Gobiernos de países europeos miembros de la OTAN manifiestan dudas sobre el alcance práctico del apoyo que prometió la organización a Estados Unidos para su campaña militar contra el terrorismo internacional.
«Convertir declaraciones de solidaridad y promesas de simpatía en apoyo militar será un desafío para muchos países europeos», incluso si Estados Unidos lograse probar que los ataques fueron planeados desde el exterior, dijo este viernes un diplomático de la Unión Europea (UE) en Berlín.
El Consejo de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) invocó el miércoles el capítulo quinto del Tratado de Washingto, constitutivo de la alianza.
Se trata de una cláusula de defensa recíproca según la cual, un ataque exterior contra alguno de los países de la organización puede considerarse una agresión a todos los miembros.
Pero Alemania, Holanda y Noruega ya cuestionan el papel de la OTAN, mientras se asienta la nube de polvo en las ruinas de las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York y el Pentágono, sede del Departamento de Defensa estadounidense, en Washington, impactados el martes por aviones secuestrados.
«La posible contribución a una defensa recíproca» aún debe ser decidida por Alemania, dijo el canciller (primer ministro) Gerhard Schroeder. La OTAN todavía no ha decidido «ninguna acción concreta» contra los responsables del ataque, aclaró.
El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, consideró que Estados Unidos debería «examinar detenida y fríamente» la situación antes de reaccionar.
La apelación de la OTAN al capítulo quinto del Tratado de Washington «ha mostrado la fortaleza de la Alianza», pero «ahora se necesitan soluciones políticas para Medio Oriente y otros conflictos regionales», dijo Fischer el jueves en Berlín.
«No estamos al borde de una guerra», subrayó, por su parte, el ministro de Defensa alemán Rudolph Scharping en un debate en el Bundestag (parlamento) sobre el apoyo de la OTAN a Estados Unidos.
La «venganza y el castigo» no resolverán los problemas, y se debe identificar a los terroristas y a sus socios antes de decidir una «respuesta apropiada», afirmó.
El gobierno estadounidense reconoció el jueves que, como la prensa lo suponía, el principal sospechoso de los atentados es el fundamentalista islámico Osama bin Laden, supuestamente protegido por el movimiento Talibán, que gobierna Afganistán.
Noruega también expresó sus reservas en Bruselas. «Es poco probable que fuerzas noruegas formen parte de la operación de represalia. La declaración de la OTAN debe ser vista en primer lugar y sobre todo como un firme respaldo político», dijo el ministro de Defensa noruego, Bjoern Tore Godal.
Incluso Gran Bretaña, el principal defensor de Washington, dejó en claro que cualquier acción militar debe ser precedida por consultas conjuntas entre los 19 miembros de la OTAN. «Esto no será un cheque en blanco», dijo un funcionario británico después de la resolución en Bruselas.
Lograr que todos los miembros europeos de la OTAN participen en una operación militar conjunta puede ser un proceso largo y complejo, pues cada estadio de un operativo, desde la planificación hasta la puesta en practica, debe contar con el consenso de los integrantes, señalaron diplomáticos.
La reunión de embajadores de la OTAN celebrada esta semana mostró claramente que no hay consenso sobre las acciones que la OTAN debería adoptar.
Pero, además, el capítulo quinto del tratado constitutivo establece que la agresión debe ser externa, lo cual debe comprobarse, y no indica cómo deberían reaccionar los aliados cuando el responsable de la agresión no es un estado.
La «conducta militar de Occidente» está «dominada por el discurso de ataques precisos contra objetivos militares y la decisión de evitar daños colaterales», dijo Lawrence Freedman, profesor de Estudios Bélicos en el King's College de Londres.
Por primera vez en 1999, la cumbre de la OTAN resolvió que las «acciones de terrorismo, sabotaje y crimen organizado que perturben el flujo de recursos vitales» serían consideradas actos de provocación contra estados miembros.
Pero aún no existe ningún plan de contingencia o acción conjunta prevista por la OTAN contra este tipo de ataques.
Según expertos de seguridad, además de Estados Unidos, solo Gran Bretaña y Francia tienen capacidad para atacar objetivos en Medio Oriente, pero países como Alemania e Italia podrían utilizarse como bases de lanzamiento de ataques.
Estados Unidos podría pedir autorización para sobrevolar el espacio aéreo de otras naciones europeas, la mayoría de las cuales espera que no se les solicite el envío de contingentes militares propios.
Por otra parte, Estados Unidos podría preferir lanzar una operación militar propia con apoyo de la OTAN en lugar de una campaña dirigida por un comando conjunto de la alianza que exigiría aprobación de todos los 19 países.
«Estar obligado por las decisiones de la OTAN podría ser problemático para Estados Unidos pues limitaría su libertad de acción», dijo el diario Frankfurter Allgemeine, de Francfort, en un editorial.
«Muchos gobiernos de Europa esperan que Washington considere demasido lenta y burocrática la estructura de la OTAN y planifique y lance su propia acción militar con algún apoyo logístico de sus aliados europeos», afirmó un diplomático de la UE en Berlín.
«Pakistán y Arabia Saudita, dos de los tres países que reconocieron al régimen del Talibán, podrían ser militarmente mucho más importantes que los aliados europeos», subrayó.
De hecho, miles de efectivos militares estadounidenses y aviones de guerra están apostados en Arabia Saudita, país que podría ser una «plataforma de lanzamiento» clave para cualquier ataque. (FIN/IPS/tra-eng/ys/mn/dc-mj/ip/01