América Latina llegará en noviembre a la Cumbre Mundial de la Alimentación con un balance menos crítico que otras áreas del mundo en desarrollo, pero presionada igualmente por el desafío de reducir el hambre.
La situación de América Latina y el Caribe es mejor que la de otras regiones, con 11 por ciento de su población desnutrida, ante 17 por ciento en Asia y el Pacífico y 34 por ciento en Africa subsahariana, dijo a IPS Germán Rojas, oficial de Informaciones de la oficina regional de FAO, en Santiago.
La FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) indicó en su informe «El estado de la inseguridad alimentaria 2000» que los latinoamericanos afectados por el hambre son 55 millones.
«Eso es grave, aunque hubo un leve mejoramiento, ya que la subnutrición disminuyó de 13 a 11 por ciento entre 1990-1992 y 1996-1998», agregó Rojas.
La FAO organiza la segunda Cumbre Mundial de la Alimentación, que se realizará en Roma del 2 al 8 de noviembre. Se espera lograr compromisos firmes de la comunidad internacional para cumplir las metas establecidas hace cinco años, en la primera cumbre.
El hambre afectaba en 1996 a 800 millones de personas y los participantes en la cumbre mundial se comprometieron a reducir la cantidad a 400 millones en un plazo de dos décadas.
La mínima disminución que se observa en América Latina y el Caribe es común, en términos porcentuales, a todo el mundo. El director general de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, advirtió en abril que será prácticamente imposible cumplir la meta.
El informe sobre la inseguridad alimentaria calculó para 2000 en 826 millones la cantidad de personas hambrientas, con 792 millones en los países en desarrollo y 34 millones en el mundo industrializado.
Para alcanzar la meta establecida en 1996 se necesitaba sacar de la desnutrición cada año a 20 millones de seres humanos, pero se ha llegado con dificultades a un promedio mundial anual de menos de ocho millones.
«En promedio, los 826 millones de personas con hambre crónica en todo el mundo tienen un déficit diario de entre 100 y 400 kilocalorías», señaló la agencia de la Organización de Naciones Unidas.
Pero en algunos países el déficit en la ingesta alimentaria de la población desnutrida es aun mayor, como en Somalía, con un faltante de 490 kilocalorías, Afganistán, con 480, y Haití, con un déficit de 460 calorías.
Haití es el único país latinoamericano incluido en la lista de las 23 naciones del mundo donde el fenómeno del hambre es más intenso, con déficit en el consumo de alimentos de entre 490 y 310 kilocalorías.
Al filo de ingresar en ese crítico grupo está Nicaragua, con un déficit de 300 kilocalorías, según el informe de la FAO, que se basa en datos recopilados en el periodo 1996-1998.
La lista de los déficit dietéticos en la región continúa con Honduras (270) y Brasil, República Dominicana y Guatemala, con 250 kilocalorías.
A continuación se ubican Perú, con un déficit de 240 kilocalorías, Bolivia, Guyana, Panamá y Trinidad y Tobago (con 230 cada uno), y Colombia y Paraguay (220).
Con un déficit diario de 210 kilocalorías aparecen a continuación Cuba, México y Venezuela, seguidos por El Salvador y Jamaica (200) y Suriname, con 190.
Los países de menor déficit en la región son Costa Rica y Ecuador, con 160 kilocalorías, Chile y Uruguay, cada uno con 150, y Argentina, que cierra la lista, con una insuficiencia dietética entre la población desnutrida calculada en 140 kilocalorías por persona al día.
En una suerte de mal preámbulo para la cumbre de noviembre, la sequía que se desató este año en América Central agravará la situación de países que ya arrastran un alto déficit alimentario.
«La situación de la sequía evidentemente tiene un efecto negativo sobre la seguridad alimentaria, si bien los datos de que disponemos nos hacen pensar que se trata de un fenómeno coyuntural», dijo Rojas a IPS.
La FAO lanzó proyectos de asistencia de emergencia para los pequeños agricultores salvadoreños y nicaragüenses afectados por la escasez de lluvias.
En la región oriental de El Salvador, donde se concentra la empobrecida agricultura de secano (sin sistemas de riego artificial), la sequía reducirá 88 por ciento la producción de maíz y 53 por ciento la de frijol.
En los departamentos de León y Chinandega, en Nicaragua, unos 12.000 productores han perdido 91,6 por ciento de sus siembras de maíz y 80,4 por ciento de las de frijol, según la FAO.
La atención a los problemas de los pequeños productores, tanto en emergencias como en el marco de políticas permanentes, es una de las propuestas fundamentales de la agencia de la ONU para superar el desalentador balance de las metas de reducir el hambre en el mundo.
El punto de vista local es uno de los frentes de trabajo para abrir paso a soluciones tanto en América Latina y el Caribe como en todo el mundo en desarrollo, sostuvo la organización.
El alcalde, el jefe de la aldea u otro líder comunitario, «que ve todos los días a las personas que pasan hambre, sabe que con las herramientas y los recursos adecuados podrían alimentarse», señaló FAO.
Está también la intervención del funcionario público que vive en la capital del país o del funcionario internacional.
«Estos ven las estadísticas y las causas del hambre y saben que con las políticas adecuadas los aldeanos podrían obtener los instrumentos y recursos necesarios», agregó la FAO.
En la lucha contra el hambre «no hay un rumbo sino muchos rumbos», incluyendo la acción sistemática y solidaria de la comunidad internacional, y en especial de los países industrializados, para afrontar el hambre endémica en las áreas más postergadas del mundo, sostiene la organización.
De no mediar esta acción, y al actual ritmo, los 55 millones de desnutridos que hay en América Latina y el Caribe se reducirán apenas a 45 millones en 2015 y a 32 millones en 2030. (FIN/IPS/ggr/mj/dv/01