El hambre que azota a parte de Guatemala, que según la prensa ya causó la muerte de 48 personas, aunque la información oficial señala sólo siete, crecerá en forma sustancial en los próximos cinco meses, aseguró la organización humanitaria Conadegua.
«La crisis apenas está comenzando», advirtió a IPS el sociólogo Orlando Blanco, dirigente de Conadegua (Coordinadora Nacional de los Derechos Humanos de Guatemala), que agrupa a 11 organizaciones de la sociedad civil.
La hambruna que afecta hoy a tres municipios del departamento de Chiquimula, ubicado a unos 100 kilómetros al este de la ciudad de Guatemala, se puede extender a amplias zonas, según datos en poder de Conadegua.
El peligro se cierne sobre otros 49 municipios, donde la población depende sólo de dos actividades agrícolas fuertemente golpeadas en los últimos tiempos, como son los cultivos de granos básicos y de café.
La sequía registrada en junio y julio provocó que miles de agricultores perdieran su primera cosecha del año y se quedaran sin semillas para su segunda siembra anual.
Además, centenares de familias que aportan su mano de obra a la recolección de café se quedarán sin empleo en las próximas semanas, debido a la retracción de las plantaciones como consecuencia de la severa caída de precios en los mercados internacionales.
Conadegua considera que en Guatemala se violan los derechos económicos y sociales.
Esta hambruna es un reflejo de la pobreza que sufre la mayoría de los 11,1 millones de guatemaltecos desde hace muchos años, pues «aquí no ha habido un proceso de industrialización y el país sigue siendo el feudo de unos pocos», apuntó Blanco.
Los tres municipios de Chiquimula más afectados hasta ahora por el hambre son Jocotán, Camotán y Olopa, donde se han instalado centros de emergencia para atender a las personas desnutridas.
Estadísticas oficiales indican que siete niños fallecieron de inanición en los últimos dos meses, pero medios de comunicación aseguran que las víctimas llegan a 48.
Este panorama ha asombrado a los habitantes de muchas regiones de Guatemala y a la comunidad internacional, pues se desconocía que los niveles de hambre eran tan severos.
«Nosotros creíamos que la gente se moría de hambre sólo en Africa, pero ahora vemos que no, pues aquí también hay mucho sufrimiento», comentó a IPS el líder campesino Miguel Angel Figueroa.
Este agricultor, que vive en las faldas de la noroccidental sierra de los Cuchumatanes, explicó que la actual hambruna es consecuencia de la explotación a la que son sometidos los pobres.
Figueroa, de 52 años y que se dedica al cultivo de cebolla, aseveró que la pobreza afecta a 75 u 80 por ciento de la población del país, aunque las cifras oficiales indican que abarca a 57 por ciento.
Mientras hacía llamadas telefónicas para recolectar alimentos para sus conciudadanos de Chiquimula, este hombre sencillo y seguro comentó que la hambruna es consecuencia de una herencia de exclusión.
«Aquí el campesino que tiene tierra posee menos de una hectárea y, si alguno tiene más, es porque sus tierras son muy infértiles, mientras que los ricos poseen las mejores parcelas», sostuvo.
El capítulo dedicado a Guatemala del Informe de Desarrollo Humano 2000, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, indica que la exclusión en este país sigue teniendo dimensiones elevadas, pese a las mejoras registradas en la última década del siglo XX.
El documento informa que la cantidad de familias con acceso directo a la tierra disminuyó de 61 a 49 por ciento en los últimos 20 años.
El empresario guatemalteco Dionisio Gutiérrez, considerado uno de los hombres de negocios más exitosos de América Central, dijo a IPS que la hambruna en Jocotán, Camotán y Olopa es apenas la punta de un iceberg.
«Lo que pasa es que somos un país mal administrado», aseguró Gutiérrez, propietario de la cadena comercial Pollos Campero, que se ha extendido por México, Estados Unidos y está por ingresar a Europa.
Gutiérrez, quien encabeza una campaña para dar alimentos a los afectados por la hambruna, sostuvo la situación deriva de que la economía del país apenas crece a un promedio anual de tres por ciento, mientras el aumento demográfico es de 2,7 por ciento en el mismo periodo.
«Tenemos que reactivar la economía, y el problema es que no lo hemos logrado por los problemas de inestabilidad política», agregó.
Gutiérrez se refiere a la situación política que afronta en los últimos meses Guatemala, donde se suceden los rumores de golpes de Estado, la quiebra de bancos y los escándalos de corrupción.
Mientras, médicos y voluntarios continúan en Chiquimula con sus esfuerzos por salvar la vida de decenas de personas con problemas de malnutrición.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) informó que los problemas que sufren los campesinos guatemaltecos están provocando que unas 50 familias emigren a diario a la capital y se conviertan así en vendedores ambulantes o mendigos.
El gobierno confirmó los temores de Conadegua, en un informe preeliminar donde se revela que 67 comunidades están en riego de caer en una emergencia similar a la que afronta Chiquimula.
i