos de rescate para colaborar en la búsqueda de las personas atrapadas entre los escombros de las torres genelas de Nueva York y del Pentágono en Washington.
«Lo que hicieron (los presidentes) fue salir corriendo para quedar bien con Estados Unidos. Da pena que no se reúnan para resolver los conflictos fronterizos ni la hambruna en Guatemala», dijo a IPS Luis Guillermo Solís, profesor de Historia y de Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica.
En los últimos cuatro años, los gobernantes centroamericanos dejaron de lado la integración y los problemas regionales, sostuvo Solís, quien, sin embargo, consideró positiva la preocupación manifestada contra el terrorismo.
Los presidentes Miguel Angel Rodríguez, de Costa Rica, Francisco Flores, de El Salvador, Alfonso Portillo, de Guatemala, Carlos Flores, de Honduras, y Arnoldo Alemán, de Nicaragua, y Moisés Coll, representante del primer ministro de Belice, calificaron de «abominable» el ataque terrorista contra Estados Unidos.
América Central tiene fuertes lazos políticos y económicos con Estados Unidos. La Iniciativa de la Cuenca del Caribe, ampliada en octubre de 2000, beneficia el ingreso al mercado estadounidense de numerosos productos centroamericanos, entre ellos los textiles.
En esta región todavía operan importantes capitales estadounidenses en grandes sectores económicos, como la producción de banano. En el pasado, el poder de esas empresas hicieron que las naciones de la región fueran denominadas «repúblicas bananeras».
América Central es también uno de los principales lugares de origen de inmigrantes en Estados Unidos. Las remesas de dinero que envían desde allí a sus familias son una de las principales fuentes de divisas de la región y un importante factor de desarrollo, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
El mayor volumen de remesas corresponde a los emigrantes salvadoreños, que en 2000 enviaron desde Estados Unidos a sus familiares unos 1.600 millones de dólares y la cantidad puede ser este año de 1.800 millones de dólares.
Organizaciones humanitarias creen que 144 centroamericanos pueden figurar entre los 1.500 extranjeros que fueron víctimas de los atentados del martes 11 en Estados Unidos.
«La guerra emprendida no es contra el Islam, sino contra grupos y fracciones extremistas que proclaman la violencia como norma de vida», sostuvieron los presidentes centroamericanos en su declaración.
Los mandatarios acordaron reforzar los controles en fronteras, puertos, aeropuertos y puestos de control migratorio, y también exigieron a los partidos de la región que mantengan relaciones con «estructuras terroristas que las suspendan inmediatamente».
Si bien la declaración no identifica a esos partidos centroamericanos, los mandatarios aludieron luego ante la prensa al salvadoreño Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y al nicaragüense Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN).
El salvadoreño Flores dijo que el FMLN mantiene relaciones con las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El presidente nicaragüense, Arnoldo Alemán, dijo que en su país quienes se ufanan de sus lazos con terroristas «tienen nombre y apellido».
Alemán aludía así a la amistad entre el ex presidente nicaragüense y candidato del FSLN, Daniel Ortega, con el líder de Libia, Moammar Gadafi, a cuyo país el Departamento de Estado (cancillería) estadounidense acusa de apoyar acciones terroristas.
El congresista del FMLN Manuel Melgar dijo a IPS que su partido condenó los actos terroristas de la semana pasada. «Desde el primer momento nos hemos solidarizado con las víctimas. Somos claros: estamos en contra de los atentados», agregó.
Respecto de los vínculos entre el FMLN y las FARC, Melgar dijo que su partido mantiene una política de relaciones abiertas con los distintos países y pueblos del mundo.
Por su parte, Solís dijo que las acusaciones contra el FMLN y el FSLN constituyen una manera «doméstica» de tratar el problema mundial del terrorismo, pues los presidentes centroamericanos emplearon la retórica propia de la guerra fría. «Lo que deberían es ver hacia el futuro y no hacia el pasado», dijo.
El gobierno de El Salvador infirmó que desde el 11 de este mes 90 salvadoreños residentes en Nueva York perdieron contacto con sus familiares en su país natal, al parecer como consecuencia de los atentados terroristas. (FIN/IPS/nms/mj/ip/01